La variable económica protagónica de este nuevo año ha sido la tasa de cambio. Para enero 1 del 2014, la tasa representativa estaba en $1.926  y ya para febrero 24, se anuncia que está a $2.043, lo que representa un incremento del 6% en apenas casi dos meses. En el mercado diario de los corredores cambiarios, se han registrado incluso tasas mas altas.  Todo indica que la época de los dólares baratos ha terminado, como expresión de un fenómeno generalizado en las economías emergentes. Mas que a un “dólar Cárdenas” o a la intervención del Banco de la República, el fenómeno obedece a los cambios sísmicos que se están dando en la economía mundial. La reserva Federal de Estados Unidos está reduciendo lentamente la compra de bonos en el mercado abierto, lo cual ha detenido la caída del dólar, con base en la lenta recuperación de la economía norteamericana. Aunque los resultados de enero no fueron muy buenos, todavía no hay señales claras que esta política vaya a cambiar.

Para la economía colombiana, el fenómeno va a castigar a los importadores y a las empresas que se han endeudado en dólares, lo mismo que a las finanzas del gobierno nacional. Los importadores de vehículos ya están sintiendo el apretón y el impacto en los precios de los bienes de consumo e intermedios se hará sentir, lo mismo en maquinaria y equipos. Los viajeros colombianos al exterior también empezarán a sufrir el impacto del fenómeno. Por el lado de los exportadores, las noticias les vienen con cierto alivio después  tantos años de crónica revaluación del peso. Sin embargo, como lo esta viviendo Japón con su devaluación del yen, los impactos automáticos de la misma en las exportaciones no son tan mecánicos pues no han logrado reactivar sus exportaciones todavía.

El fenómeno anterior se ha visto reforzado a la vez por factores propios del modelo minero-exportador adoptado en Colombia. Ante la pérdida de la dinámica del mismo por los precios internacionales, el fenómeno se agrava porque desde el inicio de este siglo, el país nunca ha tenido saldos positivos en su balanza de pagos en cuenta corriente. Las importaciones se han disparado por la crónica revaluación, lo cual unido a la continua remisión de utilidades y dividendos  de la inversión extranjera, así como las amortizaciones de la deuda externa, es posible que nuestra abundancia de divisas empiece a mermar este año. Ya en el 2012, si bien entró inversión extranjera por $19,379 millones de dólares, no se ha destacado que la remisión de utilidades y dividendos fue por $15,968 millones, dejándonos un saldo precario. Lo más probable es que el 2013 muestre cifras similares.

El Dane por otro lado, ha informado que la producción industrial cayó en el 2013 en un 1,9%. El anunciado cierre de la planta de Mazda significa ya una pérdida de 600 empleos industriales, con su impacto en la industria de autopartes, quedando reducida esta empresa, como en muchos casos, a ser una agencia importadora. Los tratados de libre comercio firmados y los que vienen, obligaron a esta firma a esta decisión. Importar y consumir es la consigna, sin producir nada.

El informe de  Tendencia Económica de Enero 2014 de Fedesarrollo, destaca que las exportaciones “no tradicionales” colombianas de desplomaron en un 3,3% en el segundo semestre del 2013, cayendo las industriales en un 2,0%. Los balances que se han hecho del TLC con Estados Unidos indican que en el tiempo transcurrido, hemos salido perdedores, pues ha sido favorable para ellos, con sus productos agrícolas y manufactureros, mientras que nosotros básicamente exportamos productos mineros sin mayor impacto doméstico.

En el ambiente electoral que vivimos uno quisiera ver a los candidatos haciendo propuestas sobre estos temas, pero me temo que solo se notan las promesas vagas de “mas salud, educación y empleo”, sin que se sepa cómo, mientras los colombianos se ahogan en la informalidad, los empleos precarios, y unas cifras oficiales que anuncian ríos de inversión que no se notan mucho en el diario vivir. Tal vez de ahí provenga tanto escepticismo. Con elecciones tan cruciales como las que se vienen, hay que votar muy bien.  De nada sirve quejarse después.