José Amar, galardonado por una vida entregada a la psicología

A sus 74 años José Juan Amar Amar, psicólogo y coordinador del Grupo de Investigaciones en Desarrollo Humano de Uninorte, considera ser un privilegiado por trabajar rodeado de gente joven y sentir muchas ganas por seguir contribuyendo a la sociedad. Aunque el cuerpo se canse –comenta sentado detrás del escritorio de su oficina– “la mente no”.

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José Juan Amar Amar, coordinador del CIDHUM.

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24 nov 2017

A sus 74 años José Juan Amar Amar, psicólogo y coordinador del Grupo de Investigaciones en Desarrollo Humano de Uninorte, considera ser un privilegiado por trabajar rodeado de gente joven y sentir muchas ganas por seguir contribuyendo a la sociedad. Aunque el cuerpo se canse –comenta sentado detrás del escritorio de su oficina– “la mente no”.

Este viernes, 24 de noviembre, el chileno, radicado hace 43 años en Barranquilla, recibe en Bogotá el premio ‘A una Vida de Entrega a la Psicología’ por parte del Colegio Colombiano de Psicología (COLPSIC), por sus contribuciones a la disciplina y la profesión en Colombia a lo largo de su carrera, ejemplo de valores éticos, académicos y profesionales.

“Aunque es un galardón a título individual, lo siento como un reconocimiento a la Universidad del Norte, al departamento de Psicología, porque normalmente uno no trabaja solo. La investigación y el conocimiento se construyen en grupo”, advierte el docente con Ph. D. con grado mayor en Psicología Social de la Columbia Pacific University.

Usualmente esta distinción es otorgada a un psicólogo colombiano, pero el Colegio decidió este año cambiar su reglamentación para reconocer por primera vez el trabajo destacado de un extranjero nacionalizado.

Amar Amar llegó a la Universidad del Norte en 1974, en reemplazo del psicólogo Juan Guillermo Casas, y fue decano fundador del programa de Comunicación Social y Periodismo. Su amplia formación académica y experiencia profesional ha sido acumulada entre Colombia y Chile, desarrollando estudios en diversas líneas de investigación y producción bibliográfica con artículos en revistas científicas, libros y colaboraciones.

Entre 1961 y 1963 se formó como profesor de Educación Primaria con énfasis en Historia en la Universidad de Chile, y entre 1964 y 1968 continuó sus estudios en Psicología en la misma alma mater. Allí también estudió Sociología y 1981 finalizó el magister en Metodología Investigativa. Se doctoró en Filosofía en la Universidad de Newport, previos estudios entre 1998 y 2000.

“En Chile fui miembro del Congreso Nacional, pero con la dictadura hubo mucha persecución política, entonces al llegar a Barranquilla la primera oferta de trabajo formal que recibí fue de la universidad, pensé que me iba a quedar unos dos años, pero se me pasó la vida gratamente”, comenta seguido de una carcajada ronca, espontanea, la primera de la charla.

La Sociedad Colombiana de Psicología le otorgó en 1996 el Premio Nacional de Psicología tras ejecutar, junto a un grupo de colaboradores, un programa de investigaciones acerca del desarrollo de los niños en contexto de pobreza, que constituyó en su momento un paradigma innovativo sobre el conocimiento del niño y contribución a su desarrollo. También obtuvo el Premio Nacional de Ciencias otorgado por la Asociación Colombiana para el Avance de la Ciencia.

Amar Amar, quien hoy es abuelo de 5 nietos y padre de tres hijos, ha combinado su trabajo académico con un trabajo social muy extenso en una gran cantidad de pueblos del Caribe, donde ha llegado con programas a la infancia, la familia y la comunidad, especialmente en los departamentos de Magdalena, Sucre, Cesar y Atlántico.

“Llegamos  a más de 300 mil niños por año y pudimos contribuir a la política pública sobre la niñez. Gran parte de mi tiempo lo invertí en esos pueblos, con esas personas, con esos niños. La universidad, especialmente el doctor Ferro, siempre me apoyó en todas las locuras que se me ocurrían (…) Y mi mente sigue soñando, aspirando y seguirá así hasta que el cuerpo aguante y la universidad me soporte.”, afirma con una sonrisa sostenida.

Por José Luis Rodríguez R.

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