Ahí donde la palabra alude y no evidencia; allí donde el verbo indica y no define; aquí donde la anécdota traza y no dibuja, reside Adriana Rosas poeta-testiga y trashumante del reino del hombre. Y para devenir texto escrito, filmado o danzado gusta pasiones y desenfados, palpa encuentros y derro- tas, sonoriza alegrías y abandonos. Ahí, Adriana-adolescente, aprehende el vértigo de eros y la materia de thanatos; allí, Adriana-adulta y Caribe deviene Mediterránea y Atlántica; aquí, Adriana-mujer, se renueva políglota y polifónica. Y, en la madurez, (re) conoce el alma de la improbable especie humana, la más alucinada y diáfana creatura de la creación. En Frente a un hombre desnudo, el cuento, a través de la imagen se trueca en conocimiento. El relato, con la palabra medida, se esparce y estremece. Mas son la ternura y la desesperanza con los cuales la historia se desdibuja para propiciar el milagro: lo vital se trasiega en ficción. No con el mito sino con saber mítico. No con la historia sino en la historia. Al incorporar al lector en su universo fragmentario y fragmentado, sublime y procaz, la escritora incita con trazos ora ligeros, ora graves a cuestionar la moral y la ética e induce a pensar el amor, vivir el erotismo y atizar el sexo. Al mismo tiempo desborda la vida y se codea con la muerte: en espacios sin tiempo, donde los ámbitos se desmaterializan y los instantes se eternizan. Los cuentos y relatos de este libro son a su autora lo que la instantánea es al fotógrafo: átimos, años, siglos agolpados al azar en el cuaderno de bitácora de una leal, perspicaz e inédita juglar. Con este primer esbozo de novela Adriana Rosas irrumpe en las geografías literarias de ese semillero artístico que es Barranquilla; de este laboratorio vivencial que es Colombia; de la única patria mistérica y cierta que, al igual de la existencia, es el idioma. Fabio Rodríguez Amaya |