El contexto colombiano ha dificultado la disciplina social durante la pandemia

Al iniciar esta nueva etapa de ‘aislamiento selectivo’ en Colombia hay muchos interrogantes sobre qué tan efectivas serán estas medidas para mitigar los contagios. Una de las razones de la duda es la carencia de disciplina social que se ha hecho evidente una y otra vez en nuestra sociedad. 

Desde el Doctorado en Psicología de Uninorte, en conjunto con las universidades Javeriana, Católica de Colombia, del Valle y ASCOFAPSI, se organizó un ciclo de conferencias titulado Disciplina social en tiempos de COVID durante esta. El 31 de agosto se llevó a cabo la conferencia de apertura, a cargo de Nelson Molina, docente e investigador de la Universidad del Valle. 

Desde el punto de vista del especialista, si tenemos en cuenta el contexto histórico de nuestro país, hay razones para preocuparse de cara al futuro en términos de control de la pandemia. En esta nueva etapa, la prevención depende de seguir las medidas de autocuidado de manera colectiva para que, en teoría, se reduzcan a cero los contagios, como ha ocurrido en otros lugares. 

No obstante, Molina propuso el concepto de anomia como el centro de su hipótesis para explicar el porqué se dificulta en este país el pensamiento y acción colectivo. Anomia es un concepto que proviene de la sociología y se refiere a un estado en el que el individuo queda desencajado o la norma no encaja para poder llevar adelante un proyecto del orden colectivo. 

Esto se relaciona con la quiebra de las condiciones políticas y la pérdida de confianza y de estándares morales. Suele surgir ante cambios rápidos o en momentos de crisis y Robert Merton —uno de sus proponentes— sugiere que la anomia ocurre en una sociedad donde amplios sectores de la población no pueden alcanzar las aspiraciones sociales aceptadas a través de medios legítimos. 

De acuerdo con el invitado, el neoliberalismo es la gran atmósfera que, a partir de políticas, va generando una serie de transformaciones que, en última instancia, deterioran el estado, y promueven el empoderamiento individual y la fragmentación de lo colectivo. La covid-19 ha puesto en evidencia esta forma social que funciona en detrimento del sentido colectivo de vinculación y empatía.

En este contexto, la élite o los gobernantes en nuestro país son vistos como una fuente de identidad negativa porque no gestionan la armonía social sino al contrario: son percibidos como fuentes de caos y corrupción. Hay una pérdida de confianza social, frustración derivada del deterioro de la sociedad atribuible a dicho poder. Tampoco hay una conexión moral mínima con esos elementos colectivos que de funcionar darían una posibilidad de coexistencia y autocuidado. 

Molina anotó que en estas condiciones de anomia aparecen identificaciones con grupos un poco más horizontales, menos estructurados pero llenos de fuerza, como lo son las bandas criminales. Esta cultura del narcotráfico y violencia en Colombia ha dictado que socialmente las cosas se resuelvan por vías y atajos más cortos que los institucionales. 

La clave, según el experto, yace en establecer unos mínimos éticos, construcción que debe ser colectiva y no hecha desde la norma, como ha sido la costumbre en nuestro país. Así también señaló la necesidad de fortalecer, desde los medios de comunicación y la educación, los referentes simbólicos que tenemos en nuestra sociedad. 

El ciclo de conferencias Disciplina social en tiempos de COVID se ha desarrollado toda esta semana. El martes fue el turno para Wilson López, de la Universidad Javeriana, quien habló sobre el sesgo autoritario. El miércoles, María Idaly Barreto, de la universidad Católica de Colombia, hizo una intervención sobre la persuasión emocional; y el jueves Jorge Palacio, de Uninorte, dará una charla sobre el sentido de comunidad. El viernes se llevará a cabo el cierre con un foro que estará moderado por Fabricio Balcázar, de la University of Illinois en Chicago. 

Por Leonardo Carvajalino