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Nuestras curiosas políticas públicas

Los ciudadanos no dejamos de sorprendernos ante el ingenio de nuestros gobernantes de turno al enfrentar la actual coyuntura económica afectada por los fenómenos del cambio climático. A mi parecer, refleja más la debilidad del Estado que la imaginación de la agencia pública.

A nivel macroeconómico, resulta curioso que para el Banco de la República, el blanco principal de la política macroeconómica es ahora  la inflación y no el desempleo, dando por terminado el período de bajas tasas de interés, elevando la tasa de intervención al 4,25%. Parece que han creído que los buenos resultados del PIB en el primer trimestre del 2014, van a seguir el resto del año como si entrásemos en un ciclo de expansión. Las cifras globales indican lo contrario, y aunque las de Estados Unidos resultaron positivas, el incierto panorama político mundial ya está afectando a Wall Street y los precios del petróleo. Los pronósticos de la economía mundial se han revisado a la baja, pero en Colombia se empieza a frenar en forma, a mi juicio, peligrosa la expansión crediticia, lo cual puede afectar la construcción y otros sectores económicos. A pesar de los buenos resultados de la economía en el país, hay que entender que estamos en medio de mucha inestabilidad.

Por otro lado, la Resolución de la Comisión de Regulación de Agua Potable que impone los consumos máximos de agua debido a la sequía, parece producida por gente que no conoce cómo Barranquilla y Cartagena se surten del precioso líquido. El agua que dejemos de consumir, seguirá su rumbo hacia el mar, sin que se beneficien las zonas que padecen la sequía actual. Pretender penalizar económicamente los consumos superiores a los topes fijados se convierte en un impuesto a los ciudadanos de estas ciudades, quienes nada tienen que ver con la total imprevisión del Estado colombiano frente al fenómeno de El Niño. Es más, en Barranquilla, gracias a los precios elevados del agua que consumimos, hace rato que aprendimos a economizar en la factura del agua.

Pero si en la esfera nacional se observan estas situaciones, a nivel local las cosas están para alquilar balcón. Ya a uno le cuesta trabajo entender las contradicciones del Concejo con la Alcaldía. La verdad es que no se sabe qué pensar. Uno entiende el celo del “coadministrador” del Distrito en el manejo de los recursos del presupuesto distrital.  Pero el episodio se viene repitiendo con frecuencia, hay un gran alboroto, y luego se resuelve misteriosamente. Ya el caso del POT nos dejó muchas dudas. A pesar de que el Concejo aprobó un POT, la Alcaldía lo desestimó y expidió uno por Decreto. Uno hubiese esperado duras y extensas protestas del Concejo, y las consabidas demandas a la nueva norma. Pero a las dos semanas se veían muy sonrientes los concejales con la Alcaldesa, visitando las obras. Parece que esta “gobernabilidad” duró poco, y de nuevo surge el mismo problema de las “facultades”. Si bien es cierto deben ser específicas y no tan generales, tampoco pueden ser tan detalladas, pues el Concejo tendría que  convertirse en una secretaria administrativa. Hay que imponer la sensatez. Otros temas importan más.

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