Micael Dahlen demuestra que el bienestar surge del "nosotros" y no del "yo"
El profesor sueco desarrolló en Cátedra Europa una charla sobre la felicidad, donde resaltó que las emociones se transmiten como un “contagio social” y que la confianza y el humor son claves para enfrentar la soledad y la adversidad.

¿Qué tienen en común medir la temperatura corporal con un termómetro, un martes cualquiera y la decisión de movernos de puesto en medio de una charla? Para Micael Dahlen, uno de los pensadores más originales de Suecia, la respuesta está en la felicidad. Con un estilo irreverente, cargado de humor y de ejemplos tan insólitos como memorables, este profesor de la Stockholm School of Economics cautivó el martes, 30 del septiembre, a los asistentes en el Coliseo Los Fundadores, durante la conferencia central de la Cátedra Europa.
Las conferencias de Dahlen, autor de libros como Nextopia y Monster, y director del Center for Wellbeing, Welfare and Happiness, combinan investigación con ejercicios prácticos y un humor a veces provocador. En Cátedra Europa invitó repensar lo que entendemos por bienestar, desmontar mitos sobre la felicidad y atrevernos a crear energía y propósito en comunidad.
“En Suecia confiamos en nosotros mismos porque no nos queda de otra: somos pocos y necesitamos unirnos”, puntualizó el profesor de la Escuela de Economía de Estocolmo durante su intervención. La confianza, argumentó, es el 'cemento' que mantiene cohesionadas a las sociedades, lo que permite enfrentar la adversidad sin sentirnos solos. Pero para él, esa confianza no es abstracta, se sostiene en instituciones, en vínculos cotidianos y en la capacidad de compartir incluso lo que nos da miedo.
“Un ejemplo que me encanta es cómo en inglés las palabras well-being (bienestar) y ill-being (malestar) se parecen tanto. Lo único que las separa es el “we” (nosotros) y el “I” (yo). El bienestar surge cuando compartimos, cuando no cargamos solos las dificultades. No importa lo duras que sean, si las dividimos con otros, podemos incluso llegar a disfrutarlas”, detalló.
De acuerdo con estudios, solo el 20 % de nuestra felicidad se explica por la genética y otro 30 % por las personas con las que convivimos, un “contagio social” que convierte nuestras emociones en algo tan transmisible como un resfriado. “Vivimos más cerca de más gente que nunca antes, pero también enfrentamos una epidemia de soledad”, advirtió.
Para ilustrar su punto, hizo que los asistentes se miraran a los ojos y experimentaran cómo la percepción de cercanía aumenta, cómo “la energía fluye” con un simple contacto visual. Lo respaldó con investigaciones que, décadas atrás, medían el aumento de la temperatura corporal tras sostener la mirada con un extraño.
“Ese hallazgo viene de investigaciones tan antiguas que ni siquiera existían los termómetros modernos. En ese tiempo, la única forma de medir la temperatura era vía rectal”, evocó.
La conferencia estuvo llena de anécdotas personales que reforzaron sus mensajes. Como padre, busca la forma de interactuar con los miembros de su familia de formas variadas para generar felicidad. "La idea es que cada día hagamos al menos una cosa con la familia, solo porque es divertido". Y como promotor y "capitán del equipo nacional del ejercicio” en Suecia, también relató su excéntrica rutina: correr a toda velocidad a la par de los autos de un semáforo en Estocolmo, un método eficaz —y divertido— para cumplir en segundos con la dosis diaria de actividad física.
¿Cuál es el punto en todo esto? De acuerdo con Dahlen, lo que las personas disfrutamos, las que nos hacen sentir bien, no requieren tanto tiempo desde una perspectiva relativa. En cambio, las cosas que nos drenan, las que debemos hacer pero no queremos, pueden tomar horas.
"Pero puedes equilibrar eso con apenas unos minutos —o segundos— de algo que eliges hacer para iluminar tu día y el de los demás. En mi institución trabajamos con los estudiantes para que comprendan que nunca tendremos control sobre todo en la vida. Pero siempre hay algo, por pequeño que sea, que puedes decidir hacer, y al sumarse día tras día, transforma tu vida.
Incluso el simple hecho de darte cuenta de que podrías hacerlo marca la diferencia", expresó. "Al final, la vida es lo que haces con el tiempo que tienes. Así que sé consciente. Haz un poco más. No importa cuán pequeño o cuán tonto parezca: esa pequeña cosa puede hacerte una mejor persona", agregó.
Uno de sus principales consejos fue dejar de pensar la vida como compartimentos separados: trabajo/estudio y “vida personal”. “¿Acaso no estamos viviendo cuando trabajamos o estudiamos?”, preguntó. En Suecia, recordó, tienen palabras que reflejan esa visión integral: fika, que significa disfrutar el presente con los demás, incluso en medio de la jornada; y trivsel, el bienestar compartido. “No se trata de dividir, sino de integrar”, insistió.
El humor, siempre presente, lo llevó a hablar de la felicidad según los días de la semana. Afirmó que el lunes no es el peor día —ese lugar lo ocupa el martes, “un día del que nadie escribe ni hace planes”—, y propuso convertirlo en el “Día de la Espontaneidad”. Un consejo simple: invitar a alguien a un café o una cita los martes, lo que, según sus cálculos, puede aumentar la felicidad semanal en un 14 %.
Micael Dahlen recordó al público de la Cátedra Europa que la felicidad está en pequeños actos de conciencia, humor y conexión con los demás. Una invitación a vivir la vida como un todo.
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