Infraestructura

verde para
proteger
las playas

El Instituto de Desarrollo Sostenible de la Universidad del Norte planea ejecutar un proyecto de restauración de playas, a través de la construcción de cuatro trampas de sedimentos entre el sector de Bocas de Ceniza y Punta Roca, en el que participan estudiantes y grupos pesqueros de la zona.

José Luis Rodríguez  
Periodista
rodriguezjl@uninorte.edu.co

A diferencia de las actuaciones humanas, los ecosistemas —aunque complejos internamente— funcionan de forma simple y práctica. Mientras que las acciones del hombre van en búsqueda de lo contingente, las realidades ambientales velan siempre por la adaptación. Un ejemplo de ello es la Ciénaga de Mallorquín, cuyo origen se basa en la modificación de la forma de la playa por la construcción del Tajamar de Bocas de Ceniza, con efectos que en la actualidad son percibidos en las Playas de Puerto Colombia. En el proceso de la adaptación a los cambios impuestos por el ser humano, nació un humedal costero que al día de hoy sirve como mecanismo de protección contra inundaciones.
La desembocadura del río demostró su capacidad de resiliencia y, a través de una reconstrucción aparentemente incipiente, cada tanto aparece una pequeña flecha litoral (montículo de arena constituido por sedimentos que se extiende hacia el mar abierto en forma paralela a la línea de costa) a dos kilómetros del litoral de la ciénaga. En términos de adaptación, la aparición de esta masa de arena tiene un importante fin para esta laguna, pues protege la barra costera de este cuerpo de agua, al reducir la energía del oleaje y evitar procesos de erosión. Pero ¿es posible que esta barra se reconfigure y realice su papel de protección por muchos años o que debido a las contrariedades del hombre, desaparezca?

Luego de un trabajo investigativo de cuatro años, tratando de entender el funcionamiento de esta zona costera del departamento del Atlántico, cuyos resultados evidencian una realidad desfavorable en los últimos 30 años con pérdidas de dos kilómetros de línea de playa y un futuro no muy positivo ante el cambio climático, el Instituto de Desarrollo Sostenible (IDS) estableció una estrategia de restauración para la costa asociada a Bocas de Ceniza. El esfuerzo se llama Implementación de infraestructura verde en la Ciénaga de Mallorquín para la restauración de la conectividad de los procesos costeros. El proyecto busca implementar estrategias que ayuden a mitigar los efectos de las actividades humanas en las playas del sector comprendido entre Bocas de Ceniza y la costa de Punta Roca – Sabanilla. 
A través del diseño de estrategias de sensibilización e inclusión social para la implementación y mantenimiento de las estructuras, se planean construir cuatro trampas de sedimentos en la zona de la duna y la zona de lavado (zona donde el flujo de agua oscila en la playa con ascenso y descenso del mar), aprovechando la madera ahogada que proporciona el río Magdalena, arrastrada por las corrientes costeras hasta la orilla de la playa.

Un impulso a la resiliencia
El profesor Germán Rivillas Ospina, del departamento de Ingeniería Civil y Ambiental y director del Instituto de Desarrollo Sostenible de Uninorte, tiene un plan: ayudar a la naturaleza a que haga lo que sabe hacer mejor: adaptarse y recuperarse de los cambios radicales a los que la hemos sometido. Es plantear iniciativas diferentes, cambiar el paradigma de protección y un acervo cultural en materia de intervención en la costa, evidenciado históricamente por la construcción de espolones, diques, muros en concreto, y reemplazarlos por acumulación de arena, ecosistemas de pastos marinos, manglares y zonas de amortiguamiento. Es dar un complemento a la infraestructura gris y rígida, y reemplazarla por vegetación costera que mitigue la energía excesiva del oleaje. Es darle una mano al entorno natural para que forme nuevamente playas traseras y dunas, y pueda recuperarse funcionalmente en el tiempo.


“Venimos dando un cambio en la perspectiva de intervención, pues estamos trabajando con comunidades, como son grupos de pesca y caseteros de Sabanilla. Queremos proponer una estrategia de cadena de valor socio-productiva que favorezca el desarrollo económico de la zona restaurada, pues la zona de influencia se encuentra dentro de la urbanización La Playa, cuyas familias dependen principalmente de las actividades pesqueras”, explica el profesor Rivillas.

¿Qué es?

La infraestructura verde se trata de una solución que responde a las demandas económicas, sociales y de desarrollo, asegurando la integridad del funcionamiento del ecosistema. En palabras de Rivillas, es un concepto muy amplio que puede entenderse como el desarrollo de infraestructura natural, seminatural o artificial para contribuir con la conservación de la diversidad y el mejoramiento de los servicios ecosistémicos. Este concepto parte de establecer conexiones entre las acciones humanas y el equilibrio del ecosistema, lo que permite conformar un marco de referencia para la conservación, restauración y desarrollo, que beneficia a la naturaleza y a la población. La infraestructura verde mitigaría el impacto de los procesos naturales, dando resultados efectivos en el mediano y largo plazo, siempre y cuando haya rigurosidad científica, inclusión y apropiación social. “Si con la aplicación de este tipo de infraestructura se observan efectos positivos en la playa, la actividad siguiente consistirá en hacer una restauración de la zona costera con el reforzamiento del bosque de manglar, que permiten estabilizar y retener sedimento en la zona de la duna”, añadió el director del Instituto.

Proyecto de restauración

El proyecto de restauración de playas ha sido desarrollado en cuatro etapas, que incluyen la recopilación de información primaria y secundaria; estudios y diseños preliminares; trabajo con las comunidades y presentación del proyecto ante las entidades de gobierno, específicamente la Corporación Autónoma Regional del Atlántico (CRA) y la Dirección General Marítima (Dimar), para garantizar la sostenibilidad del proyecto, es decir, su implementación, vigilancia, mantenimiento y evaluación.
Para el sector piloto Celda Litoral Ciénaga de Mallorquín, la mejor opción en términos de restauración es “aplicar trampas de sedimento de tipo dúctil, es decir, capaces de cambiar y transformar su forma por presión ante el impacto del oleaje”, explica Rivillas, los cuales permitirán a la estructura adaptarse de manera adecuada al sistema, especialmente durante las épocas de tormenta.
“Las trampas no interrumpen los procesos costeros, sino que solo tienen la función de regular el sedimento a través del establecimiento de flujos turbulentos que reducen la velocidad de la corriente litoral y permiten la recuperación del ancho de playa”, agrega.
Las cuatro trampas de sedimento que planean construirse serán monitoreadas para evaluar el impacto y la capacidad de adaptación de las estructuras verdes en el sistema costero, valorar si permiten la recuperación del equilibrio de la playa, evidenciado por medio del crecimiento de la misma; y caracterizar la percepción y la participación de las comunidades durante el desarrollo de la iniciativa.
“Se lleva a cabo un análisis basado en celdas litorales, que nos permiten observar la integralidad del ecosistema de playa, identificando las fuentes de sedimentos, caracterizando la configuración geomorfológica en planta de la playa y los diferentes ambientes sedimentarios, y haciendo inferencias de los posibles puntos donde se está perdiendo el sedimento”, enfatizó el investigador, quien anunció que la CRA ya dio viabilidad ambiental y está a la espera de que la Dimar de luz verde para dar inicio al proyecto.

Guardianes de playa

Entre las estrategias que han sido clave en el proceso de investigación del proyecto está la ejecución del programa Guardianes de Playas, creado por el IDS con estudiantes de pregrado y posgrado. Sus integrantes semestralmente recolectan y segregan los residuos sólidos encontrados en la playa de Punta Roca, labor que cuenta con el apoyo de universidades, grupos estudiantiles, ONG, empresas y ciudadanía en general. Durante la última jornada de limpieza, realizada el 15 de septiembre, se recolectaron cerca de 1,08 toneladas de residuos en la playa.
Los estudiantes, pescadores y habitantes de las zonas donde se va a implementar el proyecto trabajarán de manera conjunta en la construcción de las trampas de sedimento, el mantenimiento y gestión del ecosistema, la valoración de la implementación y la selección de plántulas capaces de reproducirse de forma independiente para la siembra de manglar.  

Aspectos claves antes de instalar una infraestructura verde