RESUMEN


Manuel Eduardo Moreno Slagter

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ACERCA DE MÍ Arquitecto con estudios de maestría en medio ambiente y arquitectura bioclimática en la Universidad Politécnica de Madrid. Decano de la Escuela de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de la Universidad del Norte. Defensor de la ciudad compacta y densa, y de las alternativas de transporte sostenible. Coleccionista de música.

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Agradecimientos

Se ha dicho hasta el cansancio que en los momentos de crisis se revela lo mejor y lo peor de las personas.

Mañana es Navidad. Esta noche muchas familias tendremos la fortuna de celebrarla reunidos en torno a una mesa, compartiendo regalos y buenos deseos con algunas de nuestras personas más queridas. En un año que ha sido especialmente complejo, es conveniente olvidarnos por un rato de tanto lío y cederle paso al regocijo, un sentimiento que con razón nos ha sido esquivo por muchos meses. Será este un año inolvidable y ojalá irrepetible.

También es una buena oportunidad para agradecer. Dentro de las tantas cosas que podrían mencionarse, y con peligro de caer en tópicos y lugares comunes, me parece pertinente resaltar por encima de cualquier otro asunto el trabajo de las personas relacionadas con el cuidado de la salud. Me refiero a los médicos, las enfermeras, los investigadores, los funcionarios y a todos aquellos que de alguna u otra manera han tenido que enfrentarse a esta pandemia, trabajando en hospitales, laboratorios y centros médicos. No alcanzan las palabras para agradecerles por su compromiso y dedicación.

Se ha dicho hasta el cansancio que en los momentos de crisis se revela lo mejor y lo peor de las personas. Tales circunstancias también configuran, a veces con violencia, nuestras prioridades e intereses. En este caso ha sido evidente que por mucho que avancemos, por muchas opciones que nos ofrezca este mundo veloz, interconectado y contradictorio, hay ciertas cosas que siguen manteniendo su importancia, oficios que son imprescindibles. Uno puede imaginarse un mundo sin YouTube, Instagram o Twitter, y por consiguiente sin sus usuarios más populares; o incluso se podría subsistir con solvencia sin algunas de las arandelas que cierto nivel de confort nos ha hecho sentir como necesarias. Pero de ninguna manera podríamos tener una vida digna sin la ciencia médica.

Por eso encuentro sumamente ofensivas algunas de las posiciones que ponen en duda el encomiable esfuerzo que ha llevado a encontrar y distribuir eficazmente una vacuna contra el virus, así como las acciones de contención. Qué fácil resulta criticar desde el sofá, sin conocer del todo el funcionamiento de una molécula o de un anticuerpo. Qué fácil sembrar dudas cuando no se tiene nada que perder. A esas personas no las termino de descifrar, me pregunto qué ganan replicando ansiedades, distribuyendo inquietudes. Posando de listos y avispados, terminan siendo los más torpes del grupo. Mejor ignorarlos.

Primum non nocere: lo primero, no hacer daño. Pocos oficios declaran, con tanta nitidez, su vocación de favorecer y ayudar. Reitero entonces mis agradecimientos a todos esos profesionales de la salud, a los que tengo la suerte de conocer, a los que alguna vez me han atendido y a los que están ahí, poniéndole el pecho a una situación que la mayoría de nosotros ha visto pasar desde la seguridad de nuestras casas. Ojalá no se nos olviden sus aportes y sacrificios cuando todo esto pase.

Fotografía tomada de https://www.unsplash.com

Publicado en El Heraldo el jueves 24 de diciembre de 2020