Clientelismo en el Caribe: ¿imposible de acabar?

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El evento se llevó a cabo en el Auditorio de la Universidad.

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03 oct 2018

En el marco de la I Jornada para pensar (y soñar) el Caribe Colombiano a 20 años, se llevó a cabo un conversatorio para debatir la pregunta ¿es posible acceder al poder sin clientelismo?. El panel estuvo conformado por Diógenes Rosero, director Foro Costa Atlántica; Tatiana Velásquez, periodista y docente de la Universidad Tecnológica de Bolívar; Ángel Tuirán, director del departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de Uninorte, y fue moderado por Laura Ardila, editora de La Silla Caribe.

El clientelismo, entendido como esa práctica común de ofrecer dádivas en dinero o especias para acceder a algún cargo de elección popular, se ha convertido en el principal motor electoral del país. Así lo confirman organizaciones como la MOE (Misión de Observación Electoral), que en sus informes destaca la presencia de esta práctica.

Al respecto, Diógenes Rosero hizo un recorrido histórico sobre lo que ha sido esta práctica en el país. “A mediados de los 60’s teníamos un macroestado que lograba repartir puestos y cargos sin la necesidad de la comunidad, todo era manejado por la clase política. Pero luego, a mediados de los 80’s, con la caída de ese macroestado, fue necesario recurrir al elector a través de la compra y venta de voto”, explicó Rosero.

Sin embargo, la problemática se agrava al no tener una sociedad que rechace esta práctica y reconozca que es un acto ilegal. Ya que según la experiencia en reportería de Tatiana Velásquez “la comunidad no ve la compra de votos como ilegal sino como necesario. En algunas comunidades aceptar o no, vender el voto, puede significar un día de comida para sus familias”. Situaciones que son posibles ante los problemas que el estado no soluciona.

Para el clientelismo no hay estrato social, la compra de votos puede ser una práctica común entre los estratos más bajos, pero en los más altos esta se transforma en contratos y/o puestos. Así lo explicó Ángel Tuirán, al decir que “no se puede categorizar el clientelismo en un solo estrato social, solamente que el intercambio varía de dinero a especias. Contratos a dedo o promesas de puestos de trabajo aparecen en lugar de dinero”.

Pedir votos a cambio de mantener un puesto, es también una de las prácticas que se presentan en el clientelismo. Tatiana Velásquez, periodista, ha cubrido procesos electorales en Barranquilla y Cartagena y ha encontrado diversas prácticas para sumar votos. “Mientras en Barranquilla hay un funcionario con lista en mano solicitando cinco votos por empleado para mantener un puesto. En Cartagena, hay un candidato buscando ‘líderes’ en ciertas comunidades para llegar a la media noche a hacer falsas promesas a los electores y garantizar su voto”, contó la periodista, dejando claro que ambas prácticas son igual de reprochables.

Por supuesto, el clientelismo no tiene un solo responsable. Es una larga cadena de actores donde cada uno aporta para que se lleve a cabo. Ángel Tuirán envió un llamado a la ciudadanía. “Debemos cuestionarnos como ciudadanía ya que conocemos el problema y muchas veces hacemos parte de él. Es necesario asumir un rol crítico”, dijo el profesor.

La pregunta inicial encontró una respuesta unánime en los panelistas. Los tres estuvieron de acuerdo en que es posible llegar al poder sin clientelismo, pero que aunque se escape de él en la etapa electoral, luego en el periodo de gobierno muchos incurren en prácticas de clientelismo en procesos de contratación para obras públicas.

¿Hay salida?

Para Diógenes Rosero, la salida a este círculo de ilegalidad depende de “proyectos políticos estructurados y con un bastante tiempo de planeación. Que sean frutos de un proceso transversal entre la comunidad y su gestión”.

No hay que olvidar que “los escenarios de poder son seductores”, como lo dice Ángel Tuirán y dejar estas prácticas ilegales depende en gran medida de las cualidades de líder de los políticos y su calidad humana.

Para 2019 el escenario no es nada alentador ya que en gran medida depende de proyectos que ya deberían estar gestándose y hoy no se ve. Tatiana Velásquez concluye con que “en el Caribe es necesario una renovación de ideas que por ejemplo en Barranquilla no sucederá mientras la ciudadanía continúe satisfecha con la forma como se están haciendo las cosas”.

Si quiere revivir el conversatorio completo, puede dar clic AQUÍ.

Por Omar David Alvarez

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