Exploración a uno de los últimos remanentes de bosque seco en Barranquilla

En un terreno al norte de Barranquilla, donde antes había una cantera con abundantes reservas de roca caliza, se esconde uno de los últimos restos asociados a vegetación seca de la ciudad, con litologías abundantemente fosilíferas. Este es estudiado por profesores de los departamentos de Geociencias y Química.

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Profesores observan el paisaje del terreno estudiado.

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08 feb 2021

Árboles de hojas secas y arbustos de ricino se abren ante un sendero rocoso, mientras el viento ligero revuelve el canto de varias aves que habitan el lugar. En un terreno al norte de Barranquilla, donde antes había una cantera con abundantes reservas de roca caliza en terreno de colina, hoy se esconde uno de los últimos remanentes asociados a vegetación seca de la ciudad, con litologías abundantemente fosilíferas.

Se trata de una gran área ubicada entre las vías entregadas por el Grupo Argos, de la mano de la Alcaldía de Barranquilla, para mejorar la conectividad del barrio Villa Carolina con el norte de la ciudad, y que incluyó en 2019 la entrega de la carrera 65.

Felipe Lamus, profesor del programa de Geología de Uninorte, vive hace cinco años cerca de la zona y durante este primer semestre cumplió su deseo de estudiar estos terrenos, gracias a los permisos otorgados por Argos. Durante un precampo realizado la mañana del 6 de febrero, el docente, junto a colegas investigadores de la institución, destacó el potencial científico que tienen para actividades académicas desarrolladas por los departamentos de Física y Geociencias junto al de Química y Biología.

“Hay una tendencia en la universidad de que las cosas se hagan con más transdisciplinariedad, una visión holística. La nueva crisis sanitaria ha generado desafíos en educación y ciencia que debemos superar cada día, creando nuevas oportunidades de mejora”, puntualizó.

 


Calizas y bivalvos registrados en el terreno.

El subsuelo de Barranquilla está constituido por rocas y sedimentos que muestran procesos sedimentarios de origen marino, fluvial y eólico, que contribuyeron a la formación de depósitos de arenas, margas (roca sedimentaria compuesta principalmente de arcillas calcáreas), calizas de arrecifes coralinos y areniscas. Lamus, con mapa geológico en mano, señaló que el terreno estudiado hace parte de la Formación La Popa, del Pleistoceno (desde 2.5 millones de años hasta 117000 años), pero ameritan estudios estratigráficos en profundidad, pues los bivalvos encontrados indican un rango de edad muy grande.

“Cumplimos el objetivo de llegar al lago, lo que genera la pregunta de si su agua es subterránea. Vimos distintos tipos de calizas y areniscas. Esta es un área con un potencial en temas de biología y geología. Ahora tenemos más preguntas que respuestas”, agregó el profesor.   

Juanita Aldana y Juan Pablo Gómez, profesores del departamento de Química y Biología, lograron observar 36 especies diferentes de aves en el sitio, entre ellas una endémica como es la Ortalis garrula, mejor conocida como guacharaca caribeña, y algunas especies migratorias. Especies que, en la medida que una ciudad crece sin planificación y cambia sus áreas naturales, empiezan a disminuir sus poblaciones. La clave, recalcó Aldana, es urbanizar con un diseño que piense en la naturaleza y en el bienestar de los ciudadanos.

Diseño al que Argos, dentro de sus obligaciones como urbanizadores, ha dedicado decenas de hectáreas para parques, arborizados andenes, corredores para ciclo rutas y proyectos como el Bosque Urbano Miramar (BUM), pensando en un modelo de ciudad verde.

“Uno le pregunta a una persona si conoce los bosques de Barranquilla y probablemente no los tiene en su imaginario, no existen. Son bosques invisibles. Esto para una ciudad, sobre todo en este clima, es una gran riqueza. Por eso este terreno con tanta biodiversidad merece ser estudiado para que la gente conozca y valore más su ciudad”, concluyó Aldana.

Por José Luis Rodríguez R.

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