El adiós a uno de nuestros primeros profesores: Garce (q.e.p.d.)

El pasado 17 de noviembre el profesor Osvaldo Garcerant falleció. Repasamos su paso por Uninorte durante 52 años, desde 1966 hasta 2018, cuando se retiró de las clases. Empezó como profesor de Dibujo y terminó como coordinador de los Laboratorios de Física.

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Osvaldo Garcerant trabajó en Uninorte durante 52 años, hasta su jubilación en 2018.

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20 nov 2020

En 1966, cuando la Universidad del Norte inició clases en una casona del barrio El Prado, el ambiente familiar y la camaradería caracterizaba las relaciones entre estudiantes, profesores y administrativos. Osvaldo Garcerant era uno de los últimos testigos de esos primeros días. Se había vinculado al cuerpo docente de Uninorte, como asistente de Dibujo, a los cuatro días de que se abrieran las puertas de esta universidad. En esas primeras generaciones, 12 profesores atendían las clases del ciclo básico de Administración de Empresas e Ingeniería.

El pasado 17 de noviembre Garcerant, o Garce, como le llamaban sus compañeros, falleció. Estuvo vinculado a Uninorte por 52 años y vivió de cerca el crecimiento de este proyecto universitario. Nunca dejó de sentir que era su gran familia. Entre muchos miembros de esta institución era reconocido por el grito de batalla que solía proclamar en distintos eventos o reuniones: ¡FAMILIA!

En 2018, año de su retiro, nos contó que la primera vez que lo utilizó fue en una semana universitaria, porque era la palabra que mejor describía el sentir de los estudiantes y profesores reunidos en la que era la plazoleta de comidas de la sede actual, donde hoy es el bloque A. Desde entonces el grito sirvió como instalación de la semana universitaria y se escuchó por muchos años cuando llegaba a encuentros multitudinarios. 


El profesor Garcerant en una de sus clases de física.


Tomás Rada, profesor de Física y amigo de Garce, recuerda que llegaba a la universidad desde muy temprano para alistar las cosas de cada día, como coordinador de los Laboratorios de Física. “Era una persona bastante metódica y disciplinada en su trabajo. En la época de poco computador, tenía sus carpetas organizadas y marcadas. Siempre había algo de música a su alrededor, a volumen bajo en su grabadora, pero siempre había música y alegría. También había muchos objetos, aparatos y curiosidades en su oficina, producto de alguna aplicación física que ayudaba a enseñar algún tema”, dice.

“Garce tenía el laboratorio de física en su cabeza, sabía dónde estaba cada calibrador, cada imán, cada bobina, todo lo que se le solicitara. Su compromiso con los estudiantes en los laboratorios era total, explicando los experimentos con la autoridad que da la experiencia”, comenta el profesor Agustín Barrios, quien lo conoció hace 31 años, y confiesa que cuando su amistad se consolidó, disfrutó de su hobbie: el canto. “Lo hacía con la calidad de un artista profesional”.

La pasión por la física práctica la llevaba a sus clases: exigía a sus estudiantes que armaran prototipos en los que aprendieran cómo funciona la física. Mientras estuvo al frente de los laboratorios se ingenió la vitrina interactiva en la que buscaba despertar la curiosidad a cualquiera que pasara por ahí. “Era ingenioso, no había tantos equipos de laboratorio, lo cual obligaba a ser recursivo y creativo, en esto insistía e inculcaba a sus estudiantes de ingeniería”, cuenta Rada.

También era estricto. Tanto así que ni su hijo, quien estudiaba ingeniería, se salvó de la rigurosidad del profesor. Él mismo contaba la anécdota: cuando su hijo estaba revisando sus notas en la salida del laboratorio se dio cuenta de que había sacado 2 en la nota de examen final; sus compañeros enseguida reaccionaron: “vámonos, si partió a su hijo, aquí no hay más nada que hacer”.

El profesor Guillermo Cervantes, amigo de Garce, lo recuerda como un referente, por su experiencia, su tacto para resolver situaciones engorrosas con colegas, estudiantes, administrativos. “Un profesor de carácter, pero justo, sin atropellar al estudiante. Siempre entregado a sus labores en el Laboratorio de Física, manteniendo la disciplina, el respeto por las asignaturas y velando por la seguridad en el uso de los instrumentos”.

Otra de las grandes pasiones de Garce era el softbol. Era un jugador recurrente en el campeonato interno de la universidad en la segunda mitad de la década de 1970. Iván Cárdenas, egresado de Ingeniería Mecánica en 1985, contó que por allá en 1978 el clásico de softbol era entre el equipo Cerveceros, de estudiantes, y el de Vicarios, conformado por profesores, ente ellos Garcerant. No habla mucho del talento de Garce con el bate, pero sí tiene claro que las reuniones pospartido eran incentivadas por él. Una verdadera integración la que se vivía entonces.


En una Expofísica, donde estudiantes de colegios visitaban la universidad para conocer los proyectos de las clases de física de Uninorte.


“Era una persona alegre, siempre con una sonrisa dispuesta a compartir y a alegrar a las personas a su alrededor, una forma de ser muy cálida y humana, así como extrovertida, dedicado a su familia. Garce tenía el don de llegar a las personas, de hacerlas sentir bien y en familia”, agrega el profesor Rada.

Osvaldo Garcerant era de esos profesores que no se olvidan, porque hacen parte de los llamados verdaderos educadores, que enseñan para la vida real. En muchos de los egresados de las primeras décadas de Uninorte, sino en todos, seguramente hay alguna anécdota que los lleve a rememorar ese sentir de familia que Garce expresó en forma de grito. En Uninorte lo recordaremos como un personaje sin igual, cuyo legado quedará inscrito en nuestra historia.

En memoria

Hoy, a las 11:00 am, la universidad invita a la celebración de la eucarística en memoria de colaboradores, familiares de colaboradores y pensionados, fallecidos durante el segundo semestre de este año. Los interesados pueden acceder aquí

Por Jesús Anturi

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