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Los retos del Pipe: ejecución e institucionalidad

 

Siempre me ha llamado la atención los nombres que nuestra burocracia central le pone a sus iniciativas. Con sonido de cantante vallenato, tal vez para hacerlo más simpático, el Gobierno ha lanzado el Pipe (Plan de Impulso a la Productividad y el Empleo), equivalente a una iniciativa de 5 billones de pesos, para impulsar el crecimiento y la productividad en la industria y la agricultura. 

Es el reconocimiento que los dos sectores van mal en la presente coyuntura, y los últimos datos del Dane, ya de este año, corroboran que la industria cayó 1.6%  en enero y 4.5% en febrero. El personal ocupado en el sector ha caído en un 2.5%, y  vehículos y motocicletas, registraron caídas en sus ventas.

El Gobierno dice que la economía no está en recesión, pues el año pasado creció un 4%. Aunque eso es cierto, a pesar de los continuos ajustes estadísticos, cualquier analista sabe que una vez los sectores claves empiezan a caer, es cosa de tiempo que el resto lo haga.

Las medidas son transversales y diversas, así que sólo analizaré las más relevantes. 

En el sector agropecuario, se entregan incentivos a la capitalización rural por $100 mil millones en palma, cacao, banano y frutas, además de $100 mil millones para la reconversión productiva del sector lechero. Se invertirán $30 mil millones en un programa de asistencia técnica, $45 mil millones en adecuación de infraestructura, $15 mil millones en inversión de laboratorios de calidad y $10 mil millones para manejo de pasturas, y recursos por $280 mil millones para financiar el tercer Censo Nacional Agropecuario, luego de más de 40 años del último censo. Sin duda, si esto se lleva a cabo ayudará en algo, pero ni el volumen de recursos ni la capacidad de ejecución del actual gobierno permiten ser muy optimistas, ante las dificultades institucionales del sector. 

En la parte industrial, hay alivios para el sector. Se mantendrá hasta agosto de 2015, como mínimo, la política de cero arancel para 3.094 partidas arancelarias de bienes de capital y materias primas no producidas en el país. (Alivio cercano a $1,2 billones), y se otorga la eliminación de la sobretasa de 20% de energía para la industria y la sobretasa de 8,9% del gas para el sector industrial.

Igualmente se otorgan subsidios para la tasa de interés para viviendas hasta $200 millones, medida que ha sido cuestionada por beneficiar a los sectores medios. Se esperaría que ello estimule la demanda y oferta por vivienda, aunque hay temores que ello contribuya a la debatida burbuja que se cierne sobre los precios del sector de la vivienda.

En infraestructura, se reorientan recursos por $711 mil millones, ninguno de ellos en la Región Caribe obviamente.

El problema cambiario se enfrenta con regulaciones más laxas para que el sector financiero invierta en el exterior, y mayores compras de divisas.

La verdad es que Pipe no ha convencido mucho con su canción. Son medidas indirectas de política pública que dependen del entusiasmo del sector privado. Las medidas son débiles, y no atienden los problemas de fondo del sector industrial. Hay contradicción en estimular la salida de capitales y hablar de mayor inversión. En fin, la caída reciente de la Bolsa indica que seguimos en tiempos turbulentos y el son de Pipe es muy débil.

Por Jairo Parada
Opinión

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