¿Qué dice el primer reporte científico sobre el terremoto de Turquía y Siria?
Ingenieros sísmicos de todo el mundo desarrollaron un documento colaborativo en el que analizan técnicamente el impacto del sismo que ya es reconocido como uno de los episodios más mortíferos de la historia humana, con más de 53 000 muertes registradas y miles de millones de dólares en pérdidas cuantificadas.
Elaborado mediante un trabajo colaborativo entre los ingenieros sísmicos más relevantes a nivel mundial, recientemente se publicó el informe científico del terremoto que afectó a Turquía y Siria el pasado 6 de febrero. Se trata de un reporte de reconocimiento virtual que, a partir de imágenes recopiladas y recorridos virtuales en la zona, profundiza en la compresión del impacto del sismo y, específicamente, en las causas para que más de 80 000 edificaciones resultaran afectadas, de las cuales más de 30 000 se derrumbaron parcial o totalmente.
Este tipo de trabajos se empieza a construir desde el momento en que se presenta el suceso natural como una colaboración científica coordinada por las redes de trabajo: Structural Extreme Events Reconnaissance (StEER) y Earthquake Engineering Research Institute (EERI), de la que hacen parte los profesores Carlos Arteta y Jorge Archbold, del Departamento de Ingeniería Civil y Ambiental de Uninorte, y en esta ocasión contaron con el apoyo de estudiantes del Doctorado de Ingeniería Civil, César Pájaro y Nicolás Quintero, y la estudiante de la Maestría en Ingeniería Civil, Juliana Rivera.
El propósito es entregar recomendaciones para la elaboración de modelos sismológicos y para la actualización de las nomas de construcción de infraestructura. De acuerdo con el reporte, la zona afectada es particularmente vulnerable frente eventos sísmicos fuertes, debido a la alta proporción de edificios antiguos con estructura de concreto reforzado y mampostería; específicamente, en Siria la infraestructura ya estaba debilitada por años de bombardeos durante la guerra civil.
Sumado a esto, se trató de una secuencia de terremotos que tiene consecuencias más severas: solo nueve horas después del primer sismo de magnitud 7,8 se produjo otro de 7,5, con varias réplicas de gran magnitud entre y después de estos dos; muchas de las edificaciones colapsaron durante las réplicas por el efecto acumulativo de los movimientos. Los expertos también identificaron que una de las razones comunes de los derrumbes observados fue la presencia de pisos débiles en la base de las edificaciones de uso mixto; es decir, que en los primeros pisos contaban con fachadas abiertas, mientras en los pisos superiores tenían muros de relleno.
El papel de Uninorte en el informe
El profesor Arteta, doctor en Ingeniería de la Universidad de California (Berkeley), quien lidera el Modelo Nacional de Riesgo Sísmico en Colombia, cuenta que apenas ocurre un terremoto en cualquier parte del mundo se activan las alarmas entre todos los ingenieros sísmicos para participar en el desarrollo de este tipo de informes preliminares. Desde Uninorte se encargaron de dos partes del reporte: comparar el movimiento fuerte del terreno con modelos de predicción, con el fin de definir si el movimiento del suelo observado es poco común o frecuente, dirigido por Arteta; y el análisis de los daños que sufrieron las edificaciones, liderado por el profesor Archbold, también doctor en ingeniería sísmica de la Universidad de California (Berkeley).
En esta parte los estudiantes de doctorado de Uninorte se encargaron de la recolección y análisis de los datos. César Pájaro, encargado de los acelerogramas, comenta que parte de su labor fue descargar la información y geolocalizarla para identificar en qué zonas la aceleración fue mayor. “Luego de que tenemos los registros, buscamos en distintas fuentes, sobre todo en la Red del Servicio Geológico de Estados Unidos, para tener una dimensión de la falla, pues esto nos ayuda a localizar las estaciones y medir las distancias hasta la ruptura. La segunda parte es la comparación de la aceleración que se midió con lo que predecían los modelos válidos para esos entornos y determinamos qué tan ajustado son estos modelos”, dice.
Los hallazgos de los ingenieros indican que el terremoto tuvo poca intensidad a distancias mayores a 100 km; que entre 60 y 100 km hubo estaciones que registraron aceleraciones por encima de la medida de predicción; y que a más de 200 km los registros están por debajo de lo típico. Este tipo de análisis científicos, aunque no son muy precisos, son fundamentales para evaluar y actualizar los modelos que se generan para estimar los impactos de un terremoto en cualquier lugar del mundo, y diseñar códigos de construcción más confiables.
Por ejemplo, en Colombia se han desarrollado modelos predictivos con base en los eventos sísmicos ocurridos en el territorio desde 1993, pero estos carecen de datos para eventos de magnitudes grandes como el de Turquía y Siria. “Cuesta trabajo predecir el comportamiento de eventos de magnitud 7,8 u 8, usando datos de magnitudes de 5 a 6. Entonces, el estudio de este sismo ofrece una buena oportunidad, dado la complejidad del proceso estadístico, para mejorar los modelos del comportamiento de sismos de esta magnitud”, señala Arteta.
El otro punto de trabajo de Uninorte estaba centrado en los edificios colapsados, en entender si estaban mal concebidos sísmicamente en su diseño o si fue por causa de lo extraordinario del evento. Si bien esta evaluación debe hacerse en campo para tener un juicio preciso, de forma preliminar los ingenieros tomaron los registros que se originaron en redes sociales o medios de comunicación en los que se visualizaban los edificios colapsar, apoyados con un recorrido virtual solo disponible para uso científico, para crear un repositorio en el que, básicamente, comparaban los edificios antes y después de colapsar. Ahí se estudia la cómo estaba la estructura, cómo quedó, dónde está ubicada y qué datos de valor aporta.
Nicolás Quintero, quien apoyó en la construcción del repositorio, dice que cada edificio se geolocaliza para que más adelante los investigadores definan una ruta de trabajo en campo. De esta forma, en una misma zona podrían comparar edificaciones que se desplomaron con las que se mantuvieron firmes con miras a identificar qué influyó en el destino de uno y otro.
“En este reconocimiento también se filtra el tipo de estructuras, si son comerciales, hospitalarias, educativas, residenciales, porque cada diseño tiene un objetivo de desempeño diferente. Por ejemplo, con las escuelas se busca que en su diseño tengan un mejor comportamiento ante un sismo, pero vimos muchos colegios colapsados a los que no se les ha prestado atención porque a la hora del terremoto estaban vacíos. Seguramente, este será un tema de discusión posterior”, asegura Quintero.
A este primer informe preliminar le sigue un estudio más profundo y campañas de reconocimiento en campo (algunas se llevan a cabo en este momento) que permita una comprensión acertada del impacto sísmico, para lo cual los investigadores deberán ir al lugar para recoger más datos y realizar mediciones que permitan simular modelos matemáticos predictivos. Para la elaboración de este trabajo intervinieron expertos de la universidad local Ankara Yildirim Beyazit University, University of California, Berkeley, Stanford University, Universidad del Norte, Ohio State University, Oregon State University, California Highspeed, University of Alaska, ETH Zurich (Suiza), University of Belgrade (Serbia), Pontificia Universidad Católica de Chile, Universidad Católica del Perú, Imperial College London, University of Porto, IIIT Hyderabad (India), entre otras.
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