Siempre se ha dicho que uno debe ver la realidad con la técnica del vaso medio lleno de agua. El problema es que dicha actitud nos hace caer en el pesimismo o el optimismo, dependiendo de si miramos lo vacío o lo medio lleno.

La publicación del informe acerca de Cómo Vamos en once ciudades colombianas, lleva a los pesimistas crónicos a ver lo negativo, y a quienes les gusta seguir en meta discursos optimistas a resaltar solo lo positivo.  Al mirar los resultados, de pronto ello nos sirva para interiorizar más adecuadamente la exteriorización de los fenómenos que vivimos, como decía Sartre.

De acuerdo al PIB y su peso económico, no nos sorprendería que Barranquilla ocupara el 4º o 5º lugar en algo, desde que Bucaramanga ya nos gana en muchas cosas. Pero una ciudad no puede resignarse a ese dictum de la economía. Lo ideal es ser la mejor en algunas cosas, para sentir que progresamos en esa carrera desigual por el desarrollo.

La verdad es que el informe nos muestra el imbatible primer puesto de Medellín y Manizales en muchas variables, y el deterioro de Bogotá. Casi en todas las variables examinadas nuestra urbe anda por el 4º o 5º lugar, sin sorprendernos. Preocupan, sin embargo, algunos casos dignos de destacar. Llama la atención que en general de Cómo vamos y si estamos orgullosos de nuestras ciudades, hay caída en la percepción favorable en todas las ciudades colombianas desde el 2008, en el segundo periodo de Uribe, tendencia descendiente que se mantiene. Allí estamos en nuestro 4º y 5º lugar, lo cual no sorprende.

En pobreza, encontramos que un 25% de nuestros coterráneos no se siente pobre, indicador más aceptable que en otras ciudades. En atención a niños, salud, educación, andamos en 3º y 4º lugar, lo cual es bueno, pero sin poder alcanzar a los mejores. En servicios públicos estamos en 4º lugar, pero cuando se habla de electricidad nos desplomamos al 10º lugar, reflejando la cruda realidad de Electricaribe. Raro resulta que le ganemos en percepción de aseo a Medellín, pero si en servicios metemos a los bancos, cable y celulares, caemos al 9º lugar. No se perciben muy eficientes estos servicios en la ciudad. El gas, como siempre, saca la cara por nosotros.

En seguridad, Barranquilla anda en 9º lugar en percepción de inseguridad, casi nos alcanzamos a Bogotá (11º lugar). Un 33% de los barranquilleros siente que es una ciudad peligrosa.  En movilidad nos va mal, pues caemos al 7º lugar. Preocupa que en todo el país, contra lo que recomiendan los urbanistas, el transporte público de pasajeros pierde peso frente al carro privado, reflejando un completo fracaso del Ministerio del Transporte. En el caso nuestro, la fase II se dejó dormir por parte de la administración Santos, y hasta ahora sigue preocupando la situación de Transmetro. En espacio público caemos al 6º lugar, y en alumbrado público, la jugosa concesión no ha hecho su trabajo bien pues estamos en el 8º lugar! En parques andamos por el 7º lugar, y aunque en Finanzas Públicas estamos en el tercer puesto, los niveles de confianza y aprobación siguen bajos y mediocres, los cuales nos mantienen en el repetido 5º puesto, que no sorprende.

En materia de institucionalidad pública, los ciudadanos poco conocen su Concejo, pues caemos al 12º lugar. Por ultimo, el Banco Mundial nos acaba de decir que en el 2013, en Doing Business, de 23 ciudades quedamos en el 22º lugar en Colombia. En el 2010 estábamos en el puesto 17º. Difícil resulta seguir viendo el vaso medio lleno. Menos retórica, menos VIP, menos fotos en los periódicos y más trabajo en concreto es lo que necesita la ciudad. Nadie nos gana en participación en eventos culturales (1º), pero eso no es suficiente.