Día del Mar 2017 analiza la realidad del río Magdalena

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Las oportunidades y retos en la desembocadura del río Magdalena fue la temática escogida para la tercera edición del Día del Mar.

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01 ago 2017

La desembocadura del río Magdalena, en Bocas de Ceniza, no solo es el lugar en donde el agua dulce se mezcla con la salada del mar, sino el punto en el que la densidad, temperatura, flujo y salinidad del líquido cambian. Ocurren procesos que no se dan en ninguna otra parte del caudal.

La tercera edición del Día del Mar, realizada el pasado 28 de julio, profundizó en estos aspectos, pero además en las oportunidades y retos que se generan día tras día en la desembocadura del río Magdalena. Este evento, organizado por el Museo Mapuka y el Departamento de Física y Geociencias de Uninorte, contó con la participación de expertos nacionales y un extranjero, quienes ofrecieron nuevas perspectivas sobre las condiciones actuales del río Magdalena y su vinculación con el mar Caribe.

Entre los conferencistas de la jornada estuvo Germán Escobar, capitán del Puerto de Barranquilla, quien impartió la conferencia Retos de la desembocadura del río Magdalena, en la que habló acerca de las problemáticas de sedimentación que han dificultado la navegabilidad durante la primera mitad del año; ocasionando restricciones para el ingreso de barcos al afluente.

“Las principales complicaciones que tenemos en el río son el transporte de sedimentos, altas corrientes y caudales por encima de los registrados normalmente. Estas situaciones, que para la fecha están fuera de lo normal, han hecho que las condiciones de navegación en el Puerto tengan restricciones durante todo este año”, explicó.

Escobar también resaltó que dichas restricciones se han dado por motivos de seguridad, para evitar que las embarcaciones encallen, ya que las acumulaciones de sedimentos no solo se han presentado en el canal de acceso al Puerto, sino que se evidencian en otros puntos del caudal.

“El segundo punto crítico lo tenemos en el kilometro 11, donde por efecto del transporte de sedimento el canal navegable está muy estrecho. Ahí hay ahora 120 metros de ancho para que un buque de 200 metros ingrese y también las zonas de giro están sedimentadas”, argumentó el Capitán, agregando que hacen falta instrumentos de medición en el río para obtener más datos sobre los factores que intervienen en la acumulación de sedimentos y así “tomar acciones preventivas, no solo reactivas”.

Un gigante de agua y sedimentos

El evento también contó con la participación de Juan Camilo Restrepo, profesor del Departamento de Física y Geociencias de Uninorte, quien presentó la conferencia Bocas de Ceniza: un gigante de agua y sedimentos. Una mirada desde la oceanografía. Esta permitió comprender más sobre la historia de los manejos que se le han dado a la desembocadura del Magdalena desde principios del siglo pasado, siendo la mayoría de las intervenciones desde el punto de vista hidráulico e hidrológico, ignorando que esta zona requiere de un tratamiento ambiental y físico complejo.

Restrepo indicó que el Magdalena hace parte de los 50 ríos más caudalosos del mundo; en promedio transporta 6.500 metros cúbicos de agua por segundo; así mismo se encuentra entre los 20 ríos que más traslada sedimentos a nivel global, moviendo alrededor de 180 millones de toneladas anualmente. Estas condiciones particulares son las que desde hace décadas se intentan domar.

“Desde 1908 nos metimos a controlar a un gigante y no teníamos una real cuantificación de lo que significaban sus aguas. Tenemos que adaptarnos a él y trabajar con sus características, no en contra de ellas”, dijo.

El profesor añadió que no solo es particular la alta tasa de sedimentos que el río transporta anualmente, sino que este tiene propiedades que deben ser estudiadas con mayor detalle, ya que al encontrarse el caudal en una zona tropical, dicho sedimento incluye abundante material orgánico, que le hace adherirse más fácilmente. Es por esto que considera necesario que las obras y trabajos que se desarrollen en torno al Magdalena para mejorar sus navegabilidad, se hagan teniendo en cuenta sus condiciones naturales.

“No se puede decir que se van a dragar 15 o 16 metros para que entre un barco, sin saber si esa es la profundidad de equilibrio del río. Si se mira históricamente, este ha buscado su equilibrio alrededor de los 12 metros; por eso si dragan, él vuelve a sedimentarse, así que lo que hay que hacer es un estudio comprensivo, teniendo en cuenta las condiciones geológicas, hidráulicas y oceanográficas del Magdalena, pero esa reflexión no sea ha hecho”, enfatizó el experto en ciencias del mar.

 

Por María Margarita Mendoza. 

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