RESUMEN


Manuel Eduardo Moreno Slagter

Responsive Image
ACERCA DE MÍ Arquitecto con estudios de maestría en medio ambiente y arquitectura bioclimática en la Universidad Politécnica de Madrid. Decano de la Escuela de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de la Universidad del Norte. Defensor de la ciudad compacta y densa, y de las alternativas de transporte sostenible. Coleccionista de música.

Contacto

BLOGS


Siempre hay una excusa

No es hora de buscar culpables, eso no sirve para nada, desgasta y distrae de lo importante.

La Dimar ha restringido el ingreso de embarcaciones con ocho metros de calado al canal de acceso al puerto de Barranquilla. La noticia es de ayer, o de hace un mes, o un año, o una década o medio siglo, da igual; el paso del tiempo no parece tener relevancia alguna. Desde que tengo memoria nuestros puertos tienen que lidiar con esta grave situación, que aparentemente supera las capacidades de la ingeniería contemporánea, o cuando menos de la que tenemos al alcance en esta esquina del mundo.

Llevamos toda la vida haciendo reclamos y pataletas, culpando al Estado o al Gobierno de turno por la suerte de este tramo del río Magdalena, sin ser capaces de admitir nuestras propias incapacidades, ni mucho menos de proponer y ejecutar soluciones sostenibles y duraderas. Entre dragas chinas y diques direccionales, le hemos puesto mil parches al problema, celebrando victorias mínimas y parciales que se revelan insuficientes al poco rato. Cuando eso pasa, y siempre pasa, volvemos a preparar la indignación y afinamos elocuentes y melodramáticos gritos contra la montaña, rogando por ayudas y auxilios que nos apacigüen hasta que las aguas se encarguen de irritarnos de nuevo.

Siempre hay una excusa. A veces es porque llueve mucho. A veces porque llueve poco. En ocasiones se dice que es por falta de mantenimiento de los tajamares, pero igual no los mantenemos. De pronto se nos ocurre que necesitamos dragado continuo, entonces nos damos cuenta de que no tenemos una draga. Cuando por fin llega la draga, se daña. Cuando la draga se arregla, lo que pasa es que incumple el contrato. Cuando decimos que se incumple el contrato, los contratistas dicen que no y salen los abogados al ruedo. En eso, alguien dice que lo que se necesita son obras complementarias. Y así, hasta que eventualmente algo nos distrae y nos olvidamos del asunto por un rato. El cuento del gallo capón se queda corto para definir este disparate.

Nadie se salva. Nuestros dirigentes, alcaldes, gobernadores, congresistas y ministros de la región, han demostrado por décadas ser incapaces de encontrar alguna respuesta. No es que sea fácil, pero para eso están, para eso los elegimos, para eso les pagan. Si hay que ejecutar alguna obra importante, que empiecen. Si definitivamente hay que comprar una draga, que la compren. Si hay que acabar con entidades, que las acaben. También nuestros gremios y empresarios han sido muy tímidos en unirse por la causa. Sin el compromiso y apoyo decidido y tangible del sector privado, será mucho más difícil. El asunto nos llama a todos.

No es hora de buscar culpables, eso no sirve para nada, desgasta y distrae de lo importante. Es hora de olvidarnos de las excusas y proponer una solución sensata e integral. Demostremos que somos capaces de encargarnos de una de las cosas que más nos impactan.

Fotografía tomada de https://www.unsplash.com

Publicado en El Heraldo el jueves 3 de diciembre de 2020