Programa de Arquitectura y Univoluntarios reimaginan el espacio público de La Playa
Docentes, estudiantes, y voluntarios cocrean 9 000 m² de espacio público con niños y pescadores para educar a través de la lectura, en biodiversidad y resiliencia climática.
El curso “Taller de Ciudad 1: Diseño Urbano y Espacio Público” de la Escuela de Arquitectura, Urbanismo y Diseño (EAUD) de la Universidad del Norte se consolida como una experiencia académica con sello Uninorte que trasciende el campus y se instala en la Ciénaga de Mallorquín y el corregimiento de La Playa, integrando dimensión académica con proyección social y comunitaria. Para este 2025, en articulación con el programa Univoluntarios y sus iniciativas Proyecto Asignatura y Yo Leo, 23 estudiantes del programa de Arquitectura, alrededor de 15 niños y niñas de la comunidad y 8 talleristas de Univoluntarios trabajan con familias de pescadores —como ASOPECMA y ASOPLAYA, entre otras— en el codiseño de propuestas de mejoramiento del espacio público y del entorno de manglar.
A través del diseño urbano, la arquitectura del paisaje, la investigación-acción, la cocreación y el trabajo comunitario, el taller se desarrolla como un “aula extendida” en el territorio, donde la ciudad, las calles, el espacio público y el paisaje de manglar —su ecosistema y biodiversidad— se convierten en experiencias de aprendizaje significativo con impacto social.
La experiencia, liderada por los docentes e investigadores Carlos Bueno (MDes., MEd.) y Martha Castilla (MSc.), surge del interés por fortalecer la relación academia + ciudad desde el aprendizaje significativo con comunidades. “Desde este taller concebimos el aula como un espacio extendido que trasciende el campus universitario y se integra con las dinámicas reales de la ciudad”, explican los docentes.
Esta articulación permitió incorporar la lectura como estrategia pedagógica de encuentro, sensibilización y diálogo con la infancia, conectando la calidad de vida en el espacio público con la formación ciudadana y ambiental. El foco está en cómo un proceso pedagógico multidimensional influye en la apropiación del espacio público como bien común y en la construcción de imaginarios sobre el paisaje cienaguero y la restauración del manglar.
El rpofesor Carlos enfatiza que el programa de Arquitectura busca involucrar la academia en retos globales de sostenibilidad en tiempos de cambio climático, particularmente en contextos vulnerables en biodiversidad como la Ciénaga de Mallorquín. “Nuestra apuesta es contribuir mancomunadamente con la comunidad de La Playa en estrategias de acción climática, para la transformación de ciudades desde la investigación-acción y propuestas urbanas. Más allá del aula, conectamos a los estudiantes con realidades para impulsar cambios sociales reales frente a retos concretos del hábitat y la arquitectura”, concluye.

Por su parte, la profesora Martha señala la relevancia de que el programa de Arquitectura esté presente en proyectos de impacto social, donde “estos proyectos permiten que estudiantes y docentes, se involucren en procesos colaborativos, donde, la arquitectura se entiende no solo como una práctica proyectual, sino como una herramienta de mediación social, cultural y ambiental”.
La experiencia de los tutores se suma a trabajos previos con ONG, líderes comunitarios de La Playa y programas de Univoluntarios como Terra, consolidando un marco de acción claro basado en gestión social, metodologías colaborativas y principios de sostenibilidad.
Voces que inspiran y diseñan futuro.
Estudiantes, niños y sus familias, describieron la experiencia como un ejercicio de aprendizaje-servicio, donde pudieron aplicar lo aprendido en clase y comprender de manera directa el impacto de su labor en la comunidad. Señalan que, mediante el diálogo, la creatividad y la participación, fortalecieron competencias como pensamiento crítico y pensamiento ético, desarrollando propuestas con sentido humano y ambiental.
Uno de los estudiantes resalta el valor del vínculo emocional con los niños. “Lo que más me sorprendió de los niños es cómo puedes interactuar con ellos y cómo ellos se abren a ti, dándote confianza y pues esa confianza la podemos reforzar a través de las actividades que aprendimos en clase, y lo que más me sorprendió es cómo ellos te dan ese cariño y ese afecto que te hacen sentir en casa”, indicó.
Por su parte, Isabella Paz destaca la evolución del proceso: “A lo largo de las visitas hemos visto que los niños vienen con más ideas, nosotros les hemos contado mucho del proyecto que queremos hacer. Entonces, ellos se han empapado un poco con las ideas que tenemos, de que queremos que sea un proyecto sostenible, más seguro, y ellos nos han dado las ideas que tienen para el lugar. Se han visto muy animados con la propuesta”.
Los niños y sus familias también fueron protagonistas activos. Jaqueline, la mayor del grupo, expresó que “lo que estamos haciendo es algo que puede ayudar a las personas, es una actividad muy interesante. Debemos cuidar a los mangles, a la ciénaga, no debemos botar basura, y siempre tenemos que cuidar nuestra comunidad”.

La madre de Matías, uno de los más chicos, valora el aporte al desarrollo infantil. “Este espacio creado por los estudiantes de arquitectura y Univoluntarios me parece que es muy esencial para el crecimiento y desarrollo de nuestros niños de la comunidad. Les ayuda mucho en el fortalecimiento de la motricidad. Me parece un buen espacio y espero que los sigan creando para los niños de la comunidad”, afirmó.
9.000 m² para imaginar la ciudad, la biodiversidad y el futuro
Como resultado, se implementan actividades de salidas de campo, talleres de investigación participativa, técnicas de recolección de datos, ejercicios de cartografías sensibles y cartografía social, taller de fanzines liderado por la profesora Martha Rodríguez del programa de Diseño Gráfico, talleres de mobiliario y de Diseño Urbano y Arquitectura del Paisaje ,con énfasis en diseño ecológico-sostenible y soluciones basadas en la naturaleza. Estos espacios permitieron a los participantes compartir saberes, percepciones y expectativas sobre su entorno. Luego, se codiseñan junto a los niños y la comunidad, alrededor de 9 000 m² de nuevas áreas de parques, recorridos, plazas y espacios comunitarios en cuatro tramos clave de La Playa, con énfasis en actividades para niños de 6 a 10 años.
Los resultados incluyen 69 láminas de proyectos, 23 planos de mobiliario urbano, 16 fanzines, 16 maquetas, y 5 intervenciones artísticas de mobiliario urbano que visibilizan la construcción colectiva de propuestas para el hábitat. Esta experiencia reafirma el compromiso académico e institucional con la participación, el liderazgo ambiental y el trabajo comunitario, conectando la formación profesional en arquitectura con la transformación social y el cuidado de los ecosistemas costeros.
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