Cuando los ciudadanos estábamos padeciendo una campaña presidencial aburrida, monótona y sin el requerido debate presidencial, debido al criterio discutible que el posible ganador  no debe hacer “crecer” a los candidatos que van en cola discutiendo con ellos, de repente estamos siendo asaltados con procesos de judicialización en las campañas con hackers, sobornos y demandas penales. Este alboroto mediático posiblemente revele las malas compañías en las que andan algunos candidatos del centro hacia la extrema derecha, pero se corre el riesgo de opacar los temas de fondo que los ciudadanos decidirán en la próxima jornada de las elecciones presidenciales. El famoso voto en blanco empieza a diluirse y todo el mundo empieza a tomar posiciones, en especial la mitad de los colombianos, que sí van a las urnas.

En las democracias modernas, y sobre todo en este tipo de elecciones, las maquinarias influyen menos, y la opinión del ciudadano es decisiva. La mermelada ya no es tan eficiente como en las pasadas elecciones de marzo, por lo que el candidato gobiernista debe evitar hacer cuentas alegres.  ¿Cómo votar? Esa es la cuestión parafraseando a Hamlet.

Uno de los problemas que tienen los colombianos es su baja formación política. La mayoría no saben si son de izquierda, centro-izquierda, centro-derecha o derecha dura. Votan por cuestiones emocionales o por la imagen de los candidatos en la propaganda televisiva. Para orientarlos, fue que precisamente los estudiantes de la Universidad del Norte se inventaron una aplicación “Trivia Presidencial” en sistema androide. Úsela. Un repaso sin embargo puede ayudar. Examine las plataformas de los candidatos y reflexione, pues el espectro de la política colombiana se ve bien definido.

En la dura derecha se encuentra el candidato del “Centro” Democrático, quien predica el mismo modelo neoliberal  de siempre, pero enfatiza las banderas de mano dura del expresidente Uribe. Con él no habrá paz, las conversaciones de paz se acabarán y la guerra continuará por otro cuatrienio más, con miles de víctimas y el desangre de recursos. La candidata conservadora es solo una versión temporal de primera vuelta de lo mismo.

En la centro-derecha, se encuentra el presidente Santos, con su modelo neoliberal asistencialista, pero comprometido con el proceso de paz en La Habana, jugándosela toda por esto. Allí hay esperanza política aunque no mucha económica para los de abajo, pues será más de lo mismo.

En la centro-izquierda se encuentra el candidato Peñalosa, con un programa interesante, bien radical contra la corrupción, e igualmente comprometido con el proceso de paz, al ratificar la Comisión negociadora. Sería una refrescante opción frente a la mermelada hoy existente, a pesar de los defectos del candidato. Su propuesta económica es de una centro-izquierda muy moderada.

En la izquierda tenemos la candidatura decente de Clara López, también fuertemente comprometida con el proceso de paz, y crítica fuerte del modelo neoliberal, proponiendo un programa más radical, pero sin caer en el chavismo.

Siendo así las cosas, el ciudadano no tiene excusa para quedarse en la casa.