Ante las tremendas condiciones de inseguridad que vive nuestra ciudad, resulta saludable examinar la información del Índice de Progreso Social (2016). Tal vez ello ayude a aportar elementos de análisis para replantear algunos programas de políticas públicas que permean en Barranquilla.

A uno le da la impresión que el progreso de la ciudad se ha reducido a canalizar arroyos, arreglar parques y realizar más obras de infraestructura. Casi no se concibe un programa social que no involucre una actividad constructora. Dichas obras son necesarias, pero muchos planteamos que tal vez se deben espaciar más en el tiempo, pues hay frentes del orden social, que si no son objeto de política social, de invertir en la gente y no en cemento, vamos a seguir con graves problemas.

Barranquilla ha quedado clasificada con un Índice de Progreso Social Medio-Bajo. Contra lo que muchos coterráneos creen, no somos el mejor vividero del mundo.

“La tasa de mortalidad infantil en Barranquilla es mayor a la de Bogotá, Medellín, Cali, Bucaramanga y Cartagena. Los niños barranquilleros tienen dos veces más probabilidades de morir que los de Bucaramanga”, dice el informe. Luego añade: “las madres tienen dos veces más probabilidades de morir que las de Medellín y es superior a la de Bogotá y Cartagena”.

Aunque el Informe destaca el mejoramiento en vivienda, es claro que la percepción sobre los servicios públicos se ha deteriorado por el caso de la energía eléctrica. Igualmente, el infome destaca el retroceso en materia de homicidios, fenómeno que nos ha explotado ahora en 2017, pues la ciudad cae del 3º al 5º puesto.

Fue patente que este tema fue un lunar en la gestión de Elsa Noguera. El informe dice: “En el caso de Barranquilla, el deterioro se asocia a incrementos sustanciales en la tasa de homicidios (21%, el más alto de las 9 ciudades)”. La tasa de homicidios en Barranquilla fue de 35,5 en el 2015, mientras Bogotá registraba 17,4.

En educación, se reconocen los avances en cobertura básica y media, aunque se debilitan para el 2015 los indicadores de calidad, así como el estancamiento en analfabetismo. Aunque avanzamos en materia de TIC y conectividad, registramos perdidas en el progreso social en la sostenibilidad ecoambiental, por contaminación por ruido y otros problemas.

En materia de oportunidades, la ciudad también pierde puntos por problemas de tolerancia hacia la población LGBTI, a pesar de su buen comportamiento en empleo, aunque afectado por la excesiva informalidad. En materia de libertades personales, los indicadores marcan también un retroceso para la ciudad. En suma, factores diferentes a la simple construcción en infraestructura, nos colocan en un rango medio-bajo en progreso social.