Todos los signos de la economía mundial apuntan a que en este 2014 a lo mejor creceremos un poco más que en el 2013, pero no mucho. Europa sale penosamente de la larga recesión pero con crecimientos muy cerca de cero, sin que se adopte una arquitectura institucional sólida para cubrir las necesidades de los países en crisis. La economía norteamericana sigue con un crecimiento algo más positivo, mejorando las tasas de desempleo, al igual que el Japón. El factor más preocupante es la economía china, la cual ha ajustado su crecimiento a una cifra más módica y sensata del 7% anual. Ello ha marcado el ajuste a la baja de los precios de los commodities los cuales si bien siguen con buenos precios, ya no son tan altos como en el pasado. La Gran Recesión del 2008 nos sigue impactando y por ello se habla ya del Gran Estancamiento.

Por lo anterior, la economía colombiana tuvo que resignarse a crecer tal vez a un 4% en el 2013, si es que el dato final no es menor, cifra empujada por las construcciones civiles del gobierno y el empuje de la demanda de los hogares. En otras palabras, a pesar de los discursos de los TLC, el motor de la demanda agregada se ha pasado a la esfera doméstica. Ojalá que una mayor devaluación del peso permita un  estímulo mayor al sector industrial y exportador, el cual sigue siendo el sector perdedor en el 2013. El sector agropecuario ha crecido bien empujado por la cosecha cafetera, pero no debemos olvidar que el eje del crecimiento económico debe radicar en el crecimiento de sectores claves como la industria y la agricultura. Nadie llega al desarrollo sólo en base a minería, comercio o “servicios”, los cuales esconden mucha informalidad. De ahí que el reto para el gobierno sigue siendo lograr la recuperación industrial en el 2014 y que el famoso Pipe muestre sus resultados, y se abra el camino a una nueva política industrial.

La Región Caribe sigue más o menos el patrón nacional, aunque algo mejor por el estímulo de la minería, la cual de todas maneras empezó a perder su dinámica. También la minería ha perdido apoyo entre los ciudadanos por la mala imagen ambiental que genera. El caso del muelle carbonífero de la Drummond en Santa Marta, revela algo de acción más proactiva del estado colombiano en materia de multas pero también refleja la debilidad del estado frente a estas multinacionales. Los colombianos ya no estamos inclinados a sacrificar nuestro medio ambiente por unas regalías que se compensan con las generosas exenciones tributarias. Uno desearía posiciones más nacionalistas como la de Ecuador o Bolivia frente a la explotación de nuestros recursos mineros.

Los personajes centrales de la sociedad colombiana en el 2013 fueron la corrupción y la desigualdad. Aunque el gobierno reclama haber bajado el coeficiente de Gini, estas mejoras caen en el escepticismo de los colombianos. El mundo fantástico del Ministro de Hacienda no parece ser compartido por los colombianos de a pie. Es la contradicción entre los buenos indicadores “macro” y las realidades dolorosas a nivel meso económico y microeconómico. El desarrollo desequilibrado en materia regional hacen añicos los buenos indicadores nacionales.

Los excesos de la zonificación en el Atlántico y Barranquilla con respecto al resto de los indicadores del país indican una realidad de compra de votos  la cual refleja la miseria campante. En síntesis, no nos ha ido tan mal, hay progreso, pero hay  mucho que hacer en la esfera institucional y productiva. Ojalá el proceso de paz abra nuevas avenidas a nuevos procesos políticos en esta Región Caribe, sometida desde hace décadas a los mismos poderes electorales, pues las próximas elecciones, por lo que se ve,  serán más de lo mismo
.