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Metro ligero: ¿Una ligereza?

En medio del entusiasmo de las fiestas de fin de año y la lectura del Bando, la dinámica en la formación de empresas alrededor de la captura de rentas del Distrito no se detiene. El caso del alumbrado público, jugoso negocio, quedó en manos de una empresa de economía mixta en la cual, según la Silla Vacía, “ganan dos súper poderosos grupos de empresarios: el del zar de las basuras en el país, el antioqueño William Vélez, y el de los hermanos Christian y José Manuel Daes, megacontratistas del alcalde Álex Char”, negocio que moverá más de $35.000 millones al año. La sociedad civil poco supo de las condiciones de esta empresa y en qué se beneficia realmente el Distrito, sabiendo nosotros que el alumbrado público de Barranquilla es uno de los más costosos del país. 

Ahora, cuando los barranquilleros están estremecidos con el disparo de la tasa de homicidios en la Capital de Vida, y la creciente inseguridad de la cual no se salvan ni los diputados de la Asamblea, es claro que las palabras del alcalde Char de llamar al Ejército y la Policía en enero del 2016 se las ha llevado el viento. La inseguridad campea y de nada sirve la dialéctica del concreto para frenarla. Los barranquilleros seguimos entusiasmados con la idea que ahora sí se hacen obras, aunque sin preocuparnos de la sostenibilidad económica de las mismas y los costos. 

La preocupación embarga a muchos empresarios del Oriente del Atlántico con la novedosa propuesta del “metro ligero”. Nos dejaron maravillados con los renders y nos pusieron a soñar. El proyecto de esta asociación público-privada fue aprobado en su prefactibilidad el 18 de febrero de 2016, en el Área Metropolitana, sin mayor discusión con los ciudadanos del área. Debe ser tal vez porque el Área anda muy orgullosa de su gestión del Transmetro, un sistema de transporte masivo que debía mover 340.000 pasajeros, y apenas cubre a 130.000. Ni siquiera el contrato de publicidad del Transmetro se ha podido implementar para cubrir los gastos de la empresa, según me dicen los conocedores del tema, mientras los buses se pudren en los parqueaderos contratados, pues la terminal de Barranquillita no se ha podido terminar. La decadencia del mismo es visible y lamentable, pero en vez de resolverla, ahora nos salen con el metro ligero de la 30. Lo curioso de esta propuesta es que solo cubre la vía desde Olaya Herrera hasta el aeropuerto, sin partir de una visión integral de todo el transporte masivo del área metropolitana. Los empresarios saben que esta obra limitaría espacialmente el corredor de carga y pasajeros más importante del Atlántico, agudizándose el embudo entre más se acerque a Barranquilla. Nadie sabe cómo harían los habitantes de Malambo y los de Soledad para utilizar este ‘metro’ pequeño, en una vía que mueve 82.100 vehículos, 357.472 pasajeros y 44.364 toneladas de carga. Sin duda, nadie puede oponerse a un “metro ligero” para toda la ciudad, como se soñó con la Misión Japonesa. El Transmetro sería un subsistema del mismo. Pero esta propuesta, que ya se va a licitar, genera dudas. Tampoco está clara la financiación de los $300.000 millones locales ni se sabe quiénes son los dueños de Todotrén, la empresa que lo propone.

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