Mientras la mayoría de las emisoras de radio transmitían los partidos de fútbol, con la excepción de Blu Radio, ocurría la sesión de instalación del Congreso de la República este domingo. Este Congreso tendrá un rol clave en los profundos ajustes institucionales que requiere el país para resolver problemáticas esenciales para el desarrollo económico, y no importa cuál sea nuestro sentir hacia el estamento político de los colombianos (no es correcto llamarlo “clase política” pues no llena los requisitos sociológicos, económicos, políticos ni culturales de una clase social), las personas elegidas determinarán el rumbo de las cosas. En cierta forma representan nuestra matriz institucional como país, con sus virtudes y defectos.

Un parlamento es clave para el funcionamiento de la democracia moderna. En él, hacen presencia los partidos de gobierno y de oposición, algo desconocido antes en Colombia con el unanimismo del Frente Nacional y las alianzas tradicionales ultramayoritarias, las cuales ofrecían un camino fácil para las iniciativas de los gobiernos. A pesar de los llamados de “unidad” que generó el fenómeno de la Selección, es claro que las controversias políticas en este Congreso serán profundas. Así debe ser, pues el tema de la paz y de los caminos para llegar a ella dividen hondamente a los colombianos.

De ahí la tremenda responsabilidad de este Congreso. Encontrar un camino acertado para iniciativas que le den salida al proceso de paz de La Habana será controversial. Hay que destacar que no hubo mayores anuncios en el plano económico de iniciativas legislativas. Ello no sorprende, pues si el Gobierno está convencido que la economía va bien, todo indica que se mantendrá el mismo modelo minero-exportador revaluacionista, que tanta desindustrialización le ha traído al país, combinado con un asistencialismo social. El Gobierno mantiene la venta de Isagén y nadie debe hacerse ilusiones de modificaciones en la agenda económica. Pero la agenda de reformas que sugiere la terminación del conflicto tarde o temprano va a exigir cambios en materia de modelo económico. No se entendería cómo se transformaría el sector agropecuario manteniendo el actual status quo, dado que sabemos que la clave de la paz en este país pasa por atender el problema de la tierra. Temas como el marco jurídico de la paz, la justicia transicional, la reforma al equilibrio de poderes entre las ramas, la reforma política, la reforma electoral y la reforma a la salud son esenciales para la vida de los colombianos. Tendrán efectos también en el plano económico, sin duda.

Tampoco el Presidente hizo anuncios en materia de ordenamiento territorial. Pareciese como si la LOOT expedida por el Congreso anterior hubiese sido perfecta, ni anunció cambios al sistema de regalías. Estos puntos son sensibles precisamente en las regiones de la periferia de Colombia que le dieron el triunfo a Santos. El desarrollo rural y regional se construye desde los territorios. La suerte del proceso de paz se jugará en los territorios. La complejidad de la agenda exigirá sin duda mayores ajustes institucionales.