E.E.U.U. vs China: ¿quién está tomando ventaja en la guerra comercial?
El presidente Trump sugiere bajar aranceles a China en un giro inesperado, mientras la estrategia de resistencia china busca que el tiempo juegue a su favor. ¿Cómo afecta esto a Colombia? El profesor Andrés Castellanos nos comparte su análisis.

Imaginemos dos gigantes en una pelea de titanes. De un lado, Estados Unidos, la superpotencia del consumo y la innovación. Del otro, China, la fábrica del mundo, que ha pasado de ensamblar a competir en tecnología. Desde 2018, estos colosos libran una guerra comercial que ha sacudido el planeta, encarecido productos básicos y puesto a prueba las cadenas globales de suministro. En medio del conflicto, países como Colombia tienen una oportunidad única, si sabe jugar sus cartas.
Durante su primer mandato, Trump impuso aranceles del 25 % a productos chinos por “robo de tecnología”. Hoy, el conflicto ha escalado: EE.UU. subió tarifas hasta el 145 %, y China respondió con aranceles del 125 %. Las consecuencias se sienten dentro y fuera de sus economías interdependientes.
Los productos agrícolas estadounidenses —soya, maíz, carne y lácteos— han perdido competitividad, afectando a los estados del medio oeste. Las exportaciones caen, los precios bajan y los subsidios aumentan. Mientras tanto, los consumidores enfrentan inflación debido al encarecimiento de bienes clave importados desde China.
EE.UU. depende en gran parte de China para insumos tecnológicos como minerales raros, esenciales para semiconductores y autos eléctricos. La decisión china de limitar su exportación ha encarecido estos productos y golpeado a empresas como Apple y Tesla, que ahora buscan reubicar operaciones fuera del país asiático, con altos costos. La presión económica ha llevado a Trump a insinuar que los aranceles “podrían reducirse”, una señal de que la estrategia comienza a fracturarse.
La resistencia silenciosa de China
Mientras Washington lanza declaraciones y sanciones, China guarda silencio. Su estrategia es simple: resistir, diversificar y avanzar en autonomía tecnológica. Ha redireccionado exportaciones a Asia, África y América Latina, fortaleciendo el uso del yuan en acuerdos bilaterales para reducir su dependencia del dólar.
Internamente, invierte en empresas como Huawei y SMIC, que desarrollan chips y software nacional, acelerando su independencia tecnológica. Aunque ciertas industrias chinas han sido afectadas por la caída de pedidos, el Estado ha respondido con subsidios y nuevos mercados, manteniendo el equilibrio.
La nueva ofensiva arancelaria de Trump parece más una respuesta al descontento económico interno que una estrategia coherente. La inflación persiste, los productores presionan y los consumidores resienten los precios. Por el contrario, China, sin presiones que condicionen sus movimientos, avanza con paciencia. Mientras para EE.UU. el tiempo parece un enemigo, para China, un aliado.
Ganadores emergentes
Mientras los titanes se enfrentan, otros países aprovechan la coyuntura. Vietnam, India y México se han convertido en destinos clave para la relocalización industrial. Este “nearshoring” ha beneficiado especialmente a México, atrayendo inversiones en sectores como la automoción y la electrónica. Europa y Corea del Sur también actúan: la UE impulsa su industria de semiconductores, y Corea invierte en tecnologías verdes para no depender de Washington ni Pekín. China, por su parte, expande su influencia con la Iniciativa de la Franja y la Ruta, que fortalece su red comercial y le da presencia en puertos, ferrocarriles y zonas francas en más de 60 países. Este megaproyecto asegura acceso a mercados y recursos estratégicos, consolidando su poder global.
Colombia: entre el dragón y el águila
En este ajedrez global, Colombia ocupa una casilla clave. Estados Unidos es nuestro principal socio comercial, comprador de petróleo, flores y café. Pero China ya es nuestro mayor proveedor de bienes: tecnología, maquinaria y textiles. El gobierno colombiano prepara una visita oficial a China para fortalecer la relación bilateral y atraer inversión. Quiere jugar en ambos tableros, sin perder los beneficios del TLC con EE.UU. Pero este acercamiento no pasará desapercibido. Basta recordar la advertencia de Washington a España cuando intentó profundizar sus lazos con China: para EE.UU., los aliados deben tener cuidado al estrechar vínculos con su principal rival geopolítico. ¿Está Colombia preparada para gestionar ese equilibrio?
Es por eso que un acercamiento inteligente a China puede diversificar nuestras exportaciones, atraer inversión en infraestructura y agroindustria, e incluso convertirnos en un hub logístico entre Asia y América Latina. Pero un mal manejo diplomático podría costarnos el apoyo estadounidense o poner en riesgo tratados clave.
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La guerra comercial es mucho más que una disputa arancelaria: es una batalla por el liderazgo global. Hoy, China parece jugar con estrategia, mientras EE.UU. se ve obligado a corregir errores. Colombia, en el medio, debe actuar como una nación soberana y estratégica. No se trata de elegir entre China y EE.UU., sino de aprender a navegar entre ambos sin perder el rumbo. Saber leer el tablero global y mover las piezas en el momento correcto será la clave.
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