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Competitividad Colombia

Los retos de competitividad que le esperan a Colombia son mucho mayores que los que le esperaban a Colombia antes de la pandemia. A partir de un análisis por parte del Consejo Privado de Competitividad (CPC) en su informe anual (https://compite.com.co/informe/informe-nacional-de-competitividad-2020-2021/), se dan luces sobre el diagnóstico de los años recientes y las tendencias desde el 2021 y años siguientes sobre lo que viene en torno a la competitividad. 

 

Vale poner en consideración y en discusión algunos de los elementos que presenta este informe que sigue los 12 pilares de la competitividad que utiliza año a año el Foro Económico Mundial (https://www.weforum.org/reports/global-competitiveness-report-2019) para medir la competitividad de los países, y reconocer que los problemas no son de la pandemia sino de la estructura de un entorno competitivo aún sin despegar. Es más, la pandemia lo que ha hecho es exacerbar problemas conocidos y hacer aparecer algunos levemente evidentes.

 

Categorías y Pilares de la Competitividad

Fuente: Adaptado del Foro Económico Mundial 

 

En cuanto al pilar de entorno institucional, un país que sigue en lugares intermedios de la corrupción (96/198 países según Transparencia Internacional) y 94% de la población considera la corrupción un gran problema, difícilmente puede invocar la ayuda del sector privado y de las sociedad civil para acometer acciones que impliquen soporte financiero vía impuestos para apoyar la reconstrucción del país.

 

Frente al pilar de infraestructura, este ha recibido un particular impulso con la pandemia pues es el que puede jalonar de forma rápida los indicadores de empleo que de no cumplirse son detonantes de otra serie de problemas sociales. Así, la infraestructura pública con las vías 4G ya venía moviéndose en anteriores planes de desarrollo y han sido el caballo de batalla del actual gobierno, incluyendo políticas de construcción de vivienda que son soluciones de corto plazo, pero que de no medirse pueden detonar en problemas graves de largo plazo por burbujas inmobiliarias ya presentes en otros países, donde trataron de usar esta misma receta.

 

Respecto al pilar de ambiente macroeconómico, Colombia se ha caracterizado por ser ejemplo en el manejo de políticas fiscales del gobierno y monetarias por el Banco de la República, además de garantizar autonomía al menos formal entre ambas instancias. Sin embargo, nuevamente por la pandemia, el gobierno se ha visto expuesto a recurrir a la banca multilateral para financiarse pues la reforma tributaria estructural ya pospuesta por muchos años, más por razones políticas que técnicas, ponen en entredicho la continuidad de esta fama y credibilidad mundial por el manejo fiscal. Por su parte el Banco de la República, con su responsabilidad constitucional de manejo de la inflación, ha pasado a tener un rol mayor para colaborarle al gobierno en impactar crecimiento a partir de tasas de interés más bajas que motiven el aparato productivo, que no necesariamente corresponden a su responsabilidad pero que dadas las condiciones se volvió necesario, aunque también hace cuestionar su autonomía.

 

En la adaptación tecnológica, la infraestructura para las TICs tuvo que priorizarse por las contingencias de transformación digital que requirió la pandemia. SIn embargo, mientras en otros países 5G es la norma, en Colombia finalizando el 2020 se dan apenas los primeros pilotos. En esto ha sido el sector privado el que ha dado los mayores pasos, eso sí con problemas técnicos no resueltos y una estructura oligopólica que le permite enfrentar más fácilmente los embates del mercado. El gobierno sigue a pasos lentos en legislación, lo que las TICs requieren en acción y esto lo reconocen las empresas del sector causando incertidumbre y potenciales desviaciones de inversión hacia destinos más atractivos.

 

En los aspectos de capital humano tanto la salud como la educación hicieron magnificar las ya conocidas falencias del país. Antes de la pandemia se contaban 1,7 camas y 2,2 médicos por cada 1000 habitantes y en educación 72% de cobertura hasta educación media, dejan muy atrasado la garantía de universalidad en salud y educación. Aunque el presupuesto de la nación aumenta en estos sectores (1,4% y 7,5% del PIB respectivamente), lo que no se enuncia es que el gasto de funcionamiento se lleva las mayores partes, queda una pregunta respecto a la inversión en mayor acceso y sobretodo calidad.

 

En lo que a los pilares de mercados se refiere, estos se han visto en una disrupción sin precedentes, que al menos esta generación no habría visto. En el mercado de bienes y servicios, el indicador del PIB con crecimiento del 3,3% en 2019, llega en abril de este año a reducirse hasta -15,7% en el segundo trimestre del año producto de los cierres. Mercados domésticos e internacionales cerrados dieron como resultado pérdidas en otros indicadores como el del mercado laboral que llegaron al índice de 20,7% de desempleo nacional en julio. Por su parte el mercado financiero, se ha logrado sostener gracias a las medidas de política monetaria del Banco de la República que paulatinamente ha bajado las tasas de interés para dar mayor inyección de capital a la economía. El resultado de esto no es automático, pero gremios sobretodo de MiPyMes se quejan que el acceso al crédito aún es limitado y solicitan que deben existir formas diferentes a la banca comercial para poder recibir esos dineros, por cuenta de que las exigencias de respaldo al parecer no son suficientes para los banqueros.

 

En esta línea de mercados, para algunos no es posible pensar aún en reactivar el comercio exterior, cuando ni siquiera se ha reactivado el doméstico, pero estructuralmente, tampoco se puede pensar por la historia de Colombia poco dependiente del mercado externo y así que pueda ser la tabla de salvación de la economía colombiana. Principalmente por dos razones, una de coyuntura que es la baja demanda internacional por la pandemia y otra estructural que es la dependencia de pocos productos de exportación y con los principales (minero-energéticos) que son commodities dependientes de los mercados internacionales.

 

El último aspecto de la competitividad a tener en cuenta en la competitividad según el FEM es la innovación y sofisticación de los negocios. El 0,73% del PIB en inversión en investigación y desarrollo está muy por debajo de los promedios de la OCDE y con las prioridades de ejecución post-pandemia, difícilmente se aumentará la inversión en este rubro. Las inversiones en I+D de ahora, solo tendrán réditos en el mediano y largo plazo y eso es una condena para los gobiernos de cuatro años que deben ver ejecutados sus planes de gobierno para no ser castigados en las elecciones por incumplir necesidades básicas. Lo que no se entiende es que las políticas de I+D deben estar por encima de planes de gobierno para convertirse en planes de Estado.

 

Precisamente el mayor problema del costo Colombia, que mejor debería denominarse “competitividad Colombia” es la falta de planes de Estado que vean los pilares de la competitividad en el largo plazo y más allá de los 4 años de mandato. El informe de competitividad del CPC es una buena hoja de ruta, pero como todas estas hojas y diagnósticos de la competitividad en Colombia, lastimosamente y por lo menos hasta ahora, reposan en los anaqueles como plan de gobierno, pero ninguno de ellos ha logrado transformarse en ejecución de Estado.