Carlos Javier Velásquez Muñoz

SUMMARY


Responsive Image

TITULO Profesor e Investigador Asociado de Tiempo Completo en la División de Derecho, Ciencia Política y Relaciones Internacionales.

ACERCA DE MÍ Doctor en Derecho, Universidad de Salamanca (España), Magister en Derecho Ambiental, Universidad del País Vasco (España), Especialista y Postgraduado en Derecho Ambiental y Administrativo. Con cursos de Postgrado en Derecho Urbano y Comunitario Europeo. Investigador en Derecho Público, Derecho Administrativo, Derecho Ambiental, Derecho Urbano-Territorial, Planificación para el Desarrollo Urbano y Análisis Institucional. Así mismo, tengo a mi cargo en calidad de Director Académico del Doctorado en Derecho, la Maestría en Derecho Ambiental y Urbano-Territorial, así como la Especialización en estas mismas materias. 

FRIENDS


Carlos Javier Velásquez Muñoz tiene 0 amigos.

ACTIVIDADES


BLOGS


EL CONOCIMIENTO COMO HUMILDAD

 

Alguien me hizo recordar por estos días una frase que, no puedo decir que he aplicado siempre en mi vida, sino que he ido descubriendo e incorporando con el correr de los años: solo sé que nada sé.

Paradójicamente, entre más nos preocupamos por entender la vida y sus múltiples manifestaciones, más nos damos cuenta cuán lejos estamos de alcanzar dicho propósito. Cuanta sabiduría y profundidad hay en esta frase, la cual se aplica a todo, desde lo más trivial, hasta los más recónditos y profundos enigmas de nuestra existencia.

La frase se le atribuye a Sócrates, quien a partir de su dialogo con Menón, sentenció:

Este hombre, por una parte, cree que sabe algo, mientras que no sabe nada. Por otra parte, yo, que igualmente no sé nada, tampoco creo saber algo.

En el fondo esta frase recoge todo el sentido y alcance de la doctrina socrática para acceder al conocimiento: en primer lugar, en un período dominado casi por completo por la inmodestia sofista, Sócrates reaccionó con su frase para poner en duda los postulados que sustentaban el predominio de aquellos. Por otro lado, explica la filosofía como una construcción comunicativa; el dialogo (bastión de su teoría) surgió precisamente, para dejar en claro que nadie es dueño de la verdad, ni ésta es posible encontrarla de manera individual.

Lo anterior nos pone casi inexorablemente en contacto con otros, cada persona posee dentro de sí una parte de la verdad que solo podrá descubrir en su relación con los demás.

Lo anterior explica entonces, las dos partes en las cuales se sustenta el método socrático: la ironía, entendida como la capacidad (arte le llamaban en la Grecia antigua), de preguntar de manera constante y firme para aflorar en el otro su desconocimiento y, por supuesto, la mayéutica, el alumbramiento de la verdad a partir de preguntas, de modo tal que el otro llegue a descubrir la verdad por sí mismo.

Es clara la actitud de humildad frente al conocimiento de Sócrates, la cual contrastaba notablemente con la actitud sofista.

En todo caso, la máxima socrática tiene hoy mucha más validez que nunca, en la actualidad es tanto el conocimiento generado, que es casi imposible pretender saberlo todo. Tenemos puntos de vista que convertimos en hipótesis y sobre ellas ahondamos, pero es tanta la complejidad, que el esfuerzo resulta arduo.

Lo anterior lo comparto, pues por estos días me encuentro en Estados Unidos, en particular en la Universidad de la Florida, para hacer una inmersión en ingles general e inglés legal, y en relación con lo anterior, he tenido la oportunidad de interactuar con personas de 27 diferentes naciones.

Es curioso que a pesar de la diversidad cultural, lingüística, religiosa, etc., al final confluimos en las mismas preocupaciones, y cada quien tiene una visión sobre la realidad, la que lo rodea y la que tienen sobre otras partes alrededor del mundo. Muchas próximas, pero en su mayoría distintas.

A pesar de lo anterior, lo interesante de la experiencia es la interacción y la capacidad de escucha respetuosa que existe de parte de todos, no importa de dónde vengas, cuanto te hayas preparado o que tan influenciado estés por la cultura predominante en los sitios de origen, lo importante es que la opinión vale por igual y que cualquier cosa que se expresa, por pequeña que sea, resulta importante para entender y conocer.

Lo anterior entonces, me devuelve a mi primera reflexión: el conocimiento es-debe ser, humildad.

Cuantas veces nos encerramos en nuestras ideas, las cuales disparamos para que otros las reciban con el dolor que produce la falta de interacción, de interés o empatía, hacia lo que los demás piensan y expresan.  

No oculto que las limitaciones idiomáticas influyen para aflorar una cierta sensibilidad hacia demás, ya que juntos trabajamos para simplificar la manera como nos comunicamos, pero, en mi caso, bienvenido sea el desprendizaje para aprender, y sobre todo, para rescatar el valor del conocimiento como signo característico e inequívoco de humildad.