Latinoamérica, una región de jóvenes que necesitan educación superior

marmolejo.jpg
Francisco Marmolejo, coordinador de educación superior del Banco Mundial.

Por:

10 mar 2016

América Latina es una región con significativos problemas económicos. A pesar de tener un total de 580 millones de habitantes en 32 países, su producción de bienes y servicios es solo un tercio del PIB de Estados Unidos. Además, es la región con la mayor inequidad económica a nivel global, lo que representa una severa limitación para el desarrollo.

Sin embargo, en un mundo cuyo promedio de edad crece cada vez más, el mayor activo de América Latina es su población mayoritariamente joven, con un 28% de sus habitantes entre los 0  y 14 años de edad. 

Pero este activo, fruto de la transición demográfica que vive la región, puede convertirse en pasivo si no se le bridan las herramientas apropiadas a la juventud latina para que se convierta en actor importante de la sociedad del conocimiento.

"La región latina sufre una realidad desafortunada que tenemos que enfrentar, entender y atacar. La mejor herramienta que encuentro es la educación, y más precisamente la educación superior".

Esto expresó el académico mexicano Francisco Marmolejo, coordinador de Educación Superior del Banco Mundial, quien intervino durante el seminario ‘Diálogos para la educación superior', llevado a cabo el viernes, 4 de marzo, donde 28 de los más importantes expertos en educación superior de América Latina dialogaron y reflexionaron en torno a las implicaciones que tienen para el sistema de educación superior de la región, las tendencias globales en aseguramiento de la calidad, internacionalización e innovación.

Según Marmolejo, la situación demográfica de América Latina ha abierto una ventana de oportunidad en la educación superior y dar un salto importante en desarrollo. Sin embargo, constituye a su vez una carrera contra el tiempo,pues la proporción de jóvenes declina. "En México el promedio de edad es de 26 años y pasará a 42 años de edad para el año 2050. Lo mismo pasara en el resto de América Latina", indica Marmoleo.

La importancia de brindar educación superior a la juventud radica principalmente, según Marmolejo, en la alta proporción de jóvenes que ni estudian ni trabajan (‘ninis') en el mundo, con 360 millones en todo el planeta, y más de 20 millones en Latinoamérica.

Marmolejo señala que los ‘ninis' reflejan uno de los grandes desafíos de la educación superior en América Latina. "Es una juventud dispuesta a incorporarse productivamente a la sociedad pero no tienen las herramientas y las capacidades para lograrlo, porque el sistema de educación superior no es suficientemente funcional".

Los ‘ninis' contribuyen a la trasmisión intergeneracional de la inequidad, en algunos contextos se vinculan a problemas de delincuencia y violencia e impiden que la región se beneficie del activo de la juventud. "Tenemos que hacer algo para que las condiciones de vida y las oportunidades de educación de la siguiente generación hagan que nuestra región sea la mejor que podamos tener. De lo contrario la siguiente generación nos va a reclamar por esta falta de capacidad", afirmó el académico.

Marmolejo identificó una serie de retos a los que se enfrenta la educación superior, entre ellos el dilema del acceso. Más personas que nunca están teniendo la oportunidad de acceder a la educación superior en el mundo y en América Latina, donde hay un relativo éxito en la tasa de cobertura. A esto se suma que el acceso a educación primaria y secundaria, casi universal, ha hecho más asequible el sueño de la educación superior. Sin embargo, aunque ha habido un incremento significativo en el número de personas que acceden a educación superior en Latinoamérica, estas representan una pequeña fracción de la población, y la región sigue rezagada en comparación con otras.

"Pero, ¿quién paga por la educación?", cuestiona Marmolejo. "Naturalmente la gente tiende a pensar que por ser un bien público, debe ser el Estado el que financie el desarrollo de oportunidades de educación superior para sus ciudadanos. Esta idea de la gratuidad aparenta tener un sentido filosófico de progresividad social, pero también puede tener una severa regresividad en cuanto a quién beneficia".

El académico añade que existe un problema de inequidad en el acceso a la educación superior y quienes más se benefician del financiamiento público provienen de sectores más privilegiados de la sociedad. "A pesar de que hay enormes esfuerzos para tratar de mitigar esto, las cifras son abrumadoras y consecuente hay un problema de regresividad".

La eficiencia del sistema de educación superior es otro de los desafíos de la región, en el que se incluye la alta deserción, el alto promedio de años para graduarse, y la estructura curricular, que posee una serie de elementos estructurales rígidos, complicados e ineficientes.

"La carga curricular en una carrera es de aproximadamente 40% más que el caso de Estados Unidos y Europa. Mientras no atendamos esto vamos a seguir creciendo en ineficiencia; sin embargo esto no suele preocupar a quienes toman las decisiones", manifiesta Marmolejo.

El académico cuestiona si lo que se enseña en la educación superior es una realidad diferente a la que se van a enfrentar los egresados en el mundo real, argumentando que la formación no debe solo ser en aspectos evidentemente técnicos, sino en educar a personas con más para no caer en el riesgo de crear  "barbaros científicamente competentes".

Asimismo, Marmolejo identifica la calidad y pertinencia como retos en América Latina, en donde hace algunos años hablar de acreditación "era algo impensado".  "Ha habido importantes avances pero ahora tenemos la enfermedad de la 'acreditacionitis' y el síndrome de los rankings. Tenemos que ir pensando si este asunto de la acreditación y ranking es el objetivo, porque hemos perdido de vista elementos importantes y llegamos al punto de la complacencia"

El académico también se refirió al reto de la integración regional, considerando que no hay otra alternativa para llegar a una mejor región. Citando un estudio de la Asociación Internacional, en América Latina ni siquiera los mismos latinoamericanos consideran su región como de prioridad.

"En África la primera prioridad es África, en Asia-Pacifico, en Latinoamérica no es Latinoamérica. Tenemos mucho que hacer al interior de la región para crear un sentido de región para poder atender nuestros grandes problemas. Tenemos que reconocer que hay mucho que podemos hacer. Y ¿cuándo hay que hacerlo? El futuro no se extrapola, y no se adivina, el futuro se construye. Y esta ventana de oportunidad a la que yo me refería cada vez va a ser más pequeña, y si no la atendemos hoy no lograremos construir ese futuro que queremos", concluyó.

Por Andrés Martínez Zalamea

Más noticias