Oportunidades y retos de la economía naranja en Colombia

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Las panelistas durante el conversatorio realizado en el auditorio.

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31 ago 2018

Con la ley 1834 de 2017 o ‘Ley Naranja’, el gobierno colombiano busca incentivar y desarrollar las industrias creativas, pues la comercialización de los bienes y los servicios culturales que están protegidos -o pueden estar protegidos- por derechos de propiedad intelectual se convierten en un sector que impulsa el desarrollo económico y el tejido social, desde el esquema de la economía naranja.

Bajo esta premisa el desarrollo de la gestión cultural en el país y los efectos de la incorporación de la ‘Ley Naranja’ fueron algunos de los temas tratados en el ciclo de conferencias y conversatorio El arte y su propiedad intelectual, realizado el 30 agosto en el auditorio, en el marco de la Cátedra Global. El coloquio tuvo como panelistas a Daniela Cepeda, asesora de Findeter en economía naranja; Sandra Meluk, directora de la Orquesta Filarmónica de Bogotá (OFB); Andrea Montenegro, abogada y docente de Negocios Internacionales de la Universidad del Bosque; Viviana Rangel, investigadora del área de políticas públicas en cultura y estudiante de la maestría en Gestión y Producción Cultural y Audiovisual de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, y a Natalia González, abogada y consultora de Uninorte.

“La clave para que estos procesos de economía naranja tengan un impacto en poblaciones vulnerables y generen equidad es la integración de toda la sociedad. Desde Findeter siempre hemos estado muy abiertos a trabajar con la academia, por ejemplo, en Atlántico el proceso de mapeo que hicimos del sector cultural y creativo fue con la Universidad del Atlántico. También la Escuela de Arquitectura de Zurich, a través de Findeter, donó los estudios para hacer la Fábrica de Cultura de Barranquilla”, señaló Cepeda.

Entre los retos a los que se enfrentan las industrias creativas y culturales, y que la entidad priorizó a través de estrategias, la barranquillera resaltó el déficit de información, por ejemplo conocer quiénes son los potenciales emprendedores creativos, o su nivel profesionalización; el déficit de financiación, de formación, la debilidad institucional, la desarticulación entre los actores de la cadena de valor y la necesidad de infraestructuras adecuadas para el impulso de la economía naranja.

“Hoy no hay nada cierto sobre la reglamentación de la economía naranja. Se han iniciado unos cuatro procedimientos diferentes para ello. Creo que hay que estar muy atentos y exigir que sea público el proceso de reglamentación. Este tiene que contar con la participación civil y la academia, y se deben organizar las peticiones del sector”, advirtió Rangel.

Para Andrea Montenegro es clave el tema de la institucionalidad, saber quiénes son los actores y las personas que lideran este tema en la región, empezar a hacer sinergias y compartir inquietudes.

“Debe haber una actuación en doble vía: nosotros presionar como sociedad civil, y que el Gobierno proponga. Hay que sentar al ministro y hacer mesas de trabajo con todos los sectores. En la redacción de esa política, el papel, debe quedar todo claro. Findeter qué tipo de empresas va a financiar, qué tipo de industrias entrarán en las creativas y cómo se van a articular”, agregó.

En ese sentido la directora Meluk destacó la labor de la Orquesta Filarmónica de Bogotá, la cual lleva más de 50 años de actividades ininterrumpidas, como ejemplo de buena gestión de una entidad creativa y cultural. En lo que va del año ha realizado 59 conciertos con la orquesta profesional, y en 2017 con toda la infraestructura registraron 1240 conciertos. Hoy la agrupación lidera un proyecto de formación integral a través de la música, el cual no tiene precedentes en Colombia.

“Al asumir ese reto le da la característica de dinamizador del tejido social en Bogotá, lo cual va a significar sus sostenibilidad a largo plazo. Con este proyecto de formación se atiende a casi 25 mil niños, es decir, tenemos unas 25 mil familias que se ven beneficiadas por la OFB”, enfatizó.

La abogada Natalia González destacó que en el Atlántico hay un ecosistema propicio para la economía naranja, debido a la existencia de clústeres, el “trabajo coordinado de la Secretaría de Educación y de Cultura del Distrito”, pero que desde la Universidad del Norte se puede lograr mayor interacción con otras entidades e instituciones.

“En el Plan de Desarrollo de Barranquilla hay un componente específico de fomento a la economía naranja, pero eso no pasa en los demás municipios. Creo que desde Uninorte se podría impulsar el tema, puede ser la semilla para empezar a hacer grupos con los politólogos e internacionalistas en temas de economía naranja”, concluyó.

 

Por José Luis Rodríguez R.

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