“Cuando hay niños jugando en la calle la ciudad vive mejor“: Francesco Tonucci

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El pensador y pedagogo italiano, Francesco Tonucci.

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18 abr 2018

Que los niños puedan salir solos a la calle, que tengan más independencia y libertades, que aprendan a partir del juego y de experiencias cotidianas al aire libre, sin estar condenados a tardes frente al televisor; son algunos de los propósitos que el pensador y pedagogo italiano, Francesco Tonucci, persigue con el proyecto La ciudad de los niños. Una apuesta por reconstruir las urbes de manera gradual, teniendo en cuenta las necesidades de la infancia.

Para hablar de esta iniciativa que viene implementando desde 1991 en ciudades de Europa y Latinoamérica, el educador estuvo el pasado 16 de abril en la Universidad del Norte, presentando la conferencia 'La ciudad de los niños: una realidad posible', organizada por el Instituto de Estudios en Educación (IESE) y el Centro de Educación Continuada de la Universidad del Norte, la Alcaldía de Barranquilla y Baby Gym.

Para Tonucci, quien también es investigador del Instituto de Psicología del Consejo Nacional de Investigaciones de Roma, el que una ciudad sea democrática para todos, implica que los niños puedan salir de sus casas con libertad, tal como lo era hace 30 años, donde era usual que pudieran jugar en las calles, aceras y plazas, conocer nuevos amigos por fuera del entorno escolar y ser más sociables. Según el experto, es en estos lugares y no en parques infantiles donde los niños pueden tener “una verdadera experiencia de juego”, que resulta fundamental para su desarrollo.

“Creo que es una trampa esta idea de que los niños tengan que tener juegos infantiles; pensar que necesitan columpios y toboganes en un parque es una equivocación muy grande, porque transforma el juego en una experiencia de consumo de juguetes (…) Los adultos deberían ocuparse lo menos posible del juego de los niños, dándoles espacio y permitiéndoles salir de casa”, afirmó.

En su opinión, las ciudades actuales están pensadas principalmente para los carros y no para las personas, por lo que su proyecto busca devolverles las calles a los peatones, partiendo de que se respeten primero las necesidades de los niños. Estas ideas empezaron a aplicarse hace 20 años en Fano, su ciudad natal en Italia, donde actualmente su Consejo Municipal ha adoptado, a petición de los niños y niñas, tener un día sin automóviles al año, un programa piloto en el que estudiantes de primaria pueden ir caminando solos hasta sus escuelas, así como seminarios anuales en donde los más pequeños pueden presentar consejos y propuestas a los miembros de la administración pública sobre cómo desean vivir su entorno.

“Cuando hay niños jugando en las calles creo que la ciudad vive mejor, porque nosotros como adultos somos mejores si hay niños que nos observan, y ellos le devuelven a la ciudad, como regalo de esta posibilidad de autonomía, más seguridad. Es decir, su presencia en lo público lo transforma en un espacio más seguro”, insistió Tonucci, quien desde hace 50 años reflexiona sobre temas de infancia, educación y las ciudades en viñetas que firma bajo el pseudónimo de Frato.

Considera que buena parte de los miedos que los padres sienten sobre dejar a sus hijos jugar solos en el espacio público vienen infundados por los medios de comunicación que, a través de las noticias de violencia y delitos, hacen que las personas consideren el entorno en el que viven mucho más peligroso de lo que en realidad es.

“En la televisión y la prensa le dan una importancia mayor a los peores hechos que ocurren, por lo que la gente lo ve como algo cotidiano, frecuente y probable y esto produce que piensen “en esta sociedad mi hijo no puede salir’”, argumentó.

Sobre la posibilidad de implementar La ciudad de los niños en el contexto latinoamericano, Tonucci se refirió al caso de otras ciudades latinoamericanas en donde ha sido exitoso, como en Buenos Aires, Argentina, donde empezó a operar en el 2000, demostrando que en los barrios donde se buscaba dar más autonomía a los niños, los delitos urbanos descendieron en menos de un 50% durante este año.

Por María Margarita Mendoza.

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