EDICIÓN 002

DESENTERRANDO

EL PASADO
DEL CARIBE

 

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El hallazgo de restos de fósiles de especies hoy
desaparecidas ha entregado pistas de cómo era
la Alta Guajira hace entre 17 y 3 millones de años.

Por Luis Manuel Gil
Periodista
lmgil@uninorte.edu.co

Paladar de marsupial
Paladar del metaterio (sparassodonte) Lycopsis padillai encontrado en la parte media de la Formación Castilletes, Mioceno medio (16,7 - 14,2 millones de años). Aunque no es realmente un marsupial tal como las zarigüeyas, los koalas o los canguros, los sparassodontes representan uno de los principales grupos de metaterios endémicos suramericanos conocidos a la fecha.

Cierre los ojos por un momento e imagine que La Guajira es una tierra verde, con vegetación espesa y ríos caudalosos. ¿Parece una imagen posible? Aunque ahora sea extraño pensarlo, el ecosistema que hoy tenemos en la península del Caribe colombiano no ha sido siempre el mismo. Gracias al trabajo de un grupo interdisciplinario de científicos de la Universidad del Norte, el Smithsonian Tropical Research Institute y la Universidad de Zúrich, de Suiza, la Universidad de Rochester y el museo de Historia Natural de Los Angeles en Estados Unidos, hoy sabemos que desde hace diecisiete a tres millones de años atrás ese territorio fue una selva húmeda tropical con pantanos, grandes ríos y, por supuesto, una preci- pitación mucho mayor de la que se presenta en la actualidad.

Son varias las evidencias que apoyan esta afirmación. La más espectacular de todas, que ya ha atraído la atención de la comu- nidad científica nacional e internacional, son los restos de fauna fósil rescatados durante expediciones a la Alta Guajira entre 2011 y 2014. Entre los restos se encuentran cocodrilos, tortugas, tiburones y otras especies de mamíferos extintos e, incluso, aún sin clasificar.

“Muchas de las especies de fósiles representan a grupos completa- mente extintos, como algunos de mamíferos con pezuñas que evolu- cionaron exclusivamente en América del Sur: astrapoterios, toxodontes o proteroterios. Algunos fósiles representan familiares extintos de animales que viven hoy (perezosos o los armadillos) y en otros casos representan las formas ancestrales de varias especies vivientes, como algunos tiburones,”, explicó Jorge Moreno, estudiante del doctorado en Ciencias del Mar de Uninorte, quien participó al inicio del proyecto como pasante en el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales y actualmente estudia los hallazgos de fósiles de cocodrilos procedentes de La Guajira.

Dientes de chiguiro (Hydrochoeropsis wayuu) y de tiburón (Carcharinus sp.)
La presencia de fósiles de animales de agua dulce junto con fósiles de animales marinos indica que grandes ríos desembocaban en las costas de lo que hoy es el desierto de La Guajira.

Se presume que esos grandes animales, en ese ecosistema rico en lluvias y con una vegetación exuberante en las zonas geomorfológicas altas que existen ahí, como el cerro Macuira y otros más. Esto ha sido comprobado a través de una serie de estu- dios geológicos llamados análisis de procedencia, que han demostrado que los restos provinieron de zonas no muy alejadas a la misma cuenca donde se depositaron.

Otra evidencia del pasado verde de La Guajira está en los resultados de análisis geoquímicos realizados en bivalvos y gasterópodos —conchas como las que normalmente se encuentran en la playa—, que permiten inferir la temperatura del pasado y concluir que estas zonas representaban áreas transicionales muy cerca de zonas costeras tenía entrada alta de agua dulce al mar. Aunque estos no son hallazgos de interés científico prio- ritario, los esfuerzos de este equipo multidiscipli- nario se concentran en responder preguntas más específicas, como ¿cuál fue la causa del cambio en el clima?, ¿qué originó el proceso de aridificación que resultó en La Guajira que hoy conocemos?, y ¿cuándo sucedió todo?

Aunque suponemos que la aridificación de la Alta Guajira ocurrió en los últimos tres millones de años; quedan varias preguntas aun por resolver: ¿cuándo, en este periodo de tiempo, sucedió la gran sequía?, ¿acaso está relacionada con el le- vantamiento completo del istmo de Panamá hace casi tres millones de años?

Fragmentos de caparazón de tortuga morrocoya gigante (Chelonoidis sp.)
Estas tortugas terrestres gigantes son familiares
cercanos de las morrocoyas sabaneras y las tortugas
gigantes de las islas Galápagos. Al igual que estas
últimas, alcanzaban grandes tamaños.

Un solo planeta

El carácter acumulativo de los hallazgos cien- tíficos permite pensar que algunos fenómenos geológicos y climatológicos importantes, que pasaron en esa misma escala temporal compa- rable, podrían tener relación con lo que se ha descubierto en La Guajira. Por ejemplo, existe evidencia de que hace 2,7 millones de años el hemisferio norte entró en un periodo de glacia- ción. Este cambio en la distribución de hielo polar afectó las corrientes oceánicas, tanto super- ficiales como profundas, con lo cual alteró el transporte de calor entre zonas tropicales y otras áreas con latitudes más altas. 

Para los ojos no científicos, leer con tanta precisión sobre lo acontecido hace millones de años suena increíble. Sin embargo, la paleocli- matología ha dado a conocer que el clima y los ecosistemas han estado en constante cambio desde la formación del planeta. Para aquellos interesados en reconstruir la historia de la vida en la Tierra, la clave está en pensar en escalas temporales muy diferentes a las que apreciamos hoy en día, pues los procesos que se dan hoy, muy probablemente, operaron a diferentes velocidades durante el pasado. 

Para la Universidad del Norte, a través del Museo Mapuka y del departamento de Física y Geociencias, el estudio y custodia de los hallazgos fósiles de la Alta Guajira son una gran responsabilidad social y cientí- fica. Se trata de la primera universidad en el Caribe colombiano con una colección geológica y paleon- tológica de esta magnitud, por lo cual un equipo de expertos trabaja en organizar, preparar y analizar las muestras de manera que se puedan identificar los cambios drásticos que ha sufrido el clima del planeta, sus consecuencias a escala global y las implicaciones de estos cambios en la configuración de hábitat más cercanos, como los que apreciamos en la Alta Guajira.

Diente de tiburón gigante
Carcharocles sp. Diente parcial de tiburón gigante encontrado en rocas de la Formación Uitpa, Mioceno temprano (23.0-20.4 Ma)

Lo más importante, sin embargo, es que este estudio no es solo parte del quehacer de los cientí- ficos y expertos. También abre la posibilidad de que la comunidad, la gente del Caribe, conozca cómo era su región en el pasado y entienda que tal vez no siempre sea como la conocemos en la actualidad.

“Estos hallazgos nos permiten conocer cuáles fueron los cambios que ocurrieron en el norte de América del Sur y el Caribe durante los últimos millones de años. La mayoría del conocimiento que existe proviene de las rocas y fósiles del sur del continente, y aun hace falta entender más la historia de la región tropical del continente”, puntualizó Moreno.

Cráneo parcial de un perezoso terrestre Nothotherium sp.
Un representante de la subfamilia extincta (Familia Megatheriinae) encontrado en rocas de la Formación Ware, Plioceno tardío, (3.6-2.5 Ma)
Fragmento de Quijada de Perezoso
Mandíbula parcial izquierda de perezoso terrestre (Subfamilia Megatheriinae) encontrado en rocas de la Formación Ware, Plioceno tardío (3.6-2.5 Ma)
Diente canino de astrapoterio-(Hilarcotherium sp.)
Los astrapoterios tenían trompa y sus caninos estaban agrandados de manera similar a los de un gran jabalí. Este animal vivió hace unos 15 millones de años.