Hace algunos años, una ex ministra costeña, en un encuentro para discutir estrategias regionales de desarrollo, me manifestaba su decepción con respecto a la descentralización municipal, por los niveles de corrupción y clientelismo que se han manifestado en la misma, alegándome que era mejor volver al régimen anterior centralista de nombrarlos por vía de los gobernadores.

Le dije que no era posible devolver la rueda de la historia y que en verdad, Colombia había llegado muy tarde a la descentralización. En realidad, estábamos todavía muy atrasados en este proceso.

La semana pasada asistí a un panel con Jaime Castro y Eduardo Verano en la Esap del Atlántico, para discutir el estado de la descentralización municipal.  Jaime Castro sostuvo la tesis que la descentralización municipal está muriendo, carcomida por la politiquería y la corrupción.

Señalaba que el problema era político, pues los gobiernos nacionales pusieron en marcha las instancias decisorias y luego se olvidaron del tema, dejando los territorios al garete. No se cambiaron las reglas del juego para acceder al poder local, observándose la reproducción de los mismos con las mismas.

Sin duda, el problema es político, no solo de competencias y recursos. Desde Uribe hemos asistido a un proceso de recentralización del poder presidencial, donde los programas presidenciales remplazaron a los territorios en la política social del Estado. Se recortaron las transferencias dos veces en la década pasada, alegando el tema del déficit fiscal.

En el 2016, señala Verano, nos vendrán con otra fórmula para repetir el despojo a los territorios. El problema es que estamos frente a un poder presidencial que se resiste a disminuir de tamaño. La reelección uribista hizo mucho daño.

Por ello, es una de las reformas más urgentes que se plantean al país: acabar con la reelección presidencial y extender el periodo a cinco años. Ni qué decir el tema de la regionalización. A nadie le importa. Los actuales gobernadores creen que con regalías van a desarrollar sus departamentos, con proyectos que solo dispersan los recursos. Han perdido capacidad negociadora con el centro.

Estoy convencido de que será con la firma de la terminación del conflicto y la implementación de la agenda de La Habana, que se podrá empezar la construcción de unas políticas de desarrollo económico impulsadas desde los territorios. La descentralización municipal ha tenido logros, no se puede ver en blanco y negro, a lo mejor en tonos grises. Pero la realidad de este país es que no se podrán manejar más de 1.120 municipios desde las pequeñas oficinas del DNP.

Necesitaremos regiones con autonomía fuerte, y departamentos con capacidad de apuntalar el desarrollo de los territorios. Políticas nacionales construidas desde los territorios deberán convertirse en políticas nacionales. Para ello necesitamos una paz negociada. Una rendición es imposible. No ha funcionado en ninguna parte.