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Eufemismo Tributario

La semana pasada, al ver un joven vendedor callejero de aguacates en una de las esquinas del barrio donde resido, me hice la pregunta de cómo haría este muchacho para recibir la suma mensual que el gobierno de Duque pretende devolverle mensualmente por el encarecimiento de la canasta familiar, debido a la absurda medida propuesta de gravar los alimentos con un 18% de IVA. A lo mejor ni es cabeza de hogar, ni está sisbenizado, ni tendrá cuenta bancaria para que el gobierno le consigne tal recurso. Ahora, si declarase renta y ganara más de $800.000 mensuales, ya estaría excluido de tal beneficio. Todos sabemos que el gobierno colombiano es bien malo para devolver nada, además de lo que cobrarán los bancos por prestar cualquiera de estos servicios. La nueva reforma tributaria, llamada eufemísticamente “Ley de Financiamiento Social” busca recaudar unos $19 billones para el 2019, debido al supuesto faltante para el presupuesto de 2019.

Con motivo de la exitosa Semana Económica que tuvimos en la Universidad del Norte, incluida la Cátedra Caribe, le pregunté al exministro de Hacienda Mauricio Cárdenas que cómo era posible que él había dejado desfinanciado dicho presupuesto en más de $25 billones, según dijo el ministro de los Bonos de Agua. El Dr. Cárdenas nos respondió que la forma de calcular ese faltante fue la de preguntarle a cada ministerio qué les hacía falta para ejecutar sus políticas, y así fue calculado. En otras palabras, no era que los recursos faltasen para el desarrollo normal del gobierno, sino que Duque le pasaba la cuenta a los sectores medios y populares para que le financiáramos sus programas, entre ellos, la famosa entelequia de la Economía Naranja. Vaya uno a saber qué país se ha desarrollado con ese tipo de economías. Es algo que ayuda y nada más.

Atrás quedaron las frases de campaña de Duque y los avisos en las calles, que “no subiría mas impuestos”, denunciando al mentiroso Santos por habernos engañado cuando juró en piedra que no subiría los impuestos. Parece que el joven presidente le aprendió rápido a Santos que una cosa es la campaña y otra es el gobierno. Pero fiel a su sello neoliberal, entrenado por el BID y convencido de que rebajando impuestos a las empresas se genera más empleo, algo que nadie ha podido probar, le rebaja al 32% la tasa tributaria a las empresas en el 2020, hasta llegar al 30% en el 2022, además del descuento del IVA en un 100% sobre los bienes de capital adquiridos, un descuento del 50% sobre el impuesto de Industria y Comercio, otro del 50% del gravamen sobre los movimientos financieros, exenciones de 10 años en el sector agrícola y 8,5 años para el embeleco de la Economía Naranja. Lo único salvable tal vez sea la elevación de las tasas para ingresos superiores a $35 millones mensuales. Se estima que las rebajas de impuestos al sector empresarial ascenderán a unos $10 billones, mientras a los pobres ciudadanos les sacarán $11,3 billones. Como la nueva mermelada es dejarles los puestos quietos a los parlamentarios liberales, conservadores, de La U y Cambio Radical, es posible que esta política regresiva salga adelante a pesar de las pataletas iniciales en el Congreso.

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