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Estudiantes exploran el pasado prehispánico en Betoma con salida de campo
Liderados por el profesor Daniel Rodríguez, visitaron el antiguo asentamiento de la Sierra Nevada, estudiando nuevas evidencias sobre la organización prehispánica del Caribe y fortaleciendo el vínculo entre ciencia y memoria.
Por: José Luis Rodríguez R.
13 nov 2025
Entre montañas cubiertas de niebla y senderos que guardan siglos de historia, estudiantes de la Universidad del Norte desarrollaron en el segundo semestre expediciones en la Sierra Nevada de Santa Marta con el propósito de redescubrir Betoma, un antiguo territorio indígena que resguarda fragmentos esenciales del pasado prehispánico del Caribe colombiano. La iniciativa, liderada por el arqueólogo y antropólogo Daniel Rodríguez Osorio, docente del Departamento de Historia y Ciencias Sociales, busca aportar nuevos hallazgos arqueológicos, pero también fortalecer el vínculo entre la academia, las comunidades y la memoria ancestral del Caribe colombiano.
Un grupo, conformado por 32 personas entre estudiantes y docentes, vivieron el 27 y 28 de septiembre la experiencia como parte de la asignatura Caribe Prehispánico, y en el marco del Proyecto Interdisciplinario Betoma, liderado por el profesor Rodríguez desde 2019. Este busca repensar la organización territorial indígena de la Sierra Nevada, pues a diferencia de los modelos tradicionales, que han centrado la atención en sitios emblemáticos como Teyuna - Ciudad Perdida y Pueblito - Chairama, el proyecto propone una mirada más amplia y descentralizada del poblamiento prehispánico.
“Hemos documentado una ocupación de 18 kilómetros cuadrados, que podría ser equivalente a tener 40 ciudades perdidas una al lado de la otra”, explica el profesor. “Esto cambia por completo el modelo que teníamos, parece no haber una capital, sino una lógica aglomerativa y diversa que estamos tratando de entender”, añade.
Gracias a la combinación de tecnologías como LIDAR —un escáner láser capaz de ver bajo la vegetación—, prospección en campo y excavaciones, el equipo ha descubierto más de 8000 terrazas de piedra, con estructuras que datan del periodo Neguanje (200-1000 d.C.) y del periodo Tairona (1000-1500 d.C.). Estos hallazgos, de acuerdo con Rodríguez, confirman que la Sierra fue más densamente poblada de lo que se creía, y que en ella coexistieron múltiples formas de organización social. “La Sierra no es solo Tairona”, enfatiza.

De esta forma, la salida representó una estrategia pedagógica experiencial para que los estudiantes vivieran en terreno lo que aprenden en el aula, y comprendieran el legado arqueológico y las dinámicas culturales que precedieron la llegada de los españoles en ese territorio.
“Fue algo muy interesante, porque yo no soy de la costa y nunca había conocido un lugar como ese. Las cascadas, el paisaje, la forma en que vive la gente allá, para ellos es su cotidianidad, pero para nosotros fue algo increíble explorarlo desde la experiencia de clase”, cuenta Isabella Acosta, estudiante de tercer semestre de Psicología.
Su compañera Daniela coincide en la riqueza del aprendizaje. “Me impresionó ver cómo las comunidades conviven con la naturaleza. Las terrazas y muros muestran una forma de vida organizada y resistente. Incluso la lluvia fue parte de la experiencia, nos hizo entender lo fuertes que son quienes habitan allá”, señala.
De igual forma, el grupo contó con la participación de estudiantes internacionales, quienes encontraron en la experiencia una oportunidad única para conectar la teoría con la vivencia directa del territorio. “Esta salida fue una experiencia increíble, porque no se trató solo de explorar el paisaje, sino de aplicar lo que he aprendido en clase y entender cómo vivían las comunidades indígenas”, expresa Christopher Mainor, estudiante de intercambio de la universidad William & Mary, en Virginia (EE. UU.). Aunque la caminata fue exigente, con tramos empinados y lluvias, asegura que el esfuerzo valió la pena.

Por su parte, Celina Grein, estudiante de la Christian Albrecht Universität zu Kiel, destaca el valor académico y humano del recorrido. “Había leído mucho sobre los sitios arqueológicos, pero verlos en persona fue algo completamente distinto. El paisaje, con toda su belleza y dificultad, me permitió entender mejor los retos que enfrentaron los investigadores para descubrir estos lugares”, señala. Para ella, la experiencia no solo amplió su comprensión de la arqueología del Caribe colombiano, sino también su admiración por la relación entre las comunidades y su entorno natural.
Es por eso que el profesor Rodríguez distingue que estas experiencias, además de fortalecer el aprendizaje académico, enriquecen “el contacto con la Colombia profunda”, una dimensión que pocas veces es explorada en la educación. “Queremos que los estudiantes conozcan un país que no siempre se ve, que aprendan de la convivencia entre comunidades campesinas y el patrimonio arqueológico, y que entiendan que la Sierra es un territorio compartido y vivo”, recalca. Las comunidades locales, por su parte, ven en esta experiencia el inicio de un camino de empoderamiento que les está permitiendo consolidar economías basadas en un turismo responsable, de la mano de aliados como Uninorte y Live Happy, con quienes exploran formas sostenibles de llevar grupos de visitantes nacionales e internacionales a conocer las tierras de Betoma.
El docente, quien ha gestionado financiación internacional para su investigación y recientemente con su equipo ganó la beca Luis Duque Gómez del Banco de la República, la beca de investigación arqueológica más importante de Colombia, quiere expandir la salida de campo a más estudiantes de la comunidad Uninorte así como a estudiantes internacionales.
Además, en el marco de esta experiencia de aprendizaje interdisciplinaria también han participado estudiantes del programa de Arquitectura, a través de una salida de campo a Betoma el 23 de agosto, bajo la guía del profesor Yalmar Vargas, director del Departamento de Arquitectura. En la visita participaron 45 estudiantes y cuatro profesores de los talleres Básico 2 y Arquitectura 2, con el propósito de analizar el sistema constructivo y la relación espacial de los antiguos asentamientos prehispánicos de la Sierra Nevada.
“Queríamos comprender cómo estas comunidades, con recursos y visiones diferentes a los nuestros, lograron desarrollar infraestructuras que han perdurado hasta hoy”, explica Vargas. “Las terrazas de piedra, los sistemas de manejo del agua y las adaptaciones al terreno nos permiten entender una forma de habitar profundamente integrada al entorno, algo que como arquitectos debemos aprender y reinterpretar en contextos contemporáneos”, expresa.
El profesor resalta a su vez la importancia del trabajo conjunto entre los programas de Arquitectura, Historia y Geología de Uninorte, que se consolidará en 2026 gracias al proyecto aprobado por el Fondo de Investigaciones Arqueológicas del Banco de la República (FIAN). “Este proyecto nos permitirá seguir explorando los asentamientos de la Sierra con nuestros estudiantes, realizando levantamientos y análisis que fortalezcan el vínculo entre investigación, docencia y patrimonio”, concluye.
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