RESUMEN


Manuel Eduardo Moreno Slagter

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ACERCA DE MÍ Arquitecto con estudios de maestría en medio ambiente y arquitectura bioclimática en la Universidad Politécnica de Madrid. Decano de la Escuela de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de la Universidad del Norte. Defensor de la ciudad compacta y densa, y de las alternativas de transporte sostenible. Coleccionista de música.

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Los niños

Probablemente han visto la foto. Es un grupo de cinco hombres transportando a una mujer en camilla, hay soldados, miembros de una organización de salvamento y quizá algún civil apoyando la tarea. La mujer está claramente embarazada y herida, su rostro muestra el desconcierto involuntario de quien sufre un estado de trauma y tensión extremo, está pálida, tiene la mirada perdida y se cubre una parte del vientre con la mano izquierda. Se intuyen rastros de sangre en su pantalón. El fondo es un edificio de dos pisos que ha sido destruido por un misil, ya no tiene ventanas y quedan los vanos descubiertos, desde las paredes de la fachada cuelgan jirones del material aislante. El grupo se afana sobre un patio cubierto de ramas y tierra removida, en las caras hay signos de desesperación. La monocromía impuesta por los tonos pardos y grises se rompe por la sábana que cuelga de la camilla, es roja con puntos negros y unos toques verdes, como imitando a una fresa, el tipo de cosas que se encuentran cuando hay ambientes infantiles. En este caso se trataba de un hospital de maternidad.

Después se supo que la mujer y el bebé en gestación no lograron sobrevivir, se sumaron a las víctimas de los ataques a Mariupol, una ciudad al sureste de Ucrania que ha sido objeto de una considerable sevicia por parte de las fuerzas rusas.

En Bogotá, la noche del sábado, un artefacto explosivo fue detonado contra el CAI de Arborizadora Alta, en la localidad de Ciudad Bolívar. El atentado ocasionó la muerte de un niño y una niña, de 12 y 5 años, múltiples heridos y algunos destrozos materiales.

Según el comandante de la Policía Metropolitana de Bogotá, la persona que activó la bomba debía tener línea visual con el dispositivo para hacerlo funcionar, de tal forma que, aunque se habría dado cuenta de la cercanía de los menores, su plan no se alteró. La explosión ocurrió pocos minutos después de las siete de la noche, por lo que puede deducirse que la idea no era solamente atacar a los policías, una cosa igual de censurable, sino también afectar a los demás ciudadanos. No es fácil intentar comprender los niveles de bajeza moral que motivan a cualquier individuo que decida conscientemente comportarse de esa forma.

Son dos casos que responden a circunstancias muy diferentes, pero que comparten su sinsentido. Los rusos sabían que estaban atacando una instalación llena de madres y sus bebés, y el perpetrador del atentado en Bogotá estaba viendo a los menores cuando oprimió el botón.

Creo que entre todas las abominaciones de las que somos capaces las personas, una relación que lamentablemente no es breve, ninguna supera el infanticidio. Los niños son seres indefensos e inocentes: no se pueden valer por sus propios medios y no tienen la culpa de nada de lo que sucede, porque está claro que no han podido agredir ni ofender a nadie. Por eso merecen toda nuestra ayuda y apoyo, por eso requieren nuestra protección. Cuando ese mandato natural es traicionado queda muy poco por decir, salvo reconocer que ya se tocó fondo y que recuperarnos será más duro. Da lo mismo si las atrocidades se cometen en Ucrania o en Colombia.

Fotografía tomada de https://www.unsplash.com

Publicado en El Heraldo el jueves 31 de marzo de 2022