La crisis fronteriza, a pesar de los abusos y el despotismo de los gobernantes del vecino país, debe servir para preguntarnos por qué millones de colombianos se tienen que ir al extranjero a probar mejores horizontes. Toca reconocer entonces que el modelo económico implementado desde los años 90, con sus reformas liberales, no ha dado los resultados esperados. Ha generado desindustrialización, empleo precario e informalidad excesiva.

Un primer elemento de reflexión se encuentra desarrollado por Luis Fernando López (Cedec-Cámara de Comercio de Cartagena), en su artículo “Transformación productiva de la industria en Colombia y sus regiones después de la Apertura Económica” (Revista Cuadernos de Economía No. 53-Universidad Nacional), en el cual se analiza la evolución industrial del país desde 1974 hasta el 2005, con base en datos de la Encuesta Anual Manufacturera del Dane, con rigurosos modelos econométricos que nos fueron presentados hace diez días en nuestro encuentro semanal de investigación en el Departamento de Economía de la Universidad del Norte, al cual asistimos profesores y estudiantes en proceso de elaboración de trabajos de investigación. En este trabajo se encontró que “la profundización de esta reforma a partir de la década de 1990 facilitó el aumento inusitado de las importaciones industriales y que esto a su vez agravó el estancamiento del crecimiento industrial y dificultó aún más la transformación y diversificación de la industria”. A nivel regional, todas las regiones industrializadas del país sufrieron efectos negativos, con la excepción de Bolívar y Cundinamarca, que se mantuvieron en su dinámica. En otras palabras, el milagro industrial y exportador que la apertura suponía no ocurrió. La política industrial de no hacer nada, esperando al mercado global, no dio los resultados esperados. En el Atlántico, nada ha cambiado en esencia en el aparato industrial.

Un segundo elemento nos lo ofrece el documento valioso que acaba de publicar la Andi “Estrategia para una nueva industrialización” (Ver www.andi.com.co), donde por fin la Andi rompe su pasividad del pasado, y apoyándose en un estudio de Fedesarrollo, reclama un tipo nuevo de industrialización del país, sin esperar que los mecanismos automáticos del mercado lo resuelvan todo. Rayos y centellas de la ortodoxia económica del país le cayeron al gremio, tratando de asustarlo, calificándolo de querer volver al viejo proteccionismo. Pero un estudio cuidadoso del mismo revela que se está solicitando una estrategia de desarrollo integral para la industria, inscribiéndonos en las cadenas globales de valor, precisando la necesidad de definir “un modelo de país”. El documento hace recomendaciones en todos los frentes, planteando políticas públicas, regulación, talento humano, estrategias gerenciales, innovación, replanteamientos fiscales, y en ninguna parte de formula una política proteccionista de viejo tipo, pero reclamando la necesidad de precisar en qué cadenas productivas debemos colocar nuestras apuestas (alimentos, agroindustria, agricultura, industria pecuaria, etc). Pensar que por la simple devaluación del peso vamos a exportar más en el mediano plazo es una vana ilusión. Recuperando la industrialización a lo mejor dejamos de ‘exportar’ tanta mano de obra para que nos la devuelvan con insultos y abusos, violando elementales derechos humanos.