Laura Marcela Hernández Julio, de 26 años, egresada del programa de Geología (2022), recibió el Premio Henry Martínez Gómez de la Asociación Colombiana de Geólogos y Geofísicos de la Energía (ACGGP), galardón que reconoce y promueve a jóvenes geocientíficos líderes en el campo de las geociencias, capaces de inspirar a las nuevas generaciones. 

La joven barranquillera, egresada del Colegio Institución Educativa Comercial La Señora de las Misericordias de Soledad y magíster en dirección de comunicación corporativa, actualmente se desempeña como coordinadora de proyectos del Programa de Pedagogía Regional de la ACGGP, una iniciativa que ha acercado las ciencias de la Tierra a más de 21 departamentos del país, promoviendo la apropiación social del conocimiento en comunidades rurales, étnicas y educativas de toda Colombia. 

Su labor articula comunicación, ciencia, diálogo de saberes y gestión de proyectos, generando confianza y participación activa en torno a temas estratégicos como los proyectos energéticos, hidrocarburos y nuevas energías como la geotermia. En entrevista con Grupo Prensa, compartió que recibir el premio fue una confirmación de la importancia de su labor en divulgación científica. Que su paso por Uninorte, especialmente en capítulos estudiantiles, fue clave para desarrollar habilidades de comunicación y liderazgo que hoy aplica en proyectos que promueven el diálogo entre comunidades e industrias energéticas.

¿Qué significó para ti recibir este galardón?

En principio, fue una gran sorpresa. Es algo que uno no se espera. Para mí fue muy especial porque, aunque trabajo en gestión de proyectos —algo que no nos enseñan directamente en la universidad—, a veces sentía que lo que hacía no era valorado.

Trabajo con comunidades llevando la divulgación de las ciencias de la Tierra a territorios donde no llega nada, ni siquiera el gobierno. Allí ayudamos a las personas a entender su entorno: por qué hay deslizamientos, por qué ocurren inundaciones, qué recursos tiene su territorio. Ver las caras de los niños, de los líderes comunitarios, y cómo se inspiran para conocer o incluso estudiar geología, es muy valioso. Pero también ha sido un camino de altos y bajos, con momentos en los que pensé que nadie veía mi trabajo. Por eso, recibir el premio fue como una respuesta del universo que me dijo: “sí vale la pena, sigue adelante".

¿A qué municipios han llegado con el programa?

Hemos llegado a muchos lugares del país: desde La Guajira hasta el Putumayo. También hemos estado en Sucre, Córdoba, Meta, Chocó —donde hay muchos problemas con la minería ilegal—, Arauca y otras regiones con situaciones complejas de orden público. En todos estos lugares estamos presentes, llevando conocimiento y construyendo confianza.

¿Cómo describirías la labor que realizas actualmente en el Programa de Pedagogía Regional de la ACGGP? ¿Cuál ha sido su mayor impacto en las comunidades?

Lo describiría como un reto lleno de esperanza. Nuestro trabajo busca que, cuando llegue una industria minera o petrolera, las comunidades tengan herramientas para participar en el diálogo, entender lo que está pasando y exigir lo justo. Queremos evitar bloqueos, conflictos o pérdidas innecesarias en los proyectos energéticos que el país aún necesita. Por ejemplo, todavía requerimos gas y petróleo, y para avanzar hacia la transición energética se necesitarán minerales estratégicos. Lo que hacemos es facilitar ese diálogo con conocimiento y confianza.

Uno de nuestros mayores logros es haber contribuido a la viabilización de proyectos energéticos. Donde antes las comunidades decían "no queremos nada con petróleo", ahora preguntan "¿cuándo van a empezar?". Han comprendido que puede ser un proceso de ganar-ganar para la industria, las comunidades y el país. Además, desde el programa formamos a jóvenes profesionales en habilidades de comunicación científica. Muchos estudiantes de geología no saben cómo divulgar sus investigaciones, ni cómo vender su trabajo ante públicos no expertos. Les enseñamos a comunicar mejor, incluso si su audiencia es un abogado o un economista que puede financiar su proyecto. Esa formación les sirve para toda la vida profesional.

¿Qué experiencias de tu paso por el programa de Geología de Uninorte consideras claves para la profesional que eres hoy?

Uninorte marcó mi camino. Entré siendo una persona muy tímida, con baja autoestima, y decidí retarme a salir de mi zona de confort. Me vinculé a la junta directiva de un capítulo estudiantil de la Sociedad Colombiana de Geología, donde aprendí de todo: organización, divulgación, liderazgo. La planta docente del programa es excelente, tanto en lo académico como en lo humano. Son profesores que se conectan con los estudiantes y nos siguen acompañando incluso después de graduarnos. También valoro las oportunidades extracurriculares que ofrece la universidad: ferias, electivas, espacios para interactuar con estudiantes de otras carreras. Todo eso me ayudó a crecer personal y profesionalmente. A donde voy, voy orgullosamente como egresada de Uninorte.

¿Qué le dirías a los jóvenes que hoy estudian Geología o están pensando en hacerlo, sobre el potencial transformador de esta carrera?

Que hay muchísimo por hacer. Vienen retos en cambio climático, restauración de ecosistemas, transición energética, estudio del océano, y nosotros, los geólogos, estamos llamados a responder. Uninorte, por ejemplo, tiene un énfasis en oceanografía único en el país. Salimos con una excelente formación marina. Hay que estudiar el aumento del nivel del mar, el deshielo glaciar y todo lo que viene con los nuevos escenarios climáticos. Los geólogos también salvamos vidas: si entendemos el territorio, podemos prevenir desastres. Es una carrera muy bonita, con mucho futuro y necesitamos más jóvenes comprometidos con ella.

En ese sentido, ¿qué impacto crees que tiene la apropiación social del conocimiento en el desarrollo de proyectos energéticos y ambientales en Colombia?

La apropiación social del conocimiento es clave. Si las comunidades entienden su territorio y hay un diálogo continuo con la industria, los proyectos pueden desarrollarse de forma más eficiente y justa. Eso evita pérdidas, conflictos y ayuda al país a no depender tanto de importaciones energéticas costosas. Si se hacen bien las cosas, todos ganamos: la comunidad, la industria y Colombia.

Henry Martínez fue un joven que inspiró a muchos desde su trabajo en geociencias. ¿Qué representa para ti llevar su nombre como parte de este premio?

Es una responsabilidad enorme. Yo no conocí a Henry, pero en 2019 nos impactó su asesinato. Hicimos una velatón en el Bloque M de la universidad pidiendo justicia. Saber que fue asesinado haciendo geología nos marcó a todos. Luego, ya en la asociación, conocí más de su historia. Me contaron que era una persona alegre, servicial y muy activa. Eso me inspira.

Llevar su nombre en este reconocimiento es un compromiso: seguir su legado, seguir inspirando y demostrando que los geólogos somos fundamentales para el país. Sueño con una Colombia donde se reconozca nuestra labor tanto como la de otras profesiones. Donde se sepa qué hace un geólogo y por qué importa.

Entonces ¿qué metas tienes para seguir aportando desde tu rol como geóloga?

Por ahora, quiero seguir en la asociación, fortaleciendo la divulgación de las ciencias de la Tierra. Estamos trabajando en proyectos para formar a jóvenes en comunicación científica, formulación de proyectos y habilidades para enfrentarse al mundo laboral. Quiero aportar a que salgan de la universidad con más seguridad, que sepan cómo presentarse en una entrevista, cómo contar lo que hacen, cómo impactar desde su conocimiento. Mi sueño es seguir formando agentes de cambio que lleven la geología a cada rincón del país.