Así perciben la migración venezolana en Barranquilla y su área metropolitana
Según Migración Colombia, en esta región hay alrededor de 145 880 venezolanos. El OCSA presentó los resultados de la encuesta de bienestar subjetivo sobre la percepción del fenómeno migratorio. Las cifras indican que el 56 % tiene una imagen positiva de los venezolanos; mientras el 59,6 % piensa que la migración es mala para la economía del país.

Desde el Observatorio de Condiciones Socioeconómicas del Atlántico de Uninorte (OCSA) se organizó la XII Jornada Académica con una temática central: la migración venezolana y desafíos frente a la covid-19. El panel del evento que se llevó a cabo vía YouTube estuvo compuesto por Sandra Rodríguez Acosta, directora del OCSA; Kenkin Morales, coordinadora del Observatorio Regional del Mercado de Trabajo (ORMET); y Jesús Cárdenas, del sector de Integración Socioeconómica del Grupo Interagencial sobre Flujos Migratorios Mixtos (GIFMM).
Cada año, el OCSA lleva a cabo una encuesta de bienestar subjetivo en la que se mide la percepción de ciudadanos de bajos recursos del Área Metropolitana de Barranquilla. Para esta ocasión, las preguntas las centraron alrededor del fenómeno migratorio. De acuerdo con cifras de Migración Colombia, hay alrededor de 145 880 venezolanos en esta región que la compone Barranquilla, Soledad, Malambo, Galapa y Puerto Colombia.
En la encuesta se preguntaba si las familias residían con migrantes o retornados de Venezuela, si sentían que la migración era una amenaza u oportunidad y si tenían la percepción de que había una competencia en los mercados de trabajo, la educación o en la salud.
Rodríguez, quien compartió los datos de la encuesta, anotó que entre las cifras a destacar están que el 56 % de los encuestados tiene una imagen positiva de los venezolanos. No obstante, el 59,6 % piensa que la migración es mala para la economía del país. Este pensamiento es más prevalente entre los adolescentes (74 %) y adultos mayores (71 %). En factores como acceso a salud y educación, el 52 % afirmaron sentirse afectados en acceso al primero, mientras que solo el 7,1 % se sentían afectados en el segundo.
Durante la pandemia también se llevó a cabo una encuesta coordinada por varias organizaciones internacionales —entre ellas Acnur, Acción contra el Hambre, Save the Children— a familias migrantes. Los resultados son preocupantes pues se refleja que antes de la pandemia, el 47 % de los encuestados comía tres comidas, y ahora solo lo alcanza el 6,6 % de esos hogares.
Entre los problemas que las familias migrantes reportaron como dificultades para cumplir el aislamiento, el más repetido fue la falta de ingresos y la necesidad de salir a la calle a trabajar. La informalidad es una de las situaciones que ha caracterizado la vida de los migrantes, señaló Morales. Y en el tiempo, esta condición laboral vulnerable no cambia, pues las tasas para migrantes que llevan 12 meses en el país se mantienen, al igual que los venezolanos que llevan más de cinco años en el país. La docente e investigadora de la Universidad del Atlántico manifestó que el 88 % de los migrantes no cotizan pensión.
El cierre de fronteras hace más severas las problemáticas para las personas en condición de vulnerabilidad, pues además de no poder retornar a su país, aquellos que no tienen acceso a salud o trabajo en Venezuela tampoco pueden migrar. Anotó que en el caso colombiano, desde 2018 se ha venido presentado un descenso en el flujo migratorio, que tras las medidas de confinamiento se ha detenido; por lo menos por las vías legales.
Morales afirmó que la disminución de presión migratoria puede ser una ventana de oportunidad para concentrarse en vulnerabilidades, acceso a derechos e inclusión social y económica de la población migrante que continúa en el país.
Cárdenas expresó que es importante poner el ojo en la población migrante pues, en su condición de refugiados, su “punto de partida” es distinto debido a las barreras en el paso entre países que afecta la integración de estas poblaciones dentro del ciclo de crecimiento económico. Señaló situaciones como las dificultades que tienen para certificar sus títulos y validar sus conocimientos y los obstáculos en el camino para cambiar su condición de migrante irregular.
El economista argumentó que, si bien la migración tiene poco o ningún impacto en la tasa de desempleo global, el efecto sí es negativo para ciertos segmentos de la población que entran en competencia. En el caso colombiano, las altas tasas de informalidad conducen a una saturación de este mercado.
Sin embargo, recalcó que los efectos positivos también se muestran en la economía: por ejemplo, aumenta el consumo, la inversión y el gasto del Gobierno. En ese sentido, una de las propuestas de Cárdenas, quien es enlace nacional del Sector de Integración Socioeconómica del GIFMM, es la regularización de migrantes para que puedan tener acceso al mercado laboral formal, y de esta forma baja la informalidad, al tiempo que mejoran las condiciones de trabajo de la comunidad venezolana.
Por Leonardo Carvajalino
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