Michael Kremer, Nobel de Economía, analiza el impacto de las estrategias educativas en Colombia

La Fundación Santo Domingo y el Centro de Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard presentaron su proyecto 'La Economía de la Reforma Educativa en Colombia', en el Coliseo Los Fundadores.

Conferencia Nobel de Economia Kremer 2022

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08 sep 2022

La Fundación Santo Domingo y el Centro de Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard (CID) presentaron su proyecto 'La Economía de la Reforma Educativa en Colombia', una investigación que busca generar evidencia rigurosa sobre el impacto y la costo-efectividad de innovaciones educativas implementadas en el país con potencial de escalamiento, y así aportar a las prioridades de política educativa pública, filantrópica y del sector privado.

Este gran evento, desarrollado en el Coliseo Los Fundadores de la Universidad del Norte, contó con la participación del premio Nobel de Economía, Michael Kremer, quien habló sobre el impacto económico a largo plazo del programa de becas escolares, las maneras de informar a estudiantes de educación secundaria y media sobre sus opciones frente a la transición a la educación terciaria y sus oportunidades de financiación, al igual que de las nuevas áreas prioritarias e innovaciones educativas que beneficien a los jóvenes colombianos.

Además, el equipo del CID de la Universidad de Harvard, integrado por Asim Khwaja, director del Centro; Gautam Rao, profesor de Economía de Harvard, y Juan Saavedra, profesor colombiano de esa misma universidad, consultó con actores clave del sector público y filantrópico, incluida la Fundación Santo Domingo, así como con otros investigadores expertos y actores del sector privado, para identificar prioridades emergentes en política educativa.      

         

“Hay oportunidades para hacer reformas educativas sustanciales en Colombia y derribar las barreras para aquellos jóvenes que no tienen posibilidad de acceso a la universidad. Por eso, la alianza entre la Fundación Santo Domingo y el Centro Internacional de Desarrollo de Harvard es una oportunidad para producir investigación social de calidad, con un alto potencial de beneficio para más
personas en Colombia.”, explicó Michael Kremer, profesor de la Universidad de Chicago y Nobel de Economía 2019.

La alianza entre la Fundación Santo Domingo y el Centro Internacional de Desarrollo de la
Universidad de Harvard muestra el compromiso por promover proyectos que generen soluciones educativas relevantes para el siglo XXI y que permitan el cierre de brechas de aprendizaje para todos los niños, niñas y jóvenes en Colombia.

José Francisco Aguirre, director ejecutivo de la Fundación Santo Domingo, extendió una invitación a los diferentes sectores, para trabajar colectivamente por el desarrollo del país y la transformación social, desde un objetivo común, la educación, y señaló la importancia de contar con datos e información de calidad, derivada de procesos rigurosos de investigación a fin de aportar a la toma de decisiones basada en evidencia.

El CID y Michael Kremer expusieron sus ideas acerca de la educación en Colombia como motor principal del cambio y del desarrollo sostenible en la región. Además, el evento contempló la inauguración del edificio Mario Santo Domingo en la Universidad del Norte conmemorando el legado de la Familia Santo Domingo en el Caribe colombiano.

“En Colombia, en el siglo XXI, el acceso a la educación de calidad será más importante de lo que fue la reforma agraria en el siglo pasado. Por eso, desde la Universidad del Norte, además de impartir educación de excelencia, seguiremos abriendo espacios de diálogo y construcción conjunta como el que tendremos con el Nobel de economía Michael Kremer”, explicó Adolfo Meisel, rector de la Universidad del Norte.

Así, la Fundación Santo Domingo ratifica su compromiso con la educación de calidad para
más colombianos, pues es consciente del impacto que esta tiene en el desarrollo social y
económico de Colombia al tomar decisiones con base en evidencia. 

Palabras de bienvenida del rector

Quiero saludar de manera muy especial al profesor Michael Kremer, premio nobel de economía en 2019, al doctor Asim Khwaja, Director del Center for International Development de la Universidad de Harvard; a las autoridades departamentales, de Puerto Colombia y de Barranquilla; la familia Santo Domingo: Alejandro, Andrés y Pablo, quien también es el presidente de nuestro Consejo Directivo: al equipo de directivos del Grupo empresarial Santo Domingo y su Fundación, así como empresarios, aliados, nuestras autoridades académicas, profesores, estudiantes y egresados. Bienvenidos al Coliseo Los Fundadores de la Universidad del Norte.

         
 

Esta universidad es fruto de un sueño filantrópico que unió en un propósito común a los empresarios más importantes de Barranquilla a mediados de la década de 1960, cuya fundación se oficializó en 1966. Me refiero a destacados empresarios como Karl C. Parrish junior, Mario Santo Domingo y Juan Manuel Ruiseco, así como los dirigentes cívicos: Gastón Abello, Ernesto Cortissoz y Álvaro Jaramillo Vengoechea, entre otros.

Por esa época, Barranquilla vivía una crisis económica aguda, como resultado de la pérdida del liderazgo portuario del que gozó desde 1870 hasta la década de 1930. Ese deterioro de su relevancia portuaria llevó a que decayera la industria local y la calidad de vida de buena parte de su población. En medio de estas dificultades económicas, sociales y políticas este grupo de líderes visionarios fundó y consolidó la Universidad del Norte.

Nuestros fundadores tuvieron una visión clara de lo que se proponían: establecer una universidad de excelencia que, además, fuera incluyente, atrayendo con becas o créditos de largo plazo a estudiantes muy talentosos, pero sin suficientes recursos económicos para pagar la matrícula.

Hoy, 56 años después, somos testigos de la consolidación de un sueño de tener para el Caribe colombiano una universidad de excelencia e incluyente, en términos de origen socio económico, étnico y de género, entre otros. Esa diversidad de orígenes se refleja en que cerca del 60 % de nuestros estudiantes son de estratos 1, 2 y 3, los de menores ingresos, gracias a las becas que ha otorgado el Gobierno, como las Ser Pilo Paga o las de Generación E, o las que hemos constituido con recursos de donaciones de empresas, aliados, egresados y también con recursos de la misma universidad.

El profesor Michael Kremer se ha destacado por utilizar metodologías de evaluación de impacto, tales como experimentos aleatorios controlados, para medir el efecto de programas de reducción de la pobreza. En uno de sus estudios, por ejemplo, calculó el beneficio de desparasitar a los niños, lo cual redundó en un mejor rendimiento escolar y mejorías en la nutrición y la salud. Todo esto con un costo de solo 2 centavos de dólar por día adicional de asistencia al colegio por parte de esos niños. Es decir, hablamos de un programa con una altísima rentabilidad social y económica, basado en la evidencia, que debe ser siempre el racero para la orientación de las políticas públicas.

A propósito de la evidencia empírica como soporte de las políticas públicas, me quiero referir de forma breve al Programa Generación E, antes Ser Pilo Paga, que ha permitido que miles de colombianos de escasos recursos y comprobado talento lleguen a universidades privadas de excelencia. Que lo haga desde la Universidad del Norte no es accidental, pues esta ha sido la institución que más han escogido

los jóvenes becarios en todo el país para realizar sus estudios universitarios dentro del programa del Gobierno Nacional. Los diferentes estudios que se han hecho sobre el programa Ser Pilo Paga-Generación E, por parte de investigadores como Fabio Sánchez y Juliana Londoño, muestran que dicho programa disminuyó la brecha socioeconómica en el acceso a universidades de alta calidad, y tuvo externalidades positivas sobre los demás estudiantes, pues hizo que estos últimos se tuvieran que esforzar más académicamente. El programa también generó una expansión de la matrícula total universitaria, tuvo un efecto de arrastre positivo sobre los resultados de las pruebas de ingreso a la educación superior en los estudiantes de los colegios de donde salieron los becarios. Esto, entre otros aspectos positivos, se logró con bajos niveles de deserción.

A pesar de una evidencia tan contundente se cuestiona sobre el costo del programa: ¿Costoso con respecto a qué? ¿Qué resulta peor: que no estudien esos estudiantes o lo hagan a un menor costo en instituciones de deficiente calidad?

Por supuesto, que el programa se puede mejorar para reducir su costo. Propondría, por ejemplo, que las universidades privadas aporten el 25 % de la matrícula que actualmente ponemos y que el estudiante adquiera un crédito de largo plazo por el 35 % del valor de la beca para pagarlo al terminar, y que sea con una tasa de interés muy baja, contingente al ingreso, y que el gobierno financie el 40 % restante. Este sería un aporte para fomentar la movilidad social a través de la igualdad de oportunidades en el acceso a la educación de calidad.

El tema de la igualdad de oportunidades en la educación de calidad es de enorme relevancia para el futuro del país. De hecho, es tan estratégico que, con profunda convicción, señalo que la igualdad de oportunidades en el acceso a la educación de buena calidad será, en el siglo XXI, un tema tan central en el debate político nacional como lo fue en el siglo pasado la Reforma Agraria.

Por todas estas razones celebro la apuesta por la educación que la Fundación Santo Domingo hace de manera consistente, y hoy anuncia con gran acierto en esta alianza con Harvard University que nos convoca hoy justamente en nuestra Universidad, una institución muy cercana al corazón de los propósitos de la Fundación y del liderazgo e incidencia que quiere promover para el desarrollo social y económico de nuestra región y el país.

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