



Se creía que el virus del Zika estaba íntimamente relacionado con el dengue, debido a que su genoma es muy similar y a que es transmitido por la misma familia de mosquito. Lo que Falconar encontró al concentrarse en el análisis inmunológico fue que en el zika había regiones del virus que codifican proteínas de anticuerpos derivados del virus dengue, intercaladas con regiones que codifican proteínas de las células T. Esta respuesta inmunológica es propia del virus del Nilo occidental (VNO) y la encefalitis japonesa (VEJ), que causan complicaciones neuronales muy similares a las asociadas con el zika.
De acuerdo con Falconar, esta unión entre diferentes enfermedades se debe a recombinaciones genéticas que ocurrieron en el sudeste de Asia y en islas del Pacífico, en donde estas enfermedades —VNO y VEJ— son endémicas. Es decir, la respuesta inmunológica de pobladores de esta región creó un nuevo virus.
Al mismo tiempo, señaló el científico, esto explica por qué no hubo brotes importantes del zika en Asia, pues la respuesta inmune generada por la población en contra de estos virus que producen la encefalitis humana, les provee protección cruzada contra las infecciones del zika. Sin embargo, para poblaciones como Micronesia (Isla Yap), Polinesia (Polinesia Francesa) e Islas de Pascua, ubicadas en el Pacífico, donde el VON y el VEJ no son endémicos, los estragos causados por el zika fueron importantes.
Una de las teorías que tiene Falconar es que la región de Australasia es el origen de la enfermedad. Esta hipótesis la fundamenta en el estudio genético realizado a personas de esa región, que muestra que exista una respuesta celular en lugares del genoma afectados por la enfermedad del Zika. No obstante, aclaró que hace falta una evidencia más robusta para llegar a afirmarlo. El siguiente paso para la red internacional de investigación es identificar cuándo ocurrió este evento de recombinación genética.
Tanto Falconar como los demás autores de este estudio son miembros de ZikaPLAN y de ZIKAlliance, dos grandes consorcios financiado por la Comunidad Europea. Ambos proyectos le apuntan a intensificar la investigación sobre el virus del Zika y desarrollar capacidades de respuesta sostenible a esta y otras enfermedades infecciosas emergentes.
Por otro lado, la OMS ha expresado interés en la metodología, análisis y resultados de esta investigación y de cómo puede ser utilizada para explicar otros fenómenos, como la baja tasa de casos de fiebre amarilla en el sureste asiático —donde el dengue y el mosquito Aedes están presentes— o las pocas infecciones humanas en Suramérica del virus del Nilo Occidental, que ha sido detectado en aves, caballos y mosquitos vectores.