Tres egresados detrás del éxito del primer rodizio barranquillero

Silvia María, Marco Castro y Gina Bayona han consolidado en Barranquilla la marca del restaurante Rodizio, que cuenta con dos sedes. Nos comparten su historia de cómo lograron posicionarse y las proyecciones que tienen de crecer a través del servicio por domicilio.

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Silvia María, Marco Castro y Gina Bayona son los dueños del restaurante Rodizio.

Por: Jesús Anturi

24 abr 2024

Los egresados Marco Castro, de Ingeniería Industrial; Gina Bayona, de Derecho; y Silvia María, de Administración de Empresas, conforman la sociedad empresarial a la cabeza del reconocido restaurante Rodizio, cuya propuesta de “¡All you can eat!” se ha posicionado en el público barranquillero como una opción siempre confiable y cercana. Gracias a un trabajo sostenido, trazado sobre metas claras, han logrado darle solidez a la marca y ahora proyectan su crecimiento a través de potenciar el servicio a domicilio.

“El secreto ha estado en que siempre estamos muy pendientes de qué quiere el mercado, de qué le gusta a la gente y lo que podemos hacer sin perder nuestro sello”, dice Marco, en referencia al éxito que han ido cosechando con los años pese a atravesar etapas adversas para un negocio como el suyo. Si de hablar de adversidades se trata, nada lo ejemplifica mejor que los desafíos durante la pandemia, que los llevó a reinventarse de muchas formas, pero que al final les dejó aprendizajes que ahora utilizan para asumir retos cada vez más grandes.

¿Cómo llegaron a Rodizio? La historia empieza para ellos con un aviso en el periódico. Corría el año 2010, Marcos y Gina eran dos recién egresados, el uno en 2006 y la otra en 2009, y recién casados, que tenían un propósito claro de vida: emprender un negocio propio. Luego de un tiempo vinculados a empresas como empleados, en el que ahorraron a más no poder, se decidieron a buscar de lleno oportunidades en las que pudieran invertir. Varias ideas surgieron en el proceso, pero un día vieron en los clasificados del periódico que estaban vendiendo varios restaurantes, entre esos Rodizio, que funcionaba en la ciudad desde 1998, con un éxito relativamente bueno.

Gina Bayona egresó de Derecho en 2009. Antes de emprender ejerció como abogada en el Consultorio Jurídico de la universidad y en la oficina de abogados Chapman y Asociados.

 

Desde el comienzo tuvimos el sueño de que queríamos un negocio. Fue algo que trabajamos paso a paso. Empezamos por capitalizar, ahorrando todo lo que ganábamos, literalmente. Para mí, como emprendedora, el mensaje que puedo compartir a la juventud es: si estás seguro de lo que quieres, solo puedes lograrlo haciendo sacrificios. Después, lo más difícil es dar el paso, llenarse de confianza y creer que va a funcionar"

Gina Bayona

Aunque tenían el proyecto de hacer empresa, entendieron que debían trabajar antes para capitalizarse y ganar experiencia. “Yo decía que debíamos tener la experiencia de trabajar para otros antes, porque así podríamos saber cómo es ser empleado, y esto nos iba a permitir comportarnos como buenos jefes. Gracias a que los tres trabajamos antes en empresas, hemos establecido un clima laboral familiar, en el que está prohibido el maltrato entre todo el personal”, dice Gina, quien ha asumido un rol de dirección general de los empleados.

En 2010 compraron el restaurante. La marca había perdido fuerza en la ciudad y no pasaba por su mejor momento. Sin embargo, a Marco y Gina les resultaba atractiva la propuesta del servicio, que le daba un diferencial en Barranquilla. Decidieron comprarlo, invirtieron sus ahorros para pagar la mitad y recibieron un préstamo familiar por el resto. En este punto hay un detalle nada menor: los nuevos dueños no tenían ni idea de lo que era administrar un restaurante. Entonces ¿cómo hicieron para darle un nuevo aire y no morir en el intento? Regresaron a las raíces.

“Cuando lo compramos, los dueños le habían cambiado el nombre a Wokizio, en un intento por mejorar las ventas, basado en una fusión con la comida wok, muy de moda en ese momento. Nosotros decidimos retomar las raíces del rodizio, que había sido el secreto del éxito inicial, y buscamos la forma de llevarlo a lo que la gente estaba pidiendo”, dice Marcos. Sin experiencia en el negocio, pero con la voluntad al máximo, se empaparon de todo lo que tenían que saber para que funcionara y lograron consolidar un servicio de atención que cautivaba a sus clientes.

Marco Castro, egresado de Ingeniería Industrial en 2006. Como parte de su interés por conocer el negocio, en 2015 estudió cocina y realizó varios cursos de parrilla en Argentina y Brasil.

 

Lo bonito de aprender de cero del negocio, por lo menos de mi parte, es que yo conozco todas las áreas, he sido mesero, parrillero, administrador, encargado de los suministros y del inventario… No hay área que no entienda del restaurante. A nosotros nos funcionó porque desde que adquirimos Rodizio esto ha sido como un hijo que amamos, y uno tiene que querer mucho lo que hace para hacerlo bien. Ya luego es ser conscientes de que todo en la vida, los sueños que tienes, requieren trabajo, disciplina y sacrificio"

Marco Castro

Desde que tomaron las riendas del restaurante las ventas no cesaron. Esto les sirvió para que en un año terminaran de pagar el préstamo que adquirieron para comprar el restaurante. Por dos años, dicen, vivieron una primera fase que era conocer el negocio, hacerlo sostenible y darle estabilidad. Luego empezó una etapa de crecimiento. En 2015, ampliaron el local. Tomaron el local de al lado para montar un sport bar, pero la idea no les funcionó del todo. 

“Apenas iba un cliente, que era el que nos había comentado la idea del sport bar. Entonces optamos por escuchar lo que los clientes nos pedían, que era un salón de eventos. Tuvimos que cambiar todo, sillas, decoración y demás. Es difícil, como emprendedor, darte cuenta de que tomas una decisión errónea, pero tienes que echar para atrás y replantear, y eso cuesta. El éxito de ofrecer espacios para realizar eventos nos llevó a que la sede se quedara pequeña para la atención del público regular, así que empezamos a pensar en buscar otra sede”, recuerda Marco.

La segunda sede se concretaría en la calle 93 con 47. Y unos años después, en 2019, se abrió una tercera en la carrera 43 con 80. Ambas sedes las lograron posicionar en los sectores con una clientela que crecía de forma sostenida. En esa etapa, Silvia fue vinculándose a la empresa, primero como asesora en la organización estructural y la cultura.

“En 2018, en el proceso de crecimiento del restaurante, surgió la necesidad de consolidar la estructura de la empresa con miras a abrir una nueva sede. Luego, en 2020, se da la oportunidad de ingresar a la sociedad”, cuenta Silvia. Ese mismo año, la pandemia abriría nuevas posibilidades para la marca. 

Silvia María se graduó de Administración de Empresas en 2009 y de la Especialización en Gerencia de Empresas Comerciales en 2014. Su trayectoria profesional la había desarrollado como empleada en Tecnoglass y el Grupo Nutresa.

 

Siento que la universidad te da perspectiva, te da estructura y la administración particularmente te permite saber de todo un poquito, te da una visión más general de todo lo que es una empresa y tú decides en qué profundizar. Ese conocimiento me sirvió para moverme en sectores muy diferentes y ahora poder aportar a la consolidación y crecimiento de Rodizio"

Silvia María

Efecto pandemia: nace un nuevo producto estrella

En 2020, la pandemia por Covid 19 representó un reto para muchos negocios, y probablemente los restaurantes fueron de los más golpeados ante las medidas de cierre absoluto. Por el tipo de servicio, Rodizio no era una marca que destacara en ventas a domicilio, de hecho, solo hasta noviembre de 2019 habían comenzado a incursionar en este formato, pero lo hicieron más con el propósito de hacer presencia de marca en las aplicaciones domiciliarias, que por un interés real de garantizar ventas masivas por ese medio.

"Al principio de la pandemia cerramos completamente durante los primeros 15 días, esperando que todo se pusiera mejor. Cuando nos dimos cuenta de que las cosas no iban a ser así y que nos estamos enfrentando a una situación completamente diferente, tuvimos que pensar cómo librar la situación, porque si seguíamos con los costos fijos en dos meses quebrábamos. Hoy podemos decir que lo mejor que nos pasó fue la pandemia, porque partimos en el negocio en dos y vimos la necesidad de fortalecer los domicilios. Diseñamos platos que se adaptaban a las necesidades del mercado en medio de ese contexto", sostiene Marco.

Al final de la pandemia habían diseñado un modelo sostenible de domicilios, que mantuvieron activo y que hoy sigue siendo una línea de negocio con mucho potencial para expandir sus ventas. "Ahorita mismo ya está en Rappi, y recientemente nos metimos también en Turbo. Ya hay tres productos de la marca Rodibowl que en diez minutos puedes tener en tu casa. Es una marca que estamos desarrollando desde octubre del año pasado y es donde tenemos proyectado crecer este año. Es una marca que sabemos que los clientes van a amar", dice Silvia.

Para Marco, Gina y Silvia, el paso por la Universidad del Norte fue clave en su desarrollo como emprendedores. Cada uno desde su formación y experiencia laboral, le imparte un sello distintivo al negocio, cuyo éxito radica en la calidad del servicio que ofrecen a los clientes y en el entusiasmo con en el que asumen cada reto que se les presenta como empresa.

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