Emotivo relato sobre la vida
y el trabajo performático de
Alfonso Suárez, una existencia
volcada a la entrega artística.
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* Comunicadora social. Magíster en Estudios del Caribe.
Performance
(Arte del cuerpo)
Cuando más quiero callar no puedo,
siempre termino hablando con mi cuerpo.
soy el gesto que rompe el silencio,
un grito mudo
abierto en la conciencia humana.
No me pidan traducirme en idiomas
ya que mi cuerpo es alfabeto incierto,
con él puedo escribir lo que me venga en gana
puedo soñar, gozar o sufrir cada agonía
de esta herida que nos han abierto…
la fisura más profunda de la especie
esa marca indeleble que es el pensamiento.
Ruven
De Alfonso Suárez no se puede hablar solo con palabras; habría que hacerlo con imágenes, con música, con gestos, con movimientos, con silencios, con risas, y también con lágrimas, por supuesto.
Sobre este artista hay mucho que decir pero, sobre todo, mucho que contar. Porque en el Caribe, y él es caribeño en cuerpo y alma, se narra con las palabras, pero también con el cuerpo. Sobre todo, con el cuerpo, como lo observaría ese maravilloso pensador llamado Antonio Benítez Rojo.
Alfonso Suárez se ha narrado desde siempre. Sus primeros atisbos de conciencia, entre los cinco y los siete años, estuvieron precozmente expresados en un lenguaje estético que solo su madre, Yolanda Ciodaro di Filippo, amante ya de la música y el arte, supo reconocer. Ella misma, con su belleza y su espíritu creativo, había seducido al pequeño Alfonso con actos nada corrientes como tocar el piano o vestirse de hombre para posar con una amiga vestida de novia, en una boda ficticia que a alguien se le ocurrió fotografiar.
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