Los tiempos que vivimos son de gran conmoción. El presidente Trump viene sacudiendo el orden internacional y nacional con sus medidas ejecutivas, lo cual ha causado gran incertidumbre y dramas personales en muchas partes del globo. En realidad, lo que se está planteando es una reorganización del orden mundial de postguerra, lo cual por ahora va a significar un gran desorden. Este orden de postguerra fue delineado por Franklin D. Roosevelt, apoyado en la necesidad de fortalecer la democracia, liquidar el colonialismo y fomentar el libre comercio.

Aunque este último no es una panacea, el mundo hoy asiste al espectáculo de un presidente norteamericano que predica el proteccionismo y cuestiona la globalización, la cual ha sido intensa en las últimas décadas. Sus  medidas son bastante populistas, destinadas a satisfacer a su electorado. Por ello la gente debe tener cuidado por lo que vota, pues a veces les dan lo que pidieron. Se está fracturando el orden latinoamericano con el tratamiento que le da a México al aplicar dos medidas que los expertos consideran inútiles.

El muro ya existe en 650 millas, en otras partes la geografía no permite su construcción, pero gastarle 12,000 millones de dólares a una pared no parece muy sensato, sobre todo cuando ya la migración viene cayendo por los logros económicos de México y el lento crecimiento norteamericano. Imponerle una tarifa del 20% a los mexicanos viola el Nafta y no será fácil, pues los economistas sabemos que los aranceles van a recaer sobre los consumidores en Estados Unidos en parte. Además México solo representa el 8% del déficit exterior norteamericano. Imponer una tarifa a los giros a México afectará muchos negocios americanos y mexicanos.

En estas guerras comerciales todo el mundo sale perdiendo. Ni qué decir que desbarata las relaciones políticas con un vecino demasiado bueno con Estados Unidos. Como si no fuera suficiente, imponer las restricciones migratorias a los musulmanes, sin distinguir el Islam del terrorismo musulmán, solo hará aumentar el odio hacia los Estados Unidos, y ayudará a fortalecer a los grupos radicales y al Ejercito Islámico. Afortunadamente, ya jueces federales están bloqueando esta orden presidencial, pues se ha afectado a residentes legales provenientes de países árabes, pero estas medidas judiciales son temporales, y Trump busca controlar la Corte Suprema. De esta forma, después de más de tres décadas de prédicas de las ventajas del libre comercio en los programas de Economía, hoy vemos al país líder en este campo practicando un proteccionismo populista. ¿Qué dirán en el Banco Mundial y el FMI?  Opuesto a Trump, ya salió el primer tren de Yiwe en el este de China, el cual llegó hasta Londres, inaugurando la “ruta ferroviaria de la seda”. China por su lado le apuesta a la globalización, ¿algo irónico no?

El discurso de Trump contra las multinacionales también es algo populista, pues desde la crisis del 2008, su poder viene decreciendo según lo muestra la revista The Economist de enero 28/17, con caídas en sus beneficios, a pesar de la presencia de estrellas como Google o Uber. Ilusos son los que piensan que Trump no afectará el TLC con Colombia, a pesar de que les ha sido favorable. También falta ver qué diga sobre el proceso de paz nuestro. Tiempos tormentosos se nos vienen.