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Política económica: ¿cambio de tercio?

Si hay algo que caracteriza a la economía mundial en estos momentos, es la caída en el crecimiento económico de los afamados BRIC (Brasil, Rusia, India y China). La época de tasas de interés de los bancos centrales casi de cero y la inmensa liquidez parece ir terminando, según nos cuenta Nouriel Roubini. El crecimiento norteamericano es lento y Europa no da señales claras de salir de su estancamiento. Inexorablemente, ello ha frenado la locomotora exportadora minera colombiana, modificado las perspectivas del mercado del gas, carbón y petróleo, afectado también por los cambios tecnológicos del “shale-oil” en Estados Unidos. La mayoría de los analistas no creen que Colombia logre un crecimiento del PIB del 4 % en este año.

El gobierno de Santos continúa arrastrando la pérdida de imagen generada por el paro agrario, pues según la última encuesta de Datexco contaba con una aprobación del 26 %. Aunque no se debe gobernar según las encuestas, para un presidente pensando en reelegirse, ello muestra un escenario difícil de remontar.  Parece que el pesimismo corroe las esperanzas de los colombianos.

Otra cosa que sorprende de la encuesta es que los colombianos son escépticos ante las buenas cifras que pasa mostrando el ministro de Hacienda y el Banco de la República. El manejo de la economía cuenta con un 71 % de desaprobación y el costo de vida tiene una desaprobación del 81 %. Hace unos meses el presidente se ufanaba que ya Colombia no era el campeón de la desigualdad en América Latina pues el coeficiente de Gini había bajado.  Muchos en el gobierno creen que el problema es de comunicación. Pero la realidad parece ir en otra dirección.

En materia de empleo, aunque el Gobierno se ufana de un descenso en las tasas de desempleo abierto, la gente desconfía de las cifras oficiales ante la evidencia de la creciente informalidad.  Así el ministro de Comercio Exterior grite que los TLC no son la causa del paro agrario, en el imaginario colectivo se presiente que la realidad va por el otro lado. A lo mejor el ministro tiene razón en aspectos puntuales, pero si se miran las cifras de Mercosur, la revaluación crónica del peso soportada por más de una década y la corrupción por contrabando, la realidad es que esta apertura de facto está destruyendo la economía agraria e industrial del país.

Sin duda, los cambios ministeriales oxigenan al Gobierno a pesar de la oposición a los mismos en los círculos capitalinos. El Noticiero CM& se la pasó mostrando las diferencias entre el pensamiento de Amylkar Acosta y las políticas oficiales.  Lo que esperamos de este ministro no es sólo la oxigenación regional, sino el cambio de la política pública en materia de precios de la gasolina y la venta de Isagén, por lo menos.  En el caso del ministro de Agricultura, se espera sepa trabajar con los campesinos. De Tatyana Orozco en Planeación Nacional, a pesar de las críticas de la burocracia “técnica” de Bogotá  (ver la Silla Vacía) al no ser ella de la carrera del curubito de esta burocracia, se espera que su inmensa capacidad de gestión saque adelante las tareas del DNP y les demuestre que no se necesita pertenecer a sus allegados, para tener éxito, sobre todo cuando fracasaron en el pantano del sistema de regalías.  Se oxigena un gobierno con sangre nueva, que piense distinto. No con los mismos en las mismas. De lo otro ya hemos tenido bastante. El Paro Agrario demostró que fracasaron.

Por Jairo Parada
Opinión

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