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Salud y Enfermedad Mental: Un reto para los comunidadores

Thomas Szasz argumenta en la Introducción de su reconocida obra “Ideología y enfermedad mental” que  “Entre las muchas tonterías que dijo Rousseau, una de las más tontas y famosas es esta: < El hombre nace libre, y sin embargo, está encadenado por doquier>. Esta sentencia presuntuosa impide percibir claramente la naturaleza de la libertad; porque si la libertad es la capacidad para poder elegir sin imposiciones, el hombre nace encadenado. Y el desafío que plantea la vida es la liberación”1

 

Según el autor arriba citado, hoy, particularmente en el mundo occidental, casi todas las dificultades y problemas de la vida se consideran afecciones psiquiátricas, y casi todas las personas (salvo las que hacen el diagnóstico) están mentalmente enfermas. La moderna ideología psiquiátrica es una adaptación, según Szasz de la ideología tradicional de la teología cristiana. “En lugar de nacer pecador, el hombre nace enfermo. En lugar de ser la vida un valle de lágrimas, es un valle de enfermedades”.

 

Esta ideología que con la tecnificación actual y el gran desarrollo de los medios de comunicación, se adentra en los asuntos personales, sociales y políticos, es una característica prevaleciente de la moderna era burocrática. Desde hace algunas décadas, tanto en Colombia como en la mayoría de países occidentales, con altas tasas de criminalidad, pobreza, consumo de sustancias psicoactivas, desigualdad socioeconómica, discrimen de todo tipo y sobre todo de desesperanza existencial, se han venido desarrollando campañas publicitarias sobre educación en salud mental, “tal vez en un esfuerzo tendiente a atraer a personas desprevenidas para convertirlas en clientes de los servicios de salud mental comunitaria”.

 

Es en este punto, donde comienza la responsabilidad humana y social de los comunicadores y de los medios de comunicación, debido a la gran influencia que ellos tienen sobre los conglomerados humanos y sobre los individuos en particular.  Se debe alejar a la enfermedad mental de la crónica de sucesos noticiosos, rompiendo así el falso vínculo  violencia-enfermedad mental, ya que una conducta violenta no puede justificarse sólo a causa de una enfermedad mental. A este respecto es frecuente oír  o leer noticias tales como: “ En un estado de locura NN asesinó a su compañera consensual”. Debemos entender que las personas con enfermedad mental tienen la misma probabilidad de cometer un acto delictivo que cualquier otra.

 

Igualmente el comunicador debe saber que los enfermos mentales, con tratamiento psiquiátrico y un entorno social y familiar adecuados, pueden vivir en la sociedad sin que esto suponga un riesgo para nadie. No se debe prejuzgar ni relegar la causa de un acto violento o delictivo a una enfermedad mental porque muy pocas veces se informan solo de una sola causa “que probablemente explica” la conducta de este tipo.

 

No se debe omitir información relevante para entender el hecho, por falta de tiempo o espacio, pues se puede dar una visión sesgada que fomente y mantenga prejuicios, de hecho es importante la preparación científica del comunicador al elaborar la noticia.  Si trabajamos para la inclusión y no a los estereotipos y prejuicios comunique con cuidado y no pierda el sentido de justicia al comunicar.

 

No se debe estigmatizar a las personas con enfermedad mental con el uso incorrecto de palabras que las definen, ya que las personas, sanas o enfermas, son ante todo personas. En muchos casos, la circunstancia de la enfermedad mental no es relevante para la información, y entonces no hay necesidad de citarla. Si hay que hacerlo, debe evitarse etiquetar con diagnósticos o palabras populares a quienes padecen alguna enfermedad mental.  No es infrecuente ver en noticiarios de televisión desde la  escena de un crimen  que quien informa sobre el hecho identifica al victimario como loco o esquizofrénico, sin tener los elementos de juicio suficientes para poner tales etiquetas.

Debemos recordar que el límite entre enfermedad y salud mental no es un límite claro ni bien definido y los criterios para designar a una persona como sana o enferma van variando  según los distintos enfoques teóricos a lo largo del tiempo. Hoy mismo, por ejemplo, hay un gran abismo en la clasificación de los trastornos mentales, desde la gran aportación de Kraepelin, el psiquiatra alemán del siglo 19 y el actual Manual Diagnóstico y Estadístico de los Desórdenes Mentales (DSM 5) de la Asociación Psiquiátrica Americana, publicado en 20132

 

Ese “abismo” clasificatorio, diagnóstico y conceptual, es comprensible si entendemos que la patología se construye en la interacción social y que el contexto socio histórico es la tierra fértil en donde se originan y clasifican algunos patrones conductuales como signos de enfermedad.

Es por todo lo anterior que el comunicador social en cualquier campo pero especialmente en el referente a la salud y enfermedad mental debe entender que : <la comunicación no es solo un intercambio entre individuos, sino un proceso de construcción del imaginario social y de la identidad colectiva, o lo que es lo mismo, la creación del “conjunto de creencias compartidas por una sociedad que implican una visión de sí misma como “nosotros”, es decir, una auto representación de “nosotros mismos” como estos y no otros”3 .   

 

Finalmente se anota que el comunicador no debe tener una visión reduccionista de la salud mental, que se centra casi exclusivamente en los factores biológicos individuales. Cada conglomerado cultural tiene sus propias manifestaciones tanto de la salud como de la enfermedad mental. La “locura” y sus manifestaciones no son iguales en la costa que en el interior de Colombia.

 

Referencias

   1. Thomas S. Szasz. Ideología y Enfermedad mental (1970). Amorrourto editores.

    S.A, Icalma 2001 Buenos Aires.

   2. Diagnostic and Statistical Manual ofMental Disorders, Fifth Edition. Arlington

   VA, American Psychiatric Association, 2013.

  3. Cabrera.D (2010) Imaginario social, comunicación e identidad colectiva.

                                  [http://www.escuelasistemica.com.ar/publicaciones/artículos/10/pdf]