CÁNCER DE SENO en latinas jóvenes, una ecuación por resolver
Investigadores de Uninorte acompañan a un grupo internacional que quiere entender cuáles son los factores que explicarían el aumento de cáncer de seno en mujeres latinas antes de la menopausia y encontrar modelos para calcular el riesgo de padecerlo.
Pablo Correa Torres

Por Pablo Correa Torres

pablocorreatorres@gmail.com

Son datos y hay que darlos. El cáncer de mama es el segundo cáncer más común en el mundo y, con mucho, el cáncer que ocurre con mayor frecuencia entre las mujeres. Estamos hablando nada más y nada menos que de

1,67 millones de nuevos casos diagnosticados en 2012 (25% de todos los cánceres). Imagínese una ciudad como Barranquilla llena de mujeres diagnosticadas con cáncer y aún le faltaría acomodar a medio millón más. ¡Cada año!

La mayoría de estos cánceres ocurren en mujeres mayores de 50 años. Sin embargo, y aquí viene el asunto que preocupa a varios investigadores, entre ellos a los integrantes de los grupos UNI Barranquilla y Matemáticas Uninorte, la proporción de mujeres jóvenes en América Latina con este mismo diagnóstico está aumentando. En nuestro continente la proporción de casos entre mujeres menores de 45 años es de alrededor del 20%, mientras que en América del Norte y la Unión Europea las proporciones son de alrededor del 12%. Para oscurecer este panorama, no se trata sólo de diagnósticos, también de mayores tasas de mortalidad. Los datos muestran una diferencia importante en la proporción entre América Latina, donde se registran tasas del 14% y los países occidentales con la mitad de esa mortalidad (7%).


La pregunta salta la vista:
¿Por qué se está presentando este fenómeno?

Pero la respuesta ha sido esquiva por la cantidad de factores de riesgo en juego, desde variaciones genéticas, factores reproductivos e inmunológicos, antropométricos y la densidad mamográfica, hasta estilos de vida. Tomará un tiempo y muchos más esfuerzos resolver la ecuación completa. Pero de esto depende la posibilidad de crear modelos de predicción para que los médicos, cuando tengan al frente a una potencial paciente puedan advertir su nivel de riesgo y dirigir más esfuerzos de prevención.
 

Ilustración de una masa en el seno.

Una colaboración fructífera

Edgar Navarro, director de la Maestría en Epidemiología en Uninorte, ha dedicado varios años de su vida a este problema. En 2007, con el respaldo del Instituto Nacional de Cancerología, comenzó a organizar el registro poblacional de cáncer en Barranquilla. En otras palabras, a llevar un minucioso censo de cáncer en la ciudad que sumado al que existe en Cali, Medellín, Bucaramanga, Manizales y Popayán, permite tener una visión más precisa del comportamiento de estos y otros tumores en nuestro país.
 

“Barranquilla es una de las ciudades
del país con tasas más altas de cáncer de mama”

Navarro se unió hace unos años al grupo de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) que estableció un estudio colaborativo internacional en cuatro países de América Latina: Chile, Colombia, Costa Rica y México, mejor conocido como estudio PRECAMA. Los investigadores han mezclado diferentes herramientas para intentar desovillar este asunto. En los últimos años Navarro ha trabajado muy cerca de Gloria Inés Sánchez, investigadora de la U. de Antioquia, quien es una de las líderes de esta iniciativa en Colombia. Sánchez se unió al grupo de PRECAMA en 2011. “Las causas exactas del cáncer de seno no están claras aún pero los factores de riesgo si los conocemos cada día mejor. Estamos hablando de una enfermedad muy compleja. No es como el cáncer de cuello uterino, que cuando tienes el virus del
papiloma humano significa que tienes un riesgo muy alto de desarrollar la enfermedad”. Conocer bien los factores de riesgo ha llevado a que científicos como Jack Cuzick, director del Instituto Wolfson de Medicina Preventiva y Director del Centro de Prevención del Cáncer en el Reino Unido, estén insistiendo en que las estrategias de prevención se centren en construir modelos de riesgo. “Tener estos modelos es como tener una calculadora de riesgo”, explica la profesora Sánchez. Esa es justamente la tarea que recae en gran parte sobre Karen Flórez Lozano, directora del departamento de Matemáticas y Estadística en la Universidad del Norte, quien trabaja en la construcción de los modelos de riesgo combinando técnicas de análisis estadístico. “Esta al igual que otras enfermedades no se
explica por un único factor sino por múltiples factores. Hoy sabemos que cada factor individualmente no aporta mucho al riesgo general de desarrollar la enfermedad, pero cuando comienzan a sumarse e interactuar se dispara ese riesgo”, comenta. Si una paciente, por ejemplo, obtiene un puntaje alto de riesgo, sus médicos podrían programar mamografías a intervalos mas cortos. Si el riesgo es bajo, podrían ordenar las mamografías con menos frecuencia. En nuestros países, comenta Sánchez, se hacen muchas mamografías a las mujeres que no tienen riesgo y no a las que tiene riesgo. Uno de los objetivos del trabajo de Sánchez, Navarro, Flórez y sus colegas en Latinoamérica es calibrar mucho mejor estas “calculadoras” para la población latina y, en especial, para las más jóvenes.

 


Primeros resultados

 

En agosto de 2018 el grupo de PRECAMA publicó los resultados de un trabajo en la revista Scientific Reports en el que evaluaron a 126 mujeres diagnosticadas con cáncer de seno entre 20 y 45 años que contactaron en hospitales de Chile, Colombia, Costa Rica, y México. A todas les tomaron muestras biológicas, medidas antropométricas (altura, peso y circunferencia de cadera y cintura) y les pidieron responder un cuestionario sobre aspectos clínicos, reproductivos y de estilo de vida.
 
Querían entender el papel de los factores reproductivos sobre la incidencia de cáncer de mama en mujeres latinas. “Los factores reproductivos son el grupo de factores con las asociaciones más fuertes y consistentes con el riesgo de cáncer de mama”, anotaron los investigadores. Entre este tipo de factores los más conocidos son la edad de la primera menstruación, la edad del primer nacimiento y el número de partos. Gracias a otros estudios se sabe que a mayor número de partos menor riesgo de cáncer de mama.
 
“La edad más avanzada en el primer embarazo a término y el tiempo más largo entre la menarquia y ese primer embarazo se asociaron positivamente con el riesgo de cáncer de mama en general, mientras que la edad más avanzada en la menarquia, el número de partos, los antecedentes de lactancia materna y la duración de la lactancia materna se asociaron inversamente con el riesgo”, concluyeron. También encontraron que en comparación con las mujeres nulíparas (sin partos), el riesgo más bajo se observó entre las mujeres con dos o más partos y antecedentes de lactancia.

 

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Pocos meses más tarde, en enero de 2019, el mismo grupo publicó resultados de otro trabajo, en el que rastrearon los 8 genes en los que suelen presentarse mutaciones asociadas a cáncer de seno. Con este tipo de análisis están comenzando a construir un mejor mapa genético de las mujeres latinas premenopáusicas que corren mayor riesgo de este tipo de cáncer.

El año pasado, durante la pandemia, el grupo Precama reveló resultados de otro análisis centrado en entender cómo el peso y medidas antropométricas resultan o no un factor de riesgo ante cáncer de mama. Tras revisar datos de 406 mujeres de Chile, Colombia, Costa Rica y México, detectaron “una asociación negativa entre la adiposidad y el riesgo de cáncer de mama”. Algo similar ha sido observado en otras poblaciones.

Sumando más esfuerzos

A pesar de los avances e intentos por aclarar la ecuación del riesgo de cáncer en latina, Navarro, Flórez y sus colegas saben que falta mucho camino por recorrer. De hecho en 2019 se unieron a la alianza de la Universidad de Antioquia, Queen Mary University of London, Fundación Cardiovascular de Colombia y la Universidad de Caldas.
El programa de investigación que se trazaron busca por un lado desarrollar un modelo de predicción del riesgo de cáncer de seno. Por otro lado, están intentando identificar factores sociodemográficos, biológicos y de los servicios de salud asociados con un mejor impacto en la sobrevida de cáncer de seno en Colombia. Y por último evaluar algunas señales genéticas que permitan saber qué pacientes tienen mejores o peores pronósticos.
El programa fue aprobado para financiación por Minciencias. Para esto están utilizando los registros poblacionales de cáncer de Colombia, que contienen información de mujeres diagnosticadas con cáncer de mama durante 2008 a 2017 y residentes en las ciudades de Bucaramanga, Barranquilla, Manizales, Pasto, Medellín y Cali. Por lo pronto todos confían en que esta suma de esfuerzos desde distintas disciplinas, genética, estadística, medicina y epidemiología contribuya a resolver la ecuación del cáncer de seno.

 

 


 

 


Factores que NO
se pueden cambiar

Envejecer. La mayoría de
cánceres de mama se diagnostican
después de los 50 años.

Mutaciones genéticas.
Cambios heredados (mutaciones)
de ciertos genes, como BRCA1
y BRCA2.

Historia reproductiva. Los períodos
menstruales tempranos antes de lo
12 años y el inicio de la menopausia
después de los 55 años aumentan
el riesgo

Antecedentes personales de cáncer
de mama o ciertas enfermedades
de mama no cancerosas.

Tratamiento previo con radioterapia.

Tener senos densos. Los senos densos
tienen más tejido conectivo que tejido graso,
lo que a veces puede dificultar la visualización
de tumores en una mamografía.

Factores que
se pueden cambiar

Sedentarismo

Tener sobrepeso u obesidad
después de la menopausia

Hormonas. Algunas formas de terapia
de reemplazo hormonal pueden aumentar
el riesgo. Ciertos anticonceptivos orales
también están asociados.

Beber alcohol en exceso.

Tener el primer embarazo después
de los 30 años, no amamantar y
nunca tener un embarazo a término.
Edgar Navarro

Edgar Navarro
enavarro@uninorte.edu.co

Gloria Zánchez

Gloria Sánchez
sanchezg@une.net.co

Karen Florez

Karen Florez
lozanok@uninorte.edu.co

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