EDICIÓN 002

EL LITORAL CARIBE COLOMBIANO
SE ESTÁ HUNDIENDO

BAJO
EL MAR

------------

Luis Otero Díaz
Doctor en Ciencias y Tecnologías Marinas
Profesor del departamento de Física y Geociencas
ljotero@uninorte.edu.co

El calentamiento global es una realidad, así algunos de las muy influyentes personalidades de nuestros días se empecinen en negarlo o desconocerlo. Está más que probado y documentado que nos encontramos en una fase acelerada de calentamiento en la Tierra, la cual se suma a un proceso natural cíclico. 

El problema no es la fase cíclica de calentamiento natural en la cual nos encontramos, si no, que por causa de la actividad humana se ha acelerado este proceso. Es ahí donde está la cuestión, pues si no se introducen cambios significativos en nuestro estilo de vida y en la forma como se establecen las relaciones económicas, productivas y sociales entre todas las naciones de la tierra, en relativamente poco tiempo la destrucción será irreversible. Como lo ha manifestado Stephen Hawkins, “estamos en un momento peligroso para el desarrollo de la humanidad. Tenemos la tecnología para destruir el planeta en el que vivimos, pero no tenemos la habilidad de escaparnos de él”. O como bien lo ha dicho el presidente de Francia Emmanuel Macron: “...en el clima no hay ‘plan b’ porque no hay un ‘planeta b’”.

Por esta razón resulta muy preocupante que algunos de los países más desarrollados tengan dudas sobre si permanecer o no en el acuerdo de París de 2015, que establece metas claras para reducir la emisión de gases de efecto invernadero; aquellos que aceleran el calentamiento natural de la Tierra. Si bien Colombia en el contexto global no es un “gran emisor” de gases de efecto invernadero, es una señal positiva que sea uno de los firmantes de este acuerdo. El reto es cómo traducir en acciones reales y efectivas la voluntad de contribuir a la mitigación de los efectos del calentamiento global en nuestros ecosistemas. 

Una de las principales consecuencias del calentamiento global es el ascenso del nivel medio del mar, que de acuerdo con diversos estudios científicos realizados para la costa Caribe colombiana, se ha establecido en una tasa de entre 4 y 6 mm por año. Esto significa que en 50 años, el nivel del mar habrá aumentado de forma permanente entre 20 y 30 centímetros y, en 100 años, el aumento permanente será de entre 40 y 60 centímetros.

Este fenómeno tiene unas implicaciones severas para las zonas costeras: amplias áreas que actualmente se encuentran por encima del nivel del mar, en un futuro cercano ya no lo estarán. Quedarán permanentemente bajo el agua del Mar Caribe. Los casos particulares de Cartagena de Indias, Ciénaga, Tolú, Coveñas y, en general, aquellos asentamientos humanos localizados en zonas de playas son los más vulnerables. No menos importante es el caso de los cayos e islotes en el archipiélago de San Andrés y Providencia, que si bien no están densamente poblados, el riesgo de que desaparezcan podría traer implicaciones geopolíticas. Este conjunto de cayos e islotes le genera a Colombia mar territorial y zona económica exclusiva.

Asociado al ascenso permanente del nivel medio del mar existen otros fenómenos que agravarán la pérdida de terrenos costeros. Los fuertes oleajes, al encontrar mayor profundidad en las zonas cercanas a la costa, causarán procesos de erosión costera más intensos.

Es imperativo que se establezcan planes de acción y adaptación para hacer frente a esta amenaza, comenzando con la revisión y ajustes de los Planes de Ordenamiento Territorial para delimitar aquellas zonas que por su elevado riesgo requieran atención prioritaria y se limite su desarrollo urbano. Es necesario que el Estado en su conjunto establezca metas y un plan de trabajo que priorice en las zonas más críticas y se incentiven líneas de investigación que permitan conocer de forma más detallada cuáles son estas zonas y los impactos esperados. Esto debe conducir a la generación de propuestas de adaptación y mitigación, acordes con nuestra realidad económica, natural y social. Estos son procesos de medio y largo plazo, pero si no se abordan de una vez por todas, dentro de poco tiempo varios de nuestros tesoros naturales costeros podrían no existir tal y como los conocemos hoy.