“Del geólogo solo se acuerdan cuando la tierra tiembla y los edificios están en el piso”

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El geólogo Germán Bayona durante un coloquio con estudiantes de Uninorte.

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05 oct 2017

Para Germán Bayona, doctor en Geología de la Universidad de Kentucky, la geología hace parte de los conocimientos básicos que debería tener la población colombiana para conocer realmente su territorio. El experto afirma que, tal como existen médicos en cada poblado de nuestra Nación, en un país activo sísmicamente y geológicamente diverso como Colombia cada municipio debería tener un geólogo que permita transmitir una consciencia sobre las condiciones del espacio donde habitan, así como las necesidades que de estas se desprenden.

Bayona, quien dirige la Corporación Geológica ARES, entidad privada sin ánimo de lucro que promueve la promoción y desarrollo de la investigación pura y aplicada en ciencias de la Tierra, ofreció el pasado 29 de septiembreun coloquio a estudiantes del pregrado de Geología de la Universidad del Norte. Durante su visita Bayona habló sobre el estado de las geociencias en el país y fue enfático en señalar cuán importante es llevar la geología a las comunidades continuamente y no solo hacerlo una vez sucede un evento catastrófico.

¿Son suficientes los geólogos que hay en el país?

Hacen falta muchos geólogos. Hay un conocimiento básico que necesitamos aún transmitir a la gente para que entiendan qué es su territorio y en dónde están viviendo, para que cuando se levanten y miren a su alrededor sepan el entorno en el que viven y cómo adaptarse a diversas circunstancias. Eso demanda una cantidad de personas. Cada municipio debería tener un geólogo y eso es algo que estamos buscando: la manera de que, así como cada municipio tiene un hospital o una clínica con un doctor, cada municipio tenga un geólogo que sepa, por ejemplo, buscar un nuevo espacio donde botar la basura. El geólogo es la persona indicada para decirte que el espacio debe estar alejado de los acuíferos, de territorio sin actividad económica, ya sea en minería o para sacar hidrocarburos o materiales de construcción. Esa es la visión que nos falta llevar a la gente.

¿Cómo visibilizar la importancia de la geología en la gente?

Nos hemos dado cuenta de que por el hecho de estar muy inmersos en la profesión hemos estado alejados de ciertas realidades que tienen las comunidades en la parte social. Eso es lo que nos hace abrir los ojos y decir “nos hace falta agua”, cuando hay sequías preguntarnos dónde está el agua subterránea, preguntarnos cuál va a ser la respuesta de la gente con estos eventos climáticos de corta duración y las catástrofes que generan.

La ventaja del geólogo es que nosotros podemos visualizar eso y podemos entender ese contexto, pero nos falta saberlo comunicar adecuadamente a la comunidad y a las personas que toman decisiones.

Los campos de acción son amplísimos. Nosotros hacemos muchas actividades, no solo el manejo de aguas ni de recursos tanto renovables como no renovables, sino también enseñarle a la comunidad a tener cuidado. Que si por ejemplo siembran con mucha frecuencia en una ladera, un aguacero torrencial puede causar un deslizamiento y no solo el cultivo que tiene ahí, sino el que tiene abajo lo pierde. Son cosas que tenemos que mirar hacia el futuro.

Uninorte puede hacer un énfasis en ese tipo de comunicación, ir a las comunidades y escucharlas, ver cuáles son sus necesidades y cómo estas comunidades pueden adaptarse a estos cambios bajo una asesoría desde el punto de vista académico. Ese acercamiento a la comunidad es algo que siempre nos falta a los académicos.

Usted, a través de ARES, ha intentado lograr una apropiación del conocimiento geológico en la comunidad. ¿Cómo ha sido este proceso?

El año pasado junto con las diferentes sociedades de geólogos comenzamos a llegar a los colegios y mostrarles por qué el geólogo es importante y cuál es su función dentro de la comunidad. Del geólogo se acuerdan cuando la tierra tiembla y los edificios ya están en el piso; cuando sucede lo de Mocoa o lo de Armero. No es que seamos catastróficos, pero por eso es que los geólogos son importantes.

Tenemos que entender y explicarle a la gente esas actividades del día a día, que la gente entienda y visualice, por ejemplo, que vivir en el Caribe significa tener de un momento inundaciones por aguaceros y luego siete meses de sequía. ¿Qué repercusiones puede generar y cómo se pueden adaptar a ello? Siete meses significa que no van a tener agua, pero a profundidad a 100, 200 metros hay acuíferos. Si nosotros no enseñamos nada del diario vivir, la gente sale y hace sus necesidades en esos acuíferos y estamos dañando el agua de nuestro futuro. Esas son las actividades que nosotros podemos hacer, pero en cada región es diferente.

Es bien sabido que la baja de los precios en petróleo ha estado relacionada a la baja en fondos de investigación para geociencias. ¿Cómo afrontan ustedes esta situación?

Esto nos permite a nosotros abrir nuestras capacidades para mirar otros campos de acción. Es una realidad que lo que es minería e hidrocarburos da muchos de los recursos no solo para nuestra investigación, sino también para muchas de las políticas que hace el Gobierno. Pero la cuestión es que, así como el país no puede depender de una sola economía, los geocientíficos tenemos que mirar otras opciones, otras alternativas. En este momento y en los próximos años todavía dependeremos de lo mismo. Nosotros sabemos que esto es algo que fluctúa y tenemos que ser una comunidad que se adapta a las circunstancias.

¿En qué se han centrado sus investigaciones recientemente?

En la investigación que he elaborado en los últimos 25 años yo trato de entender cómo se generan las cuencas sedimentarias y cómo es el desarrollo de esas cuencas con el desarrollo de las montañas. Las montañas que vemos hoy en día cuando viajas a la Sierra Nevada de Santa Marta son relieves relativamente muy recientes porque son de los últimos diez millones de años.

En la charla de hoy me voy enfocar en algo muy particular. En una época que llamamos el cretácico lo que conocemos como el territorio colombiano estaba totalmente cubierto por mar, puedes hallar fósiles en Villa de Leyva, en el Caribe, los Llanos, que nos indican que las condiciones eran marinas. Pero fue el inicio de la colisión de dos placas tectónicas, que llamamos la placa Caribe y Sudamericana cuando empiezan a emerger las cordilleras.

Ese proceso no es uniforme y las cordilleras que conocemos como occidental, central y oriental, cuando comenzaron a emerger tenían una disposición muy diferente a la de hoy. Si lo contextualizamos es como si uniéramos en una sola línea entre Pasto, Medellín y Santa Marta, todo eso era una sola cordillera continua. ¿Cómo podemos detectar eso? Porque nosotros hemos podido entender los sedimentos que están hacia el oriente de lo que era esa cordillera. Básicamente es mostrar ese paso de cuando nuestro territorio era mar, a ser ríos con una cordillera en la parte más occidental.

¿Y por qué es importante?

Esa cordillera tenía volcanes. Hoy los volcanes no pasan del norte de Manizales, pero para esa época desde la parte sur al extremo norte estaba llena de estos. ¿Cómo sabemos eso? Porque en la cuenca sedimentaria vemos registro de material volcánico. En estos sitios donde ha habido volcanes, son los sitios donde hoy en día están sacando la mayor cantidad de oro, la cordillera central.

Y en cuanto a los ríos, estos llevan al final sedimentos. Cuando esos depósitos de arena son enterrados en profundidad van a compactarse y quedar como roca. Entre esos granitos de arena va a quedar un espacio, y en ese espacio se van a cumular los hidrocarburos. Entonces, saber cómo la orientación de esos canales y dónde están los canales les permitirá a esas empresas saber qué rocas mirar y qué canales ir a buscar en profundidad.

Por Andrés Martínez Zalamea

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