La geología marina comienza a abrirnos los ojos a esa enorme parte de Colombia que ignoramos por décadas para descubrir los riesgos y oportunidades que yacen en el fondo marino.

Responsive Image

Imagínese diciéndole a sus papás que va a estudiar geología, en contracorriente de las expectativas familiares, puestas en carreras como medicina, ingenierías, derecho o administración. Ahora imagínese aclarando que lo que más le llama la atención es la geología marina. ¿Geología marina en Colombia? ¿Y eso para qué sirve? Ya en ese punto de la conversación mejor aclarar todo: lo que realmente quiere es investigar las geoamenazas marinas. ¡Plop!

A Javier Idárraga, profesor del programa de Geología de Uninorte, haber elegido ese destino le ha traído aventuras y satisfacciones, le ha permitido explorar todo un universo subacuático que la mayoría de colombianos ignoramos, sumergirse a través de sonares y otras tecnologías de punta en la Colombia submarina. Al parecer, ya valió la pena.

“Me he concentrado en estudiar la geomorfología del fondo marino”, cuenta Javier Idárraga. Es decir, “cómo es el paisaje submarino y, a partir de ahí, estudio procesos de sedimentación para investigar la evolución de las cuencas marinas, y también procesos tectónicos, especialmente la identificación de fallas activas en el fondo marino que puedan generar terremotos y tsunamis”.
En los fondos marinos se presentan grandes deslizamientos igual que en el continente. Aunque muy pocas veces tenemos noticias de ellos, pueden ser mucho más grandes que los de montañas continentales que vemos con frecuencia en las noticias. “Esos deslizamientos, si tienen ciertas condiciones, pueden generar tsunamis. Hemos identificado dónde se localizan las zonas más propensas a este tipo de eventos en el Caribe colombiano”, anota Javier.

El primer paso en el camino que lo trajo a esta área un tanto olvidada de la ciencia en Colombia, fue estudiar geología en la Universidad de Caldas. El siguiente paso fue la incursión en una maestría en la Universidad de Eafit en neotectónica, una rama enfocada en estructuras geológicas producidas por deformación de la corteza terrestre durante el pasado geológico reciente. Cuando lo contrataron en el Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras José Benito Vives de Andréis (Invemar) se despertó su interés por la geología marina, así que después de unos años de trabajo buscó un doctorado en geología marina.
Responsive Image

Foto 1: Javier Idárraga en un crucero de investigación sacando muestras de sedimento del fondo marino para después analizarlas en el laboratorio.

El trayecto ignorado del río Magdalena

 

En 2019, en la revista Marine Geology, Javier publicó en compañía de sus colegas Douglas G. Masson, Jacqueline García, Hermann León y Carlos Vargas, los resultados de un arduo trabajo por documentar la arquitectura y el desarrollo de lo que técnicamente llaman “el abanico submarino del Magdalena”. En otras palabras, un mapa del depósito sedimentario que ha creado el poderoso río Magdalena a lo largo de millones de años sobre el fondo marino

Responsive Image

Figura 1: La imagen muestra el área por la que se extiende el “abanico del Magdalena” a lo largo del Mar Caribe.

“El interés por estos sistemas sedimentarios ha crecido exponencialmente debido principalmente a su alto potencial como reservorios de hidrocarburos y su capacidad para moldear el paisaje submarino, creando impresionantes rasgos morfológicos de depositación y erosión. Además, son clave para desvelar las condiciones climáticas y oceanográficas del pasado y para evaluar los peligros geológicos potenciales relacionados con grandes procesos de remoción en masa (deslizamientos submarinos)”, explican los investigadores.
En los años ochenta investigadores norteamericanos, aprovechando datos recopilados por la industria petrolera, lograron determinar la morfología de la parte más cercana a la desembocadura del río Magdalena. Pero más allá de eso el resto de este paisaje submarino seguía siendo un misterio. Para completar esa tarea, Javier y sus colegas usaron nuevas tecnologías adquiridas por la Dirección General Marítima de Colombia (DIMAR), para mostrarnos todo un nuevo panorama que abarca ~237.000 km2 de la Colombia sumergida y, específicamente, de esa gran cuenca marina que forma el río Magdalena.

Uno de los primeros aportes de esta investigación consistió en aclarar que ese gran abanico del Magdalena cubre un área mucho más grande (~237.000 km2) y alcanza mayores profundidades (~4250 m) de lo que se informó anteriormente. Esta ampliación de límites convierte a este abanico en uno comparable con los abanicos submarinos más grandes del mundo, como el Amazonas y el del río Mississippi.
Responsive Image

Figura 2. Ejemplo de una imagen batimétrica (abajo) y sísmica (arriba) donde se diferencian rasgos geomorfológicos correspondientes a deslizamientos submarinos. Algunos de estos eventos podrían tener la capacidad de generar tsunamis potencialmente peligrosos para las comunidades costeras.

¿Qué hay debajo
de San Andrés y Providencia?

En 2012 los colombianos recibimos una mala noticia desde la Corte de la Haya: perderíamos 40% de nuestro territorio marino frente a Nicaragua. Durante esa larga batalla jurídica la información marítima y geológica tuvo también un rol importante. Javier alcanzó a participar en algunas de las consultas científicas que realizó la Cancillería en su intento por defender esta área como parte de nuestro territorio. Años después de aquellas consultas, decidió enfocar una parte de sus esfuerzos en estudiar mejor ese territorio colombiano en alta mar. Junto a sus colegas Jacqueline García y Hermann León se embarcó en el análisis de la morfología de los ambientes submarinos de todo el Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina.

El resultado de esa investigación, publicada en dos artículos, uno en 2019 en Frontiers in Marine Science, y el otro en 2021 en Marine Geology, fue un modelo geomorfológico a escala detallada de todo el archipiélago. Ahora sabemos con más detalle que San Andrés y las islas circundantes no son más que la parte emergida de una serie de volcanes que estuvieron activos en el pasado geológico.
Responsive Image

Figura 3: Modelos batimétricos de las nueve islas del archipiélago construidos por los investigadores Javier Idárraga, Jacqueline García y Hermann León, a partir de los cuales se hizo la descripción de la geomorfología del fondo marino. La parte sumergida de todas las islas están compuestas por antiguos volcanes y gran parte del fondo marino está afectado por fallas geológicas (líneas negras).

A lo largo de todo el archipiélago existen fallas geológicas activas que han generado sismos de magnitudes hasta 6.0. Alguna vez toda esta zona fue un gran volcán. En las escarpadas pendientes de estos enormes montes submarinos, Javier y sus colegas encontraron señales de grandes deslizamientos y avalanchas de escombros.

“Estos eventos de deslizamientos submarinos a gran escala pueden tener la capacidad de generar tsunamis, por lo que es necesario realizar estudios específicos para analizar su potencial tsunamigénico”, advirtieron. Ahora sí: ¿Para qué estudiar geología marina en Colombia? los mismos artículos científicos que Javier ha escrito con sus colegas tiene una de tantas respuestas: “el mapeo y descripción detallada de los rasgos geomorfológicos de los fondos marinos del Caribe colombiano son claves para avanzar en el conocimiento básico de la geología y geomorfología, y tienen implicaciones directas para futuras investigaciones específicas sobre la evaluación de geoamenazas, caracterización de ecosistemas profundos, viabilidad de los recursos naturales, y planificación territorial”.