Hasta Beethoven hubiera querido escuchar la IX sinfonía del concierto Euro Caribe

Los espectadores del VIII concierto Euro Caribe de la Cátedra Europa aseguran que Julián Gómez por momentos se elevaba del piso mientras dirigía la orquesta de 234 músicos que interpretaba la IX sinfonía de Beethoven.

CONCIERTO-EUROCARIBE-2019 fp.jpg

Por:

27 mar 2019

Decían que levitaba. Los espectadores del VIII concierto Euro Caribe de la Cátedra Europa aseguran que Julián Gómez por momentos se elevaba del piso mientras dirigía la orquesta de 234 músicos que interpretaba la IX sinfonía de Beethoven. Y a esos más de 2000 testigos hay que creerles cuando hablan de la magia que merodeó el ambiente la noche del jueves, 21 de marzo, en el Coliseo Los Fundadores. Fue una de esas noches que Barranquilla recordará por mucho tiempo.

Decía Julián Navarro, director de Música de Uninorte, que los astros se habían alineado para hacer posible la maravilla de escuchar por primera vez en vivo, en Barranquilla, la IX sinfonía de Ludwig Van Beethoven. También hubo que alinear en escena a músicos de la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia, la Orquesta Sinfónica de Uninorte, la Facultad de Bellas Artes de la Universidad del Atlántico, la Corporación Universitaria Reformada, el coro de la Ópera de Colombia, el coro del Colegio Alemán de Barranquilla, la Coral Philarmonia, el Coro Polifónico del Atlántico, la Fundación Coro Sirenas, los coros Angellus, Celesta, Lírica Voce, Canto Río y el coro del Departamento de Música de Uninorte.


Los instantes previos a la presentación están llenos de mucho ruido, porque cada músico trata de afinar a su manera.

 

Eran 234 músicos a los que Julián Gómez, profesor y director de coros y de la orquesta del departamento de Música de Uninorte, debía marcarles la pauta para que sonaran como Beethoven se lo había imaginado. Diremos “imaginado”, porque cuando la dirigió por primera vez ya estaba completamente sordo.

La tarea de Gómez empieza mucho antes de subir al escenario, especialmente en los momentos previos. En esos instantes, detrás de bastidores los músicos hacen todo el ruido posible para afinar sus instrumentos y sus voces. Solo él puede llamar al orden: “¡Silencio!”, les grita mientras corta cualquier indicio de anarquía de sonidos. El caos ya fue suficiente, la emoción debe reposar para darle paso a la exigencia que demanda tocar y mantener la concentración por más de una hora, lo que dura la IX sinfonía.


Julián Gómez entrega las últimas indicaciones a los músicos antes de subir al escenario.

 

El director sube de último al escenario, luego de que todos los músicos ya se han instalado en su lugar. Antes de salir hace un ritual parecido al de un boxeador cuando se hace consciente de los golpes que recibirá. El coordinador de producción, Carlos Humberto Prada, de la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia, quien está atrás pendiente de que todo sea como debe ser, lo abraza, lo besa, lo quiere llenar de confianza. Gómez se estira, se hidrata, porque sabe que también será una exigencia física, pero sabe que será especial, quiere que lo sea.

Hay magia en el escenario y quienes dicen que levitaba no estaban tan lejos de la verdad. “Llega un momento en que uno entra en un estado analógico, desde el comienzo hasta el final. El tiempo se pasa muy rápido, porque está uno tan enfocado que el tiempo desaparece. Cuando te das cuenta empezaste y se acabó”, son las palabras de Gómez justo al momento de bajar del escenario, en medio del júbilo grupal que se transpira con la satisfacción de haberlo logrado.


Por lo menos 5 minutos duró la ovación del público para agradecer el espectáculo.

 

La IX sinfonía de Beethoven empieza a sonar y mientras el público barranquillero se regocija al escuchar una de esas piezas que probablemente nunca estará en las playlist de la mayoría de los asistentes, detrás del escenario los solistas hacen malabares con sus voces y sus cuerpos para estar a la altura. Son voces que descrestan, que terminaron de adornar un paisaje musical que extasió hasta al más incrédulo de los que ocupaban las sillas del coliseo de Uninorte. A ellos se sumaron otros mil más que siguieron la transmisión en vivo a través de la página web y otros tantos que lo hicieron por el canal regional Telecaribe.


Alexandra Steiner (soprano), Lyubov Koritko (mezzosoprano), Philippe Castagner (tenor) y Alexis Trejos (bajo) fueron los solistas.

 

Alexis Trejos, profesor de canto de Uninorte, fue uno de los solistas de la noche, el bajo. Sonó tan fuerte que su voz todavía hace ecos en la parte alta del coliseo. “Realmente fue una noche magnífica, estupenda. La energía de todo este grupo unido, compartiendo esta música tan hermosa, verdaderamente fue una experiencia extraordinaria. Se unieron muchas fuerzas, no solamente de Colombia, sino de Alemania, Austria, Estados Unidos y toda la actividad coral y orquestal de la ciudad, unida a una de las orquestas más importantes del país. Fue una noche magnífica con un público muy cálido en un evento que es muy importante para la región Caribe y para Barranquilla”, dijo al finalizar la obra.

Una noche magnífica que ningún músico de la ciudad quería perderse. Es el caso de Julián Navarro, quien se formó en guitarra clásica, por lo que nunca tuvo contacto con la música de Beethoven, pero para él era importante hacer parte de ese montaje único. “Cuando se confirmó que podíamos hacer la sinfonía, de entrada, le dije al director que quería cantar, pues tengo experiencia en cantar en coros y cuando empecé a estudiar música hice unos cuantos semestres de canto. Hacer parte de eso es muy importante para mí. Seré una de las 146 voces que hay, pero debe haber un coro de esa magnitud para hacer esto a la altura que queremos”, dijo horas antes del concierto.


El coro lo conformaban 146 voces.


Otro caso particular es el del coro del colegio Alemán, que con estudiantes de entre 11 y 13 años demuestran que el amor por la música del mundo no tiene edad. Mariangel Llanos, de séptimo grado, expresó su emoción y orgullo por participar en un evento tan grande, y en representación de los barranquilleros. “Muchas veces nos dicen a nosotros que no nos tomamos las cosas en serio, pero con esto demostramos que podemos participar en cosas tan grandes que no todo el mundo es capaz de hacerlo”, señaló con sus apenas 12 años.


Miembros del coro del colegio Alemán de Barranquilla.

Es que al final también se trata de eso, de mostrarle a la ciudad una parte de la cultura más universal que hemos heredado de nuestros antecesores. Los profesores de Música de Uninorte tienen claro que con estos eventos están haciéndole una invitación a los barranquilleros para que conozcan y vibren con música de la más alta calidad, “música que eleva el espíritu”, como dicen ellos.

“Con este tipo de cosas uno siente que el universo se sigue expandiendo, y esa es la idea, que con este tipo de trabajos artísticos la gente sea mejor, por el solo hecho de oírla y saber que en el Caribe se están haciendo cosas muy lindas con el apoyo de la Universidad del Norte”, sentenció Gómez.

 

Por Jesús Anturi

Más noticias