El viernes pasado participé en un Seminario sobre Recursos naturales y desarrollo económico, invitado amablemente por el Dr. Andrés Escobar, del departamento de Investigaciones de la facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Cartagena.  Es agradable constatar el crecimiento impresionante que ha tenido esta universidad pública, con varias sedes en la ciudad, además de su expansión en otros municipios. La facultad de Ciencias Económica movió su sede a la zona de la ‘Piedra de Bolívar’, con amplias y cómodas instalaciones. En esa área se encuentran los campus de Ingeniería y Medicina, además del Hospital Universitario. En el evento, el Dr. Jaime Bonet, del Banco de la República, nos presentó un cuadro actualizado de la coyuntura económica nacional, en el cual queda evidenciado la desaceleración que vivimos, acompañada de continuos déficits en la balanza de pagos, mayor que los de nuestros vecinos, con más del 6% del PIB, pues el desempeño exportador sigue siendo pobre, a pesar de la devaluación y las importaciones se mantienen en niveles importantes. Asimismo, la pérdida en ingresos en el Gobierno central ha sido la más fuerte en 35 años por la caída de los precios del petróleo. Nos va un poco mejor que a los vecinos, pero no es algo que cause entusiasmo.

Por mi parte, presenté la visión institucionalista sobre el rol de los recursos naturales y el desarrollo, inspirado en las tesis de Clarence Ayres, Zimmerman y Thomas DeGregory, quienes enfatizaron hace tiempo que los recursos naturales no son algo físico que abunda o se acaba, sino que son creados por el desarrollo tecnológico del ser humano, en esa evolución económica y social constante de medios y fines. Hace pocos años, el petróleo “escaseaba” con precios por encima de 100 dólares el barril, mientras que ahora abunda, por la aparición de nuevas tecnologías y los cambios de la economía mundial. Los institucionalistas no creemos mucho en la teoría de la “maldición” de los recursos naturales, pues las bonanzas se pueden aprovechar correctamente, o malgastarlas en clientelismo y corrupción. Por eso la economía no se puede definir como la ciencia de la escasez, sino la ciencia de la provisión de las necesidades económicas y sociales del hombre. Por ello, los recursos naturales no se pueden manejar solamente atendiendo las necesidades pecuniarias del mercado, sino que es necesaria la regulación estatal y social. En esa misma línea, el Dr. Juan Manuel  Ramírez, de la Universidad Complutense de Madrid, ilustró sobre los límites y alcances del post-desarrollismo en  este campo, señalando cómo una economía moderna y diversificada como Noruega, con buena institucionalidad, pudo aprovechar las bonanzas petroleras combinándola con diversificación productiva, evitando la enfermedad holandesa.

Reflexionando sobre esto, mucho me temo que nosotros tampoco la manejamos de la mejor forma, baste mirar el terrible manejo que le hemos hecho a las regalías, con pocas excepciones, con contrataciones amañadas y licitaciones de un solo proponente, y con un bajo nivel de ejecución, de acuerdo con los informes de la Contraloría General de la República. Seguimos sin la institucionalidad debida para dicho manejo. No se ven proyectos de “impacto regional”.