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Manuel Eduardo Moreno Slagter

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ACERCA DE MÍ Arquitecto con estudios de maestría en medio ambiente y arquitectura bioclimática en la Universidad Politécnica de Madrid. Decano de la Escuela de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de la Universidad del Norte. Defensor de la ciudad compacta y densa, y de las alternativas de transporte sostenible. Coleccionista de música.

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Por fin, los andenes

Los andenes de Barranquilla reclaman atención desde hace mucho rato.

La administración distrital ha anunciado la intención de poner en marcha un proyecto para la recuperación de los andenes de nuestra ciudad. Se pretende así continuar con la afortunada tendencia de mejoramiento del entorno urbano que ha venido consolidándose durante los últimos años, con la canalización de los arroyos y la mejora de los parques. Según el anuncio, el proyecto se financiará parcialmente con la regulación del cobro del parqueo en el espacio público, mediante el establecimiento de unas zonas de estacionamientos regulados —ZER—, que no es otra cosa que la implementación de parquímetros en unos sectores determinados. Una buena idea que logra abordar dos problemas estrechamente relacionados. Desde luego falta mucho para que la iniciativa vea la luz, siendo necesario definir sus detalles y la concertación con un grupo heterogéneo de interesados, pero por ahora brinda una excepcional oportunidad para que en la ciudad podamos conversar sobre estos asuntos, a veces tan ignorados.

El andén es el espacio público fundamental. Diversos autores, desde Jane Jacobs hasta Jeff Speck, los han reconocido como un elemento imprescindible, una suerte de termómetro de la calidad de vida en las ciudades. Aunque su principal función es permitir el tránsito de los peatones de forma segura y cómoda, el andén puede también albergar diversos usos y ofrecer espacios de intercambio y encuentro. Un buen andén es mucho más que una franja de pavimento, se constituye en un elemento integrador de la comunidad, un atractivo comercial, e incluso en un factor determinante para la seguridad de un vecindario: ciertamente nos sentimos más seguros al transitar por un andén bien iluminado y poblado de gente que por un andén desolado y oscuro.

Los andenes de Barranquilla reclaman atención desde hace mucho rato. En una columna anterior, que ya cumple cinco años, mencionaba que aparentemente la seguridad del peatón en nuestra ciudad es irrelevante, un asunto menor, un problema que nunca ha desvelado a nuestras administraciones. La situación no ha cambiado mucho durante este lustro que pasó. En todos los estratos, en todos los sectores de la ciudad, siguen viéndose incoherencias, rampas y espacios de parqueo que interrumpen el flujo peatonal, materiales que resbalan, desniveles solucionados con escaleras, estrechez, mala iluminación, huecos y trampas; un enorme rosario de obstáculos y malas prácticas que alejan la posibilidad de caminar dignamente.

Ojalá el proyecto de recuperación de andenes logre consolidarse y convertirse en una realidad. Si de paso logramos ordenar, así sea parcialmente, el parqueo en los espacios públicos, mejor todavía. Se ha demostrado que somos capaces de llevar a feliz término varios proyectos urbanos que han impactado positivamente la calidad de vida de los barranquilleros. Seguramente con los andenes también lo lograremos.

Fotografía tomada de https://www.unsplash.com

Publicado en El Heraldo el jueves 5 de noviembre de 2020